Empecemos con una aclaración necesaria: no, este no es un libro de autoayuda y la autora no es Rhonda Byrne, ¡vade retro!
Decidido a escapar del desangelado suburbio del interior de California en el que vive, el joven Richard Papen prueba suerte y pide su admisión en el exclusivo Hampden College de Vermont, Nueva Inglaterra. Pronto es admitido en una clase de solo cinco alumnos que estudian lenguas clásicas guiados por un excéntrico profesor.
Thriller atípico, la novela empieza con una muerte, retrocede en el tiempo y expone, con ritmo pausado pero seductor, una historia de amistades poco convencionales, admiración rayana en la idolatría, obsesión por belleza y un hambre de sabiduría que desborda los límites de lo saludable. Todo en el bucólico marco de un campus de Nueva Inglaterra –ya saben: otoños bellísimos, inviernos ásperos, corbatas de rayas, mucha hiedra, jugadores de lacrosse, animadoras espléndidas y fiestas de fraternidades- y salpicado de referencias a la cultura clásica, y en particular a la Grecia dionisíaca.
Más incluso que la trama, en este libro brilla el elenco de personajes. Lo encabeza el profesor Julian Morrow, carismático y de pasado oscuro, líder de la comunidad de clasicistas. En cuanto al grupo de amigos de Richard, todos ellos resultan fascinantes, aunque por razones muy distintas: sabiondos, inadaptados, aficionados a juegos peligrosos, todos ellos resultan tridimensionales y humanos, incluso Henry, el más parecido a su maestro, que a veces parece vivir en otro mundo.
Publicada en 1993, esta novela, la primera de su autora, vino precedida de una sorprendente expectación –Tartt percibió un suculento adelanto de 450.000 dólares, nada común para una novata- y vendió más de cinco millones de ejemplares. La escritora se consagró luego con El jilguero, igual de larga, igual de buena, aunque yo sintonizo mucho más con la atmósfera de la primera.
Dice Tart que sus principales influencias literarias son “Dickens y Stevenson, en ese orden”. Yo creo que, a ratos, esta novela coquetea también con el Waugh de Retorno a Brideshead –en varios personajes hay una marcada influencia católica, en problemática lucha con lo pagano- o con Patricia Highsmith, experta en usar la angustia como palanca del suspense.
Que nadie se asuste por las más de 700 páginas, ni menos aún por las referencias eruditas, que nunca frenan la trama. Vale la pena matricularse en el Hampden College por unos días y sumergirse en la hermética comunidad del profesor Morrow.