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Reseñas
literarias
Eric Zemmour

El primer sexo

por:
Esperanza Ruiz
Editorial
Homo Legens
Año de Publicación
2019
Categorías
Sinopsis
Si los apóstoles de la corrección política consiguiesen legalizar la quema de libros, El primer sexo, de Eric Zemmour, sería de los primeros en arder. Atrevido e insolente, defiende tesis de difícil digestión para el hombre contemporáneo, acostumbrado a vivir en un régimen de pensamiento único que divide las opiniones en aceptables e inaceptables, en legítimas e ilegítimas. Con estilo vertiginoso, repartiendo mandobles por doquier y cuestionando todo lo incuestionable, el periodista francés nos cuenta la historia de una renuncia: la renuncia del hombre a su virilidad, la claudicación ante el ideal femenino, que hoy impregna todas las instituciones sociales, desde el matrimonio hasta el gobierno. Porque, lejos de lo que pretenden hacernos creer las feministas, la nuestra no es una sociedad patriarcal. Es una sociedad matriarcal. Los hombres, dice Zemmour, han dejado de lado todo cuanto los define como tales: han abjurado del deseo para abrazar el amor; han renegado de la lógica del contrato para tomar la de una fidelidad pasional; y han sustituido su antañona rudeza por una sensibilidad delicada que los lleva, por ejemplo, a depilarse o engalanarse con pantalones ceñidos.
Eric Zemmour

El primer sexo

No se dejen engañar por las características físicas de la obra que tenemos entre manos. A saber: 16,5 por 11 cm, 173 páginas y tapas de color fucsia. Como grata adenda, está prologado por Emilia Landaluce. La dimensión intelectual y política del libro publicado en España por Homo Legens en 2019 merece una consideración aparte. 

Se impone, en este caso, presentar al autor y contextualizarle. Éric Zemmour es un viejo conocido en el Hexágono pero no tanto dentro de nuestras fronteras. Así pues, el escritor y periodista ejerce una especie de activismo profético en el país galo que, para nuestra desgracia, no acostumbra a resultar errado.

Nacido en 1958 en Montreuil, cerca de París, es hijo de judíos pieds noirs que llegaron a Francia tras la independencia de Argelia. Se forma en Sciences Politiques, prestigioso centro por el que parece preceptivo haber pasado para ser “alguien” en la escena política francesa, pero no logra acceder a la igualmente prestigiosa Escuela Nacional de Administración (ENA), llave que abre las puertas del poder en el país vecino. Comenzó escribiendo en Le Figaro y participando en programas de televisión con cierto en éxito, debido a sus estimulantes tesis y la vehemencia en la defensa de las mismas. En septiembre de 2019 pronunció un discurso memorable en la Convención de la Derecha, organizada por Marion Maréchal Le Pen, apuntando directamente al globalismo liberal que reduce al hombre a consumidor, al liberalismo moral propio de cierta izquierda y a su objetivo favorito: el Islam.

En 2014 publicó  El suicidio francés, obra de la que vendió 350.000 ejemplares en dos meses y en la que ofrece su clarividencia acerca del futuro inmediato de Francia. El best seller de ensayo político trata de “deconstruir a los deconstructores”, señalar a los culpables del fin de los Treinta Años Gloriosos y hacer una crítica a leyes y políticos que nos han traído hasta aquí.  No se deja nada en el tintero; multiculturalismo, Ley Pleven del 72, el arte contemporáneo y… la feminización de la sociedad.

No era la primera vez; El primer sexo fue escrito en 2006 y sobrecoge leer cómo se cumplen  -o implantan, si creemos en un proyecto para ello- cada una de sus advertencias.  La inmutabilidad de su discurso es uno de los puntos fuertes del escritor: la terca realidad le da la razón aún en sus tesis más conspiranoicas.

A lo largo de 5 capítulos, Zemmour desarrolla con leguaje ameno y ejemplos mundanos el quién, el cómo y el para qué.  Deconstruye, empequeñece y ridiculiza el feminismo ideológico como elemento desintegrador de la sociedad. 

A través de imágenes aparentemente inocuas, que pasan por simples modas (la depilación del hombre, la incorporación del “hecho homosexual” hasta el empacho en la publicidad o series) Zemmour nos lleva de la mano y nos muestra sus últimas consecuencias. Por el camino, nos señala minucioso las trampas en las que hemos ido cayendo. En ningún momento, no obstante, hemos de perder de vista su origen judío y la posición reaccionaria de corte identitario desde la que habla. Puede que en este espolear conciencias y despertar mentes del letargo secular no coincidamos con el francés en cada planteamiento o, al menos, en la alternativa que ofrece. Sin embargo, no cabe ninguna duda de que hay que leer a quien valientemente alza la voz y nos previene del cáncer posmoderno del debilitamiento de la verdad. 

La verdad es la búsqueda de la trascendencia inmanente al ser humano, al margen de sus creencias. Según las teorías de Lamartin o Constanzo Prevé, todo aquello que amenaza la supervivencia de la comunidad es falso. Al constituir la familia la base de cualquier comunidad, es, indefectiblemente, esta institución la que se convierte en diana de aquellos que quieren debilitar la verdad y cambiarla por virtudes fashion,  “valores” fofos e intercambiables . 

¿Y qué mejor forma de acabar con la familia que feminizar al hombre y masculinizar a la mujer? Es más, ¿por qué no demonizar la virilidad, la fuerza, la protección y sustituirla por la dulzura, el cuidado y los cuerpos suaves? Zemmour advierte del cambio de paradigma que inhibe el deseo (la atracción por lo diferente). “Los hombres hacen todo lo que pueden para realizar este ambicioso programa: convertirse en una mujer como las demás”. 

En El primer sexo queda meridianamente explicado algo que comenzamos a ver: la trampa del lenguaje. Quizá sea el momento de dejar de hacer chanzas con el que sustenta la ideología de género y tomárnoslo con la seriedad que requiere. Porque el hombre, al ser privado de su propio lenguaje  -en aras de la corrección política-  se ve privado, poco a poco de pensamiento propio. Y las feministas ganaron la guerra lingüística, ya en los 70, con una sola palabra: Machista.

A través de anécdotas de la vida pública y de la política francesa de los últimos años, Éric Zemmour nos muestra la feminización de la política, espejo de una sociedad. Cuando François Hollande gana en 2004 el referéndum interno del PS sobre la Constitución Europea declara que lo que siente tras la adrenalina de la campaña “es como una depresión post-parto”. Zemmour se escandaliza; tiempo atrás Le Pen había expresado el dolor por su derrota como un post coitum animal triste. Hollande  no puede saber qué se siente en una depresión post-parto pero así encarna a una nueva generación, al relevo.

Los nuevos valores sistémicos, aquellos que sustituyen a los dioses fuertes” de R.R. Reno no se nos imponen, hasta ahora y por lo general, de forma punitiva. Basta con que la ridiculización y la relativización de aquellas convicciones que teníamos antaño hayan ido calando en la sociedad. La policía del pensamiento está preparada pero lo que hemos venido sufriendo es la insidiosa y subrepticia aniquilación de lo que el mundo tiene de diferente: razas, sexos o culturas.

 

 

La lectura de El primer sexo puede ser rápida, recordemos que es un libro pequeño, y quien disfrute de los one shot apreciará el ritmo trepidante  y el estilo insolente de Zemmour. Sin embargo, cada capítulo requiere ser metabolizado, subrayado y tomado en consideración para armar nuestro pensamiento para la resistencia. El “pequeño panfleto rosa” es, en definitiva, munición para el disidente.

 

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