El otro día pasé un rato buenísimo cruzada de piernas en el suelo de un colegio de Barcelona rodeada de 15 atentas criaturas de seis años. No sé si hay algo más gratificante que leerle a un niño, pero si lo hay debe de ser leerle a un montón de niños y verlos a todos tan pendientes y tan metidos en la historia como lo estaban estos. Nos tocó leer Tinta (Anaya, 2015), claro, que no es el libro más fácil porque es muy tranquilo, sin apenas acción. Pero tiene una gran ventaja y es que narra las historias de una perrita, de modo que solo por eso se gana el afecto de la gran mayoría del público antes de empezar.

 

Me quedé dándole vueltas a por qué los niños responden tan bien a las historias de perros, por qué se llevan tan bien –es raro el niño al que no le gustan– y desarrollan esas relaciones tan estrechas y especiales, que me recuerdan en cierto modo a las de los abuelos con sus nietos. Quizá tiene que ver con que comparten una mirada al mundo que les rodea, sobre el que tienen tan poco control, mezcla de resignación y perplejidad. Es como si se reconocieran en esa indefensión y se acompañasen. Pocas cosas consuelan más que un perro cuando te sientes incomprendido o víctima de alguna injusticia. A mí me parece algo maravilloso. Yo sospecho que mucho tiene que ver con que podemos interpretar la mirada atenta y cariñosa de un perro como más nos conviene, pero no creo que eso tenga mucha importancia. Al final, humanos y perros acabamos recibiendo lo que más necesitamos: comprensión, compañía y amor incondicional. Así que aquí van cinco ideas de libros para niños con perro protagonista muy diferentes entre sí.

 

Policán (SM, 2017), de Dav Pilkey, es un spin-off de la serie del Capitán Calzoncillos, aunque el autor creó a este personaje mucho antes, en el pasillo del colegio, un día que le echaron de clase. Estos libros están basados en una premisa bastante enloquecida: tras la explosión de una bomba que coloca Petey, el gato malvado, el oficial Knight y su perro policía, Greg, resultan gravemente heridos. Para salvarlos, no queda más remedio que coser la cabeza de Greg al cuerpo de Knight. Este es el origen del protagonista de esta serie: un héroe que es en parte canino, en parte humano. El tipo de idea completamente absurda que yo no comprendo pero que más puede gustarle a mi hijo Lucas, por ejemplo, que se los ha leído todos varias veces entusiasmado.

 

 

Ciruela (Impedimenta, 2018), de Emma Chichester Clark, es el diario de una perrita que empezó como un blog y ha acabado como libro –como libros, en realidad, pero de momento en español solo tenemos esta primera parte–. La autora fue alumna de Quentin Blake y, de hecho, han colaborado juntos en Tres pequeños monos (Siruela, 2017), en el que Blake se encargaba de los textos y Chichester Clark de las ilustraciones. Las de Ciruela son fantásticas y me gusta mucho su tono ligero y alegre, cómo se centra en los detalles pequeños de cada día y que a los niños les chifla –a los míos desde luego, y no creo que sean la excepción en absoluto–.

 

 

Coco el perro (Anaya, 2019), de Aaron Blabey, es para niños más pequeños. O para mí, que tengo debilidad por los cuentos con rima. Si estuvieran traducidos ya estaba recomendando aquí los de Hairy MacLairy, de Linley Dodd, que son de mis favoritos. Lo que pasa es que si llego a ellos en inglés primero luego me cuesta mucho leerlos traducidos, sobre todo cuando el título original dice tanto más que el que han escogido para la versión española. Coco el perro puede tratar sobre cualquier perro del mundo, pero Pug the Pig nos está diciendo desde el principio que este no es un perro cualquiera. No digo yo ponerle Carlino el cochino –o sí, para que nos vamos a engañar–, pero al menos algo que transmitiera más y fuera más acorde con la personalidad del protagonista, que es egoísta y bastante malaje. Las ilustraciones son muy totales y si no nos ponemos exquisitos creo que es un libro que se puede disfrutar mucho leyéndoselo a un niño pequeño –en la editorial dice de uno a cinco años, aunque a mí me gusta dar más margen de edad siempre porque si tiene gracia, pues la tiene y qué más da–. Yo este lo tengo fichado de regalo de Navidad para mis sobrinos, y encima hay varios para elegir: Coco el perro, Coco el cochino y Coco el elfo.

 

 

Historias heroicas de los perros más valientes del mundo (Bruño, 2020), de Kimberlie Hamilton. Aquí va el único libro de no ficción de la lista y el único que no me he leído –aviso–, pero tiene un pintón y yo me lanzaría a comprarlo para cualquier niño al que le gusten estos animales: 30 perros excepcionales y sus historias extraordinarias, por un lado, y por otro un poco de historia perruna, anécdotas, chistes, juegos y datos varios. Las ilustraciones son de 17 artistas distintos, algunas con muy buena pinta, pero lo que me llama la atención de verdad es el contenido, porque por más que he buscado no he encontrado ningún otro libro que se le parezca siquiera.

 

 

Perro Apestoso (Blackie Books, 2019), de Colas Gutman y Marc Boutavant. No tengo más remedio que cerrar recomendando la serie de Perro Apestoso. Ya escribí en su día sobre este perro de vida fatal que apesta a sardinas, tiene un pelo de alfombra vieja que es un campo de pulgas y cuya casa es un cubo de basura. Pero vuelvo a nombrarlo porque este chucho cochambrosísimo, desastrado e inconveniente es el protagonista de uno de esos raros casos de libros que nos encantan por igual a los niños y a mí. Cuando estuve leyendo el otro día en el colegio de Barcelona, me quedó claro que no somos sus únicos fans, sino que este perro enamora a todo el que se lo cruza. Iban por el tercer capítulo de Perro Apestoso va al cole –que además es mi favorito–, así que ese les leí, y nos lo pasamos fenomenal los niños y yo. Paramos por falta de tiempo, pero me habría pasado la tarde entera. No me cansaré de recomendarlo.