X
LO LEÍDO
y lo liado
un blog de enrique garcía-maiquez

Polvorones

 

No nos llamaré «güelfos blancos», que es lo más preciso, para no liar la de Campaldino; ni «conservadores», que es lo más fácil, porque la etiqueta, cuando uno se compra un jersey, es lo primero que corta y por algo será; y mucho menos «neoconservadores», porque el oxímoron me chirría. Casi lo mejor es hablar de «Generación Whyskas», como Mario Crespo, y a maullar.

 

Lo interesante es que esa constelación de amigos, leídos y saludados (se llame como la llamen) ha discutido largo y tendido sobre la calidad y preferencia de los dulces tradicionales navideños (las tres negritas son mías). Me parece un tema de conversación apropiadísimo, la verdad, con independencia de lo que cada cual prefiera para sus cálidas sobremesas navideñas. Scruton, desde luego, lo habría aprobado, siquiera sea por lo bien que maridan con los brandis. Chesterton ni se pregunta.

 

De tanto ajetreo tuitero, yo he sacado, además de varias carcajadas, dos conclusiones claras. La primera es que el grupo es inasequible al liberalismo. Una mínima querencia por la ley de la oferta y la demanda habría hecho que todos celebrasen que los demás no compartan sus gustos. Eso disminuye la demanda y baja los precios. Pero nada: brillaba el afán proselitista por la salvación del buen gusto del prójimo, que es un camino recto —pasando por el follón— al bien común. Me ha reconfortado… y aleccionado.

 

Así que —ya instruido por el fervor de mis jóvenes amigos— proclamo a los cuatro vientos que los polvorones Felipe II son extraordinarios. No es sólo por su nombre preclaro ni porque se atrevan (ellos que están fuera del alcance del alcalde Kichi) a adornarse a estas alturas con una frase —un tanto superlativa, las cosas como son— de don José María Pemán. Es que son finísimos. Polvorones nada polvorosos.

 

Yo que anteayer no más ni los nombraba para que no cundiese su fama y subiera más (aún) el precio y se agotasen antes, me desprendo de mis últimos resabios liberales. Reto a duelo a todo el que tenga lo más mínimo en contra de los polvorones en general, y contra los de Felipe II, en particular.

 

 

También te puede interesar