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Reseñas
literarias
Carmen Fernández Rey

Blanco roto

por:
Jesús Beades
Editorial
Libros Canto y Cuento
Año de Publicación
2023
Categorías
Sinopsis
Carmen Fernández Rey

Blanco roto

Esta ópera prima de Carmen Fernández Rey puede que sea la envidia de algunos poetas multipublicados que ahora abominan de sus libros juveniles (como Juan Ramón Jiménez de su Ninfeas, que rastreaba ejemplares para destruirlos).

Este, sin embargo, es un libro que nace maduro y libre de casi todas las fiebres de los autores noveles –epigonismo sin disimulo, afán de llamar la atención, pose de más serio y mayor…– y con una voz que no puede no resultarnos amable y enriquecedora. Por supuesto, tiene sus caídas (¿quién no las tiene?) y maneras que nos gustan menos, pero la imagen general que forma esta colección de versos es de una poeta de gran hondura y sensibilidad.

China, polaca y andaluza

A LA MANERA DE LI PO

Este poema es ejemplo de una ausencia de pretenciosidad que se manifiesta en el lenguaje llano pero también en su final, sin el tatachán al que estamos habituados tantas veces ni la frase aforística, pretendidamente iluminadora que casi siempre le pedimos a un poema. Marca muy bien el tono del libro, que habla con el corazón pero sin infartos, con sangre pero sin hemorragias.

El libro comienza con poemas metapoéticos, a los que no soy muy aficionado, pero consigue que no sean sentenciosos, ni áridos, ni teóricos. Parecen siempre una parte de su propia vida y nos hablan de la relación íntima de la poeta con las palabras y su vocación. Aún así, prefiero aquellos poemas que describen un instante cotidiano, con una mirada entre china y de Wislawa Szymborska, aunque sin la guasita de esta. Su poesía es vecina de la sobria expresión andaluza de un José Mateos o un Raúl Pizarro, por citar a dos contemporáneos; o, yendo más atrás, de lo mejor y menos cursi de Juan Ramón.

Versitos metidos para dentro

Fernández Rey utiliza un recurso que a veces puede llegar a cansar y que en realidad su poesía no necesita. Consiste en el uso creativo de las tabulaciones, metiendo versos para dentro. Esto se puede hacer por elegancia estilística (Víctor Botas lo hacía de maravilla, y también Miguel d’Ors) para empezar una estrofa después del final del anterior verso, pero también se utiliza para ilustrar lo que el propio verso dice. O sin motivo aparente, que es lo que puede uno encontrar infantiloide, juguetón sin porqué:

EN EL CASTILLO DE OZ

Pueden tener más sentido estas tabulaciones cuando ilustran el sentido de una palabra, aunque también encontramos algunas disposiciones extremas que recuerdan al cómic o a los juegos de las vanguardias y sus girándulas y poemas visuales:

A veces es más moderado y justificado este recurso, por la sugerencia visual:

(En DISCUSIONES):

Esta, aparte de alguna rima feota, parece que involuntaria, es la principal crítica que se puede hacer a Blanco roto; con todo, apenas tiene nada mal escrito o fuera de tono. Podemos elegir ignorar esos detalles tipográficos y centrarnos en lo más logrado del libro, que es casi todo:

Casi todo

NIÑOS

Esa nube oscura es todo lo que necesita Fernández Rey para producir su magia poética. Sin hacer un símil, sin decir «esto es como esto», pero todos los que ya no somos niños hemos visto cruzar una nube oscura en el cielo de nuestros años y nos hemos quedado bajo la lluvia.

A veces, sí es el golpe aforístico final el que levanta el poema:  «–Cualquier camino es bueno / si me sabe llevar de vuelta a casa».

Aquí y allá encontramos rasgos de perfección formal, de trabajado acento y medida, de verso con músculo y música, lo que –en estos tiempos de versolibrismo por falta de formación–  se agradece mucho:

(En LA NARANJA DE HOY): «Y aunque ya no era igual (…) chupé su jugo con las mismas ganas».

Su aparente sencillez pueda hacernos pensar lo contrario en una primera lectura, pero la autora maneja las figuras literarias con soltura y gracia, como en esta personificación de la luz:

O el manejo de la comparación, con ambigüedad y sutileza, en este otro poema, que bien podría ser religioso:

LA VELA

Voces y monstruos

Aunque no creo que tengan gran peso en su obra, no quiero dejar de mencionar sus poemas más oscuros. En ellos habla de unas inquietantes voces que escucha la poeta, de unos monstruos que la visitan, en un rasgo excepcional de cripticismo. En la presentación pública del libro, me cuentan mis corresponsales, sí habló la autora de esas «voces», pero la labor de la crítica debe ser leer el libro sin más información ni prejuicios. Y haciendo una lectura limpia no puedo más que valorar como residual esta parte del libro. Estos poemas son buenos pero no encajan tanto con el resto. Entiendo que semejantes experiencias de la mente habrán moldeado, de alguna forma, la sensibilidad y el tono de la poeta, que ahora apreciamos, pero esto no es más que conjetura, en el mejor de los casos; obviedad, en el peor.

Blanco roto, en definitiva, es un estreno estupendo en el mundo editorial. Y tiene más de blanco que de roto.