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un blog de enrique garcía-maiquez

Puigdemont, a prisión

Ése fue el grito que más se coreó en el apretujamiento humano que, en forma de manifestación no medida por imagen aérea alguna, colapsó el centro de Barcelona el 8 de octubre de hace cuatro años. “¡Puigdemont, a prisión!”, coreaban los apretujados. Y eso no gustaba al purísimo José Borrell, que pedía cambiar el cántico desde la tribuna de oradores.

Cuatro años después, Puigdemont sigue eludiendo la prisión en la que terminará entrando porque “el procedimiento sigue abierto”, aunque haya podido iniciar la semana con una sonora pedorreta desde Cerdeña al Tribunal Supremo español. El tribunal de apelación de Sassari suspendió este lunes el procedimiento por la euroorden que había presentado el juez Llarena a la espera de que antes resuelva el Tribunal General de la Unión Europea.

La justicia es exasperantemente lenta, pero Puigdemont -tal como pedían los manifestantes en Barcelona el 8 de octubre de 2017- terminará yendo a prisión y será juzgado por el golpe del 1 de octubre de aquel año. La justicia es muy lenta, y aún más lenta cuando es europea y median unos indultos concedidos por el Gobierno de uno de los países de la Unión contra el criterio del tribunal sentenciador, nada menos que el Tribunal Supremo de ese Estado.

¿Qué sentido tiene intentar llevar ante los tribunales a Puigdemont si tenemos la absoluta certeza de que será indultado si, para entonces, Pedro Sánchez sigue al frente del Gobierno? Pues tiene el sentido de la pervivencia de las instituciones democráticas, con la Justicia independiente como pilar imprescindible.

Y como Puigdemont terminará por ir a prisión, quizá le convenga repasar cómo fue el juicio del procés al que se sometieron sus compinches. Se escribieron muchos libros, mejores y peores. Varios con las crónicas que se habían publicado en los distintos diarios sobre las sesiones del juicio. De ésos me quedo con “Sed de lex”. Tengo pendiente la lectura de una visión muy diferente: la de un muy inteligente abogado que defendió a uno de los acusados en el proceso: el abogado Melero, con su “El encargo”. Ambos le  serán muy útiles a Puigdemont en su huida con final seguro: la prisión.

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