X
LO LEÍDO
y lo liado
un blog de enrique garcía-maiquez

Recuerde el alma dormida

Últimamente me están dando para el pelo por todas partes por lo privado y por lo público, y no me quejo. Una de los motivos ha sido que me atreví a equiparar con las Coplas por la muerte de su padre de Jorge Manrique el Algo sobre la muerte del Mayor Sabines de Jaime Sabines. En un tuit, do puse un soneto de Sabines, que no era éste, que lo pongo por mor de la variedad:

Padre mío, señor mío, hermano mío,
amigo de mi alma, tierno y fuerte,
saca tu cuerpo viejo, viejo mío,
saca tu cuerpo de la muerte.

Saca tu corazón igual que un río,
tu frente limpia en que aprendí a quererte,
tu brazo como un árbol en el frío
saca todo tu cuerpo de la muerte.

Amo tus canas, tu mentón austero,
tu boca firme y tu mirada abierta,
tu pecho vasto y sólido y certero.

Estoy llamando, tirándote la puerta.
Parece que yo soy el que me muero:
¡padre mío, despierta!

Yo no digo que falte razón a mis críticos. Y sin embargo creo que en mi osadía puede estar encerrada la sinrazón por la que uno es poeta, y los demás contemporáneos. Hay un implícito creer que en la conversación que supone toda la literatura y, en particular, la escrita en una misma lengua y tradición, nadie ha dicho la última palabra. Que la expresión de mexicano del siglo XX puede ser tan indispensable y tan emocionante como la de un castellano del XIV. Inconmensurables ambas. Ya confieso que puedo tener el gusto muy estragado, pero seguro que todos veis, como vi yo ayer cuando unos y otros me afeaban la comparación, que esa ilusión de magnitudes equiparables late una fuerza creativa. Enanos a hombros de gigantes o pasándoles una mano por el hombro, con perdón; pero nunca enanos aplastados por los gigantes.

He conocido a bastantes lectores finísimos y profesores muy doctos que eran tan conscientes de la grandeza insuperable de quienes nos precedieron que jamás escribieron nada. Más sabios, sin duda; pero pierde la literatura. Un punto de inconciencia ayuda a tomar la pluma. Y me hace gracia pensar que los grandes, al mismo Jorge Manrique, le hace gracia que lo bajemos del pedestal para que podamos mirarnos a los ojos, con un inmenso respeto, eso sí. Quién sabe si él no hizo algo parecido con Virgilio y con Dante.

También te puede interesar