Ha regresado a las pantallas televisivas una de las series más chispeantes, juguetonas e imprevisibles de la historia: Rick y Morty. Es una propuesta de animación para adultos que lleva haciendo las delicias de sus fans —tan devotos que crucifican al que ose confundir un viaje en el tiempo con un universo alternativo— desde el 2013. La premisa es «simple», je: cada capítulo narra las aventuras que un científico pirado, existencialista y procaz (Rick Sánchez) vive junto a su nieto Morty, un chaval bondadoso y entregado. Acompañados por una familia estrafalaria, Rick y Morty combinan las hazañas interdimensionales y espaciales con unos conflictos domésticos tan extravagantes como descacharrantes. Con ese panorama surrealista, es lógico que el desarrollo de cada episodio suponga un auténtico desfile de referencias intertextuales, homenajes fílmicos, huevos de pascua, monstruos imposibles, piruetas narratológicas y clichés de ciencia ficción en fuga.

En ese maremágnum galáctico, una de las cuestiones que más ha cautivado a la crítica y al público ha sido el juego que Rick y Morty traza con su propia condición de relato. Es la metaficción, tan vieja como aquella segunda parte de El Quijote que nos vacilaba a los lectores sobre la primera. La académica Patricia Waugh define la metaficción como “un término dado a la escritura ficcional autoconsciente y que sistemáticamente dirige su atención a su estatus como artefacto para aclarar con ello cuestiones sobre la relación entre ficción y realidad”. El español Pozuelo Yvancos, por su parte, desgrana cómo la metaficción contempla «el arte a la luz de sus materiales y en la frontera de la discusión de su legitimidad frente al mundo que pretende representar».

Ambas definiciones han alcanzado su cúspide en un episodio de la cuarta temporada de Rick y Morty: «Never Ricking Morty» (4.6.). En él, los protagonistas se encuentran a bordo del Tren del relato, donde los pasajeros cuentan historias sobre Rick. Es un episodio deliciosamente delirante, donde el espectador se enfrenta a saltos diegéticos, al concepto de meganarrador, al recurso de «deus ex machina» e, incluso, los problemas de continuidad narrativa de la propia serie. Aquella pirueta confirma que Rick y Morty es una de las series que más y mejor trabaja el amplio territorio de la metaficción. Seguro que la temporada que ahora se está emitiendo guarda varios ases bajo la manga en este sentido.

Esta reflexividad lúdica tiene hondas raíces literarias. En España, buena parte de la obra de Enrique Vila-Matas juega con la literatura dentro de la literatura, las citas apócrifas y los espejos rotos de la ficción. Elijan su pasatiempo autoconsciente favorito: Doctor Pasavento (un juego de espejos con el escritor Robert Walser), Bartleby y compañía (una historia que indaga en los motivos para dejar de escribir), El mal de Montano (un crítico literario enfermo de literatura).

Precisamente en una columna que Vila-Matas escribió en El País rememorando los treinta años de la muerte de Italo Calvino, decía: «Con el tiempo, cada lector acaba teniendo su propio Calvino, su propio libro predilecto de este autor». Para los amantes de la autorreferencialidad en la literatura, lo más seguro es que la novela predilecta sea Si una noche de invierno un viajero. En esta depurada mise en abyme, el lector comienza, literalmente, haciendo lo mismo que el protagonista de la novela: «Estás a punto de empezar a leer la nueva novela de Italo Calvino, Si una noche de invierno un viajero. Relájate. Recógete. Aleja de ti cualquier otra idea. Deja que el mundo que te rodea se esfume en lo indistinto». Como es lógico, el juego se clausura de forma circular: «Ludmilla cierra su libro, apaga su luz, abandona la cabeza sobre la almohada, dice: —Apaga tú también. ¿No estás cansado de leer? Y tú: —Un momentito. Estoy a punto de acabar Si una noche de invierno un viajero, de Italo Calvino».

Que los juegos metaliterarios siguen a la orden del día, treinta años después de la muerte de Calvino, lo evidencian el éxito de series como WandaVision, Fleabag, Ramy… y por supuesto, la citada Rick y Morty. Es posible que muchos de esos éxitos televisivos beban del gracejo con el que se desarrolla la detective literaria Thursday Next. Creada por el novelista británico Jasper Fforde, Thursday Next habita una historia alternativa en la que Inglaterra es una república y Rusia aún tiene Zar. Lo más simpático de las siete novelas que ha protagonizado esta heroína tiene que ver con el juego paródico entre la realidad y la ficción, puesto que pulula por dentro de novelas clásicas, investiga tramas literarias y persigue a plagiadores. Como en aquella célebre obra de teatro de Luigi Pirandello, uno de los precursores de la metaficción moderna, hay infinidad de libros en los que parece que los personajes andan en busca de autor. Quizá hasta para asesinarlo.

 

Autores citados

Luigi Pirandello fue un dramaturgo que ganó el Premio Nobel de Literatura en 1934. Renovó la estructura del teatro derribando la cuarta pared con Seis personajes en busca de autor, Cada uno a su manera y Esta noche se improvisa. También cultivó la novela, con referentes como El difunto Matías Pascal.

Enrique Vila Matas nació en Barcelona en 1948. Es uno de los escritores más celebrados en lengua española. Desde que publicó su primer libro en 1973 (Mujer en el espejo contemplando el paisaje) no ha cesado de escribir: más de veinte novelas, libros de cuentos y multitud de ensayos.

Jasper Fforde es el autor de la saga metaliteraria (siete novelas entre el 2001 y 2012) protagonizada por Thursday Next. Así mismo, aunque aún no se ha traducido al español, ha tenido éxito con su trilogía The Last Dragonslayer (La última cazadora de dragones).

Italo Calvino (1923-1985) fue un escritor italiano. Nació en Cuba, fue partisano durante la II Guerra Mundial. Aunque comenzó en el Neorrealismo, derivó hacia una literatura más fantástica y metafórica con títulos como El barón rampante o El vizconde demediado.

 

Libro + frase definitoria

Si una noche de invierno un viajero: circular

El pozo de las tramas perdidas: deconstructiva

El mal de Montano: celebratoria

Seis personajes en busca de autor: rupturista