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LO LEÍDO
y lo liado
un blog de enrique garcía-maiquez

Pemán por Pemán

 

Ayer se conmemoró por todo lo alto el 40 aniversario de la muerte de José María Pemán, en el Oratorio de San Felipe Neri. Entre otros, hablé yo, pero voy a comentar las tres cosas que más me gustaron.

 

Los villancicos del siglo XVIII que cantó la orquesta barroca de Cádiz. Fue lo único que no era sobre Pemán, pero estaba arraigado en su cultura y, entonces, no podía faltar. Pemán se pasó la vida al servicio de principios y estéticas que le trascendían y que venían de atrás y que él trasmitió. Los villancicos españoles y en latín representaban la tradición. Nadie lo dijo así, pero no hizo falta. Iba en la música.

 

También me gustó mucho el regalo que nos hizo ABC y su director Álvaro Ybarra: el ejemplar especial de la muerte de Pemán. El glorioso Mingote que ilustra esta entrada es de allí y también la viñeta que acompaña en el gesto la tercera epifanía de la tarde.

 

La tercera fue José María Pemán hijo. Que se llama, en realidad, José María Pemán Domecq, pero Pemán padre era tanto Pemán que se expande e invade el territorio del segundo apellido. Y teniendo Domecq tanto empaque por aquí, además. Lo emocionante es que Pemán hijo leyó sus palabras y un poema de su padre con un juego de manos muy antiguo y unas entonaciones oratorias de otro tiempo. Como le conocemos mucho y sabemos que no habla así ni entona así, veíamos que eran las manos de su padre (de las que tanto se habló en su tiempo) y el arte oratoria de su padre (que tantos éxitos le dio). Y esa imitatio extemporánea era emocionantísima. Lo más telúrico y genético del homenaje de ayer, que tantas cosas buenas tuvo.

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