El título, tan largo: La sociedad literaria y el pastel de piel de patata de Guernsey, es una metáfora perfecta del libro, del que se hizo una película también muy comercial en 2018. El libro era de Mary Ann Shaffer, pero se le había atascado y fue su sobrina Annie Barrows, editora profesional, la que le dio el empujón definitivo a la obra.

A la novela se le nota todo eso: las dos manos, el esfuerzo técnico, gozosamente rentable, la intención de escribir una novela que funcione, la fascinación un poco turística de los americanos por una idea idealizada de Inglaterra. Hay una pizca de Oscar Wilde, unas gotas de P. G. Wodehouse, bastante Jane Austen y una capa de Agatha Christie. La influencia de Helene Hanff, la autora de Charing Cross, 84 es ubicua.

Esta novela son varias: una sobre libros, otra de amor, otra de humor, otra de viajes, etc. Están ensambladas muy bien, aunque se le ven las juntas al puzle. Yo recomendaría este libro para un taller literario, porque en él se puede estudiar muy bien cómo se fabrica una obra literaria. El voluntarismo se ve, pero saliendo adelante: el triunfo de la voluntad. Y es entretenida y gozosa. Decía nuestro Ramón Gaya que se puede llevar una corbata fea, pero sabiéndolo. Se puede leer una novela inteligente, trabajada y amenísima, aunque uno sepa que no es una obra maestra ni tampoco una novela buena en toda la profundidad de la palabra. Pero no importa: el barbero del rey de Suecia tiene dónde recrearse: