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LO LEÍDO
y lo liado
un blog de enrique garcía-maiquez

Passer hispaniolensis y otros regalos

Que no se acabe su día, el de san Juan de la Cruz, patrón de los poetas, sin agradecerle los regalos que me ha hecho sin parar, continuamente.

 

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Habían publicado ayer mi artículo sobre mis alumnos, que escribí a principio de curso, antes de empezar las clases [énfasis añadido]. Anoche no sabía si había pecado de voluntarista y de hipócrita. Hoy, dos encuentros con dos exalumnos me han puesto en el mejor estado de espíritu con respecto a mi vocación docente.

 

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He leído poesía inédita estupenda, que pronto estará édita. La alegría doble de que sea tan buena y de que se publicará en Adonáis, al menos parte de ella.

 

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En la dedicatoria del poema «Elegías a ciegas», dice Jon Juaristi : «A Javier Egea, que me regaló una rima». Uno emprende la lectura preguntándose qué rima será la regalada, sobre todo a Juaristi, que las tiene todas. Pero enseguida salta a la vista:

 

E imaginas acaso la Bilbao fin de siglo

y en el balcón las pobres señoritas Juaristi

esparciendo puñados de pétalos a tientas [porque son ciegas o invidentes]

sobre la procesión del Corpus Christi.

 

Al lector no le cuesta trabajo imaginarse la situación —risas, copas y un mínimo silencio en el que suena el clic del hallazgo— cuando Egea le dijese a Juaristi con qué rimaba su apellido. Y por otro lado, qué sensibilidad pudorosa la de Jon (¿celebrará su santo hoy?) por no atribuirse a sí mismo una rima tan sacra. Como un puñado de pétalos de rosa, se la regala a sus tías solteras.

 

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Un gorrión moruno, con sus cachetes tan blancos, muy en pose de pájaro solitario en la vara de una planta al borde de la carretera. He parado el coche y he bajado la ventanilla (sucia) para verlo mejor. Era solitario, pero valiente. No tenía la virtud del canto, porque no se pueden tener todas casi nunca, pero qué gallardo y hermoso.

 

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He seguido con mi amable esgrima dialéctica con Kiko Méndez-Monasterio sobre los límites (en los dos sentidos) de los conceptos de reacción y conservadurismo. Los floretes siguen en alto, pero yo he aprendido dos o tres cosas. O sea, que he cantado touché al menos una vez.

 

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En el correo, un retrato de Dante por Ramón Eder. (La humildad de san Juan de la Cruz es asombrosa, si se piensa lo que esto significa justamente hoy).

 

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Por fin tengo tiempo para leer la entrevista Pedro Herrero en El MundoY veo, con agradecimiento y pasmo, que dos veces, dos, convoca al cambio de paradigma que necesitamos a los poetas (¡a los poetas, y hoy!) . Cuánto me alegro de mis retrasos tan puntuales y oportunos.

 

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Misa tradicional en Jerez. No es el latín, son los silencios. La sacralidad de los golpes en el pecho. JHoy que el corazón me los venía dando por dentro. Así se restaura la simetría. Y abro al azar el nuevo libro de Ramón Eder y esto, para que no le falte tampoco al respeto al latín: «El latín de las misas católicas lo entendía todo el mundo porque se sentía el misterio y así se comprendía todo».

 

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Y ha habido más regalos, pero no se pueden contar todos a riesgo de que mi hijo Enrique me amoneste de nuevo: «Papá, ¡tú no tienes intimidad!».

 

 

 

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