Mario Vargas Llosa ha recogido en un volumen sus entrevistas a Jorge Luis Borges y sus escritos sobre él: Medio siglo con Borges (Alfaguara, 2020). El nobel peruano tiene una interesante y freudiana relación con el no-nobel argentino, que da su tensión dramática a lo que podría ser una mera recopilación de textos metaliterarios. La tensión se siente, y funciona. Vargas Llosa admira a Borges profundamente y no deja de reconocerle inmensos méritos literarios y «geoculturales», mientras que (1) le escuece el desdén de Borges por la novela en general y tal vez también por él, (2) le critica su visión demasiado libresca de la existencia y (3) le envidia su carácter de pionero del perfil de escritor iberoamericano tan occidental y culto como el que más de los europeos, sin tipismos ni tópicos, como ha querido ser (y ha sido luego) el propio Vargas Llosa.
Todo esto se refleja en el libro, pero, más que nada, la atracción de Vargas Llosa y la inteligencia de Borges. Es un baile y un duelo, para doble goce del lector. Hay puntos de encuentro. El malévolo ingenio de Borges es aplaudido en casos como «llamar a Lorca “un andaluz profesional”, hablar del “polvoroso Machado”, trastrocar el título de una novela de Mallea (Todo lector perecerá)» o afirmar que los libros de Sábato pueden dejarse sin peligro en las manos de cualquiera. Vargas Llosa que le ha criticado mucho su visión de la vida muy literaturizada disfruta especialmente con Atlas (1984), que es un canto a la vida inesperadamente apasionado de un anciano que ha descubierto al fin el amor, y que nadie como Vargas Llosa podía verlo.
Aun con esos finales puntos de contacto, el barbero tiene que cortar con sumo cuidado, indicando qué es de Vargas Llosa, qué de Borges:
Mario Vargas Llosa:
[Borges] hizo del tumultuoso español lleno de ruido y furia una lengua concisa, precisa, puritana, lúcida y bien educada.
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[Borges] inventó una prosa en la que había tantas palabras como ideas.
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Ninguna obra como la de Borges para enseñarnos que, en materia de lengua literaria, nada está definitivamente hecho y dicho, sino siempre por hacer.
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El puñado de libros que ha escrito, libros siempre breves, perfectos como un anillo, donde uno tiene la impresión que nada falta ni sobra, han tenido y tienen una enorme influencia en quienes escriben en español
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Para encontrar otro prosista tan inteligente como él, hay que retroceder hasta Quevedo
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Vivió leyendo y leyó viviendo
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Igual que su modestia, sus buenas maneras son más un recurso literario que una virtud.
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[Borges en las conferencias] una voz intimidada, como pidiendo excusas, pero, en verdad, con soberbia desenvoltura.
Ninguna obra literaria, por rica y acabada que sea, carece de sombras. En el caso de Borges, su obra adolece, por momentos, de etnocentrismo cultural.
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Jorge Luis Borges:
Recuerdo mi sorpresa y mi alegría cuando supe, hace muchos años, que de mi libro Historia de la eternidad se habían vendido en un año hasta treinta y siete ejemplares.
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[Sus escritores franceses] Montaigne, Flaubert —quizá Flaubert más que ningún otro—, y luego un autor personalmente desagradable a través de lo que uno puede juzgar por sus libros, pero la verdad es que trataba de ser desagradable y lo consiguió: Léon Bloy.
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[Sobre los políticos] ¿Cómo admirar a seres que se pasan la vida poniéndose de acuerdo, diciendo las cosas que dicen y (con perdón) retratándose?
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Ahora, al término de mi carrera literaria, tengo la impresión que he cultivado un solo género: la poesía.