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LO LEÍDO
y lo liado
un blog de enrique garcía-maiquez

Regalar un libro

Si usted me invita a cenar (lo que nunca es mala idea), no llegaré con una botella de vino, salvo alguna broma con el jerez, si pega. Me gusta regalar un libro. Generalmente es Helena o el mar de verano, de Julián Ayesta. Como regalo es imbatible por cinco razones: no es mío, no es demasiado conocido, es bueno, es breve y es alegre.

Aparecer con un libro mío tiene dos fallos: parece vanidoso y parece poco generoso. Es aconsejable que el libro no sea demasiado conocido para que no sea un feo indirecto, como diciéndole a tus anfritriones que tienen pocas lecturas. Naturalmente, hay que regalar lo mejor, nada de best-sellers, malísimos. ¿Sería pensable aparecer con unos bombones pochos o un vino de garrafón? La brevedad es importante. Si regalas un tomazo te estás tomando un mes de lecturas de tu anfitrión o anfitriona. Y, por último, lo último es regalarle a nadie un dramón. Se regala felicidad, ¿no?

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