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Mi plan era ir a misa tradicional al convento de las Conceptionistas, sentándome al lado de mi amigo, y luego desayunar con el padre Bohórquez S. J. Pero he mirado las noticias antes de salir y ya no será todo tan apacible.
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La Razón reseña nuestro libro Ser conservador es el nuevo punk (muchas gracias) y se marcan una foto (¡doble!, por si no quieres caldo… dos tazas) de Isabel Díaz Ayuso. Es tan obvio el gancho de izquierdas, un poco desde abajo, que uno tiene que reírse. En todo el libro no se mienta a Díaz Ayuso y, además, en La Razón, preparando la reseña, me habían preguntado por el conservadurismo en el PP. Y yo había contestado esto: «Nadie podría llamar «conservador» al PP en serio. De hecho, ya Rajoy en el Congreso de Valencia de 2008 declaró solemnemente: «Si alguien quiere irse al partido liberal o conservador, que se vaya». Que yo sepa nadie nos ha invitado a volver, aunque parece que a los liberales últimamente sí».
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Pero también me atacan por la espalda, donde más duele. Mi admiradísimo Carlos Esteban escribe un artículo estupendo sobre los NPC. Importantísimo para entender de qué va esto. Pero, de pronto, los llama «conservadores»… porque son conformistas y bovinos. Leñe. Siendo él tan bueno y tan inteligente, le traiciona el subconsciente. Yo, la verdad, es que no veo la necesidad de manchar así una etiqueta política con una tradición venerable y que hoy sólo defienden los afines. Es como si yo, en un artículo estupendo sobre la alergía, diciendo que el sistema inmunitario se irrita en demasía, creando problemas allí donde no los había en realidad por exceso de celo, dijese: «Vaya, que los podríamos llamar perfectamente «reaccionarios»». Jamás lo haría. ¿Para qué, siendo los reaccionarios tan imprescindibles?
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Lo cierto es que yo no me conformo ni a una cosa (la foto) ni con otra (el retrato). Aquí hemos venido a jugar. Y ahora a irme, que llego tarde.