Cuando El despertar llegó a mis manos (vía sorteo de Instagram) yo no había oído hablar de Kate Chopin antes. Además, el ejemplar lo gané junto con Lady Susan y otras novelas, de Jane Austen, por lo que hice una asociación de ideas espuria entre ambas autoras. Los dos títulos son reediciones recientes de Alianza Editorial. Hablé de ellos en el artículo titulado “Declaración de intenciones navideñas” y un par de personas me dejaron comentarios elogiosos sobre la obra de Chopin. Por lo visto es una lectura recomendada en algunos currículos académicos.
Tengo la impresión de haber leído El despertar en el momento equivocado. Ya saben, hay libros que dependiendo de cómo o en qué momento vital nos encontremos nos impactan de distinta manera. Lo que sí que he hecho es recopilar datos biográficos de la autora sin los cuales se entendería peor su trayectoria literaria.
En vida no fue especialmente reconocida como escritora y es cuando se empieza a bucear en los orígenes de la literatura “feminista” (sin connotaciones peyorativas) cuando reaparece su nombre. Nació en 1850 en Misuri y murió, en el mismo lugar, en 1904. Hija de un acaudalado inmigrante irlandés (su apellido de soltera es O’Flaherty) de quién heredó los rasgos que configuraban su llamativa belleza y de una descendiente de franceses. Su padre pereció en accidente cuando ella era una niña y creció al amparo de mujeres; su madre, abuela y bisabuela, así como las monjas del colegio católico en el que estudia tendrían gran influencia en su percepción de lo femenino y su papel en la sociedad. Además la comunidad criolla francesa de la que su familia materna formaba parte tendría un papel relevante en su obra. El Despertar transcurre en Grand Isle, una localidad de vacaciones frecuentada por dicha comunidad criolla (los personajes de la novela son también descendientes de franceses) donde ella misma solía veranear con su familia. Se mueve como en casa con la lengua y la cultura francesas y esta influencia es una constante notable en su obra.
Kate Chopin destaca en su juventud como narradora de historias y lectora voraz de Dickens y Sir Walter Scott. Tras casarse vivió en Nueva Orleans y el ambiente de la ciudad –exótico para el resto de estadounidenses- le hace convertirse en activista. A lo largo de su obra trataría la causa cajún, la esclavitud o la libertad de las mujeres.
Tras enviudar escribe relatos, artículos y traducciones que son publicadas en innumerables revistas. Cosecha así un buen número de lectores entre los aficionados a las historias cortas de estas publicaciones.
El despertar fue escrita en 1899 y es la segunda novela de la autora. En la época recibió duras críticas en el plano moral más que en el literario. Aborda el tema de la libertad femenina y su hasta entonces ostracismo. La protagonista, Edna Pontellier es esposa y madre. Esto último, regulero. Su marido se queja a menudo de su falta de instinto maternal en una sociedad donde es el principal papel de la mujer, amén de constituir una valiosa “pieza de propiedad personal”. El resto lo imaginan. Esposa que decide romper moldes y explorar su sexualidad fuera del matrimonio y que encuentra enfrente a los convencionalismos, la hipocresía y la incomprensión. El puritanismo americano de la época llevó incluso a la censura de la novela; el feminismo actual, a su reedición como obra pionera.
Entre los cuentos que conforman el libro encontramos otro título que destaca por su carácter de denuncia y reivindicación: El niño de Desireé. En este caso, Kate Chopin trata el mestizaje y la esclavitud el Lousiana. La libertad, una vez más y, de nuevo, un ambiente que la autora conoce bien.
El resto de títulos son En el baile acadiano y su secuela La tormenta, Una mujer respetable, Fedora, La historia de una hora, Lilas, Athénaïse (es el nombre de su abuela) y Un par de medias de seda.
Kate Chopin es, pues, una especie de precursora del feminismo y de la literatura moderna, rescatada del olvido en que cayó tras su muerte y celebrada por académicos y estudiantes a parte de 1969, tras la publicación de una biografía y su obra completa a cargo del crítico noruego Per Seyersted. En su obra detectan influencia de Maupassant y otros escritores franceses y americanos. En lo estrictamente literario, es considerada por sus narraciones poéticas y gráciles.