Perejil de todas las salsas, novia en la boda y muerto en el entierro, el magnate apátrida George Soros se ha convertido sin duda en uno de los nombres fundamentales de nuestro tiempo. Este mago de la especulación financiera reconvertido en filántropo progresista llena hoy páginas de periódicos, horas de televisión e incluso conversaciones populares, cuando hace apenas cinco años su nombre rara vez salía de los círculos de iniciados. Incluso se ha debatido sobre él en el Congreso de los Diputados, si bien, lamentablemente, con la baja calidad que caracteriza a nuestro parlamento. En todo caso, el mundo actual no puede explicarse sin su influencia.
Después del pionero Soros, rompiendo España, de Juan Antonio de Castro y Aurora Ferrer, editado por Homo Legens, el periodista Carlos Astiz ha publicado ahora un libro que aborda el papel de Soros en el gran cambio que estamos viendo ante nuestros ojos: la imposición de la “agenda globalista”, es decir, la desaparición de las fronteras nacionales y sus soberanías en beneficio de un orden transnacional que tiene su propio código ideológico. ¿Cuál es ese código? Por resumirlo en dos palabras, digamos que se trata de una reconstrucción de los viejos dogmas de la izquierda, metamorfoseados ahora en algo a lo que podemos llamar “progresismo”: ideología de género, medioambientalismo apocalíptico, dogmática de la culpa histórica, cosmopolitismo, etc. Todo ello, y esta es la gran novedad, bendecido ahora por el gran capital transnacional.
Los materiales sobre los que se han construido las grandes fortunas contemporáneas, que son las tecnologías de la información y la circulación universal del dinero (o sea, la banca de inversión), necesitan un mundo sin fronteras poblado por individuos lo más libres posible de enojosos vínculos como las patrias o las comunidades de origen. Ese mundo y esos individuos sólo pueden aparecer cuando uno ha roto todo lo demás, y de ahí la alianza contemporánea entre el gran capital y la izquierda política e ideológica. Esta alianza ya la vio Pasolini en Mayo del 68, cuando reprochó a los revoltosos de París que el mundo que reclamaban era en realidad el que más convenía al poder económico. En aquella época todo eso podía parecer una mera hipótesis, pero los acontecimientos posteriores lo han confirmado plenamente. Hoy esa alianza ya se ha hecho completamente explícita, y basta con mirar a los Estados Unidos. Pues bien: en ese contexto, George Soros es uno de los principales motores del gran cambio.
Astiz es un periodista largamente curtido en la investigación, de modo que el libro incluye varios apéndices documentales del mayor interés: cuáles son las organizaciones directamente controladas por Soros, las entidades conexas, sus universidades, sus medios de comunicación, sus movimientos económicos, etc. Instrumentos esenciales para calibrar exactamente la influencia de un poder que aparece tras iniciativas tan conocidas como el movimiento Black Lives Matter o la Fundación Google, por citar sólo dos. Este libro, escrito con la urgencia, la pulcritud y la concisión de una buena crónica periodística, recoge las últimas novedades surgidas al calor de la pandemia del Covid-19. También la traducción de todo esto en políticas como la de la Agenda 2030 de la ONU. Cuyo titular en el Gobierno español, por cierto, es el vicepresidente Pablo Iglesias. ¿Hay que decir más?