-El Gobierno de Pedro Sánchez ya nos ha indicado cómo debemos celebrar la Navidad. En tres semanas comienza un mes lleno de fechas especiales y quien más quien menos tiene whatsapp echando humo con mensajes consultándose cómo reparten las sillas en torno a la mesa de Nochebuena y Nochevieja. En principio, el plan limita las cenas a seis personas. El caso es que se han filtrado varios borradores con recomendaciones del Ejecutivo limitando la movilidad y las reuniones familiares. Por cierto, la última hora del ministro Illa es que no cree conveniente realizar test, cosa inaudita ya que los test contribuyen a cortar las cadenas de transmisión del virus con mayor rapidez. El caos del Gobierno es demasiado. Las autonomías piden a Illa “más contundencia”.
Porque, al final, todo queda en manos de las autonomías, ¿17 navidades diferentes? Afortunadamente, los españoles (la mayoría) tenemos sentido común y sabemos que mejor poquitos y bien avenidos, no sea que el cuñado o la última novia del primo saque el tema de la política y se arme el Belén. Mejor temas mundanos como ¿se reconciliarán Isabel Pantoja y su hijo Kiko? ¿Este novio guaperas que se ha echado Tamara, le conviene como futurible o le damos la enhorabuena porque lo importante es pasarlo bien dure lo que dure? La Navidad es un sentimiento, no unas noches de fiesta para beber y comer.
Si algo tenemos casi seguro es que el que no vuelve por Navidad, este año, es el cuñado. ¡El invitado estelar de otras cenas! Tiraremos de clásicos a través de videoconferencias. Si hay un clásico es Plácido, la tierna pero ácida cena de Nochebuena cocinada por Rafael Azcona. Y precisamente de Azcona es el libro en el que se preguntaba, como buen visionario, ¿Son de alguna utilidad los cuñados? La editorial Pepitas de calabaza y Fulgencio Pimentel han reunido las aportaciones literarias y gráficas de Azcona para la revista humorística La Codorniz entre 1952 y 1958, el periodo entre su llegada a Madrid y sus comienzos como trabajador de la industria del cine. Los textos pueden leerse sin orden ni concierto, ábralo por la pagina que desee, siempre será una delicia coincidir con encantos como retazos en el tono de Ramón Gómez de la Serna y Miguel Mihura: “Un señor contrae matrimonio con una señorita. Esta tiene hermanos. Como consecuencia, el señor, además de tener esposa, tiene cuñados. Si los encuentra por la calle, ha de detenerse a saludarlos, interesarse por sus problemas, animarlos en las amarguras y congratularme con ellos en sus alegrías. Esto representa únicamente un gasto de tiempo, sin que se derive de tal pérdida ninguna ventaja. Los cuñados son superfluos, vanos y hasta perjudiciales. ¿Qué sucedería de eliminar los cuñados de la sociedad? Nada grave”.
El propio Azcona escribió: “Me encuentro estupendamente haciendo estas cosas: tirarle de la barba a la severidad, a la tristeza, a la melancolía y la estupidez es una delicia”. Déjense llevar por la inteligencia y la ironía del escritor riojano porque reírse es lo mejor que puede pasarle a uno.
-Si creían que nada podría sorprendernos ya en España en este 2020 estaban equivocados. La absurdez no tiene límites. Cataluña nos asaltó recientemente desde los teletipos con la mayor irracionalidad en estos tiempos. Invertirá 2,5 millones de euros para crear, entre 2020 y 2021, una agencia espacial y poner en órbita dos primeros nano satélites dedicados a mejorar la conectividad y observar la tierra. Amárrense los machos. Lo han bautizado como NewSpace -una suerte de NASA catalana. La broma tiene un coste de fabricación de entre medio millón y unos dos millones de euros. Por lo visto, nos sobra el dinero. Pedro Duque, el ministro de Ciencia e Innovación, que por fin salió de su donde sea que estuviera metido, avisó sobre la terminología confusa de la agencia, “no se puede comparar con la NASA”. De la millonada a despilfarrar no dijo nada. Como las desgracias nunca vienen solas nos enteramos también de que el lanzamiento del cohete español Vega, que transportaba el satélite español Ingenio y el francés Taranis, fue un fracaso. Se desvió de la trayectoria prevista ocho minutos después del lanzamiento. Otros 200 millones de euros costó el sueño espacial: “Nuestra idea era fabricar un satélite con grandes prestaciones pero con un precio no muy alto, de ahí el nombre de Ingenio”. Les prometo que no es un guión de Azcona. No pude evitarlo y agarré de mi librería Avería en los confines de la Galaxia, de Etgar Keret, una recopilación de noticias, divertidas y melancólicas, para intentar dar respuesta a las tonterías de nuestra existencia, un diálogo entre lo anecdótico y lo existencial con un tono absurdo y tragicómico. El mundo narrado por Keret es un mundo que, sin duda, ha perdido el rumbo, se está volviendo loco, pero del que hay que reírse para no hundirse en la locura. Les aseguro que los cuentos de Keret le harán sentirse menos solo en la galaxia. Un fragmento: “Sacaba muy buenas notas y tenía los cuadernos muy limpios y, además de curar al género humano, también quería viajar al espacio para ver un volcán en activo. Resulta difícil decir que algo falló en su vida. Ha trabajado en el tema que le interesa, se casó con el hombre al que amaba, tuvieron un hijo precioso, y a pesar de esto le cuesta conciliar el sueño. Puede que porque su amado esposo se ha levantado hace un rato para hacer pis y no ha vuelto”.
-Si hay un episodio ¡otro más! con el que este Gobierno ha dado muestras de descontrol e inseguridad es con lo que está sucediendo en las Islas Canarias, convertidas en el epicentro de la inmigración en Europa. El goteo de llegadas es incesante. Y no nos extrañan las amargas quejas de la alcaldesa de Mogán contra la pasividad del Gobierno. Dramático. Aún más en un momento tan delicado para uno de los puntos claves del turismo en España. A los inmigrantes irregulares no se les puede devolver a sus lugares de origen por la pandemia de coronavirus Covid-19 y las limitaciones a la movilidad. Entonces, después de que el ministro de Interior, Grande-Marlaska, asegurara que no se trasladaría a ningún irregular desde las islas, Sevilla recibía la primera treintena de inmigrantes ilegales que el Gobierno trasladaba desde Canarias.
¿Dónde está aquel Sánchez que recibía entre abrazos a los inmigrantes del Aquarius en Valencia?
Julian Barnes decía: “Éste era otro de nuestros temores: que la vida no resultara ser como la literatura”. Con estas noticias es imposible no acordarnos de Las uvas de la ira, de John Steinbeck, todo un relato sobre inmigración, pobreza y dignidad. En plena Gran Depresión se recrudecen las luchas de trabajadores agrícolas migrantes. La historia de Steinbeck gira en torno a la búsqueda de la tierra prometida, California, de una familia de Oklahoma. Sus dificultades y las circunstancias a las que se enfrentan: los trabajos que les esperan serán escasos, la paga será ínfima… Steinbeck recibió multitud de críticas de ofendidos por lo que definieron ‘discurso socialista’, incluso quemaron copias del libro y lo prohibieron en bibliotecas y escuelas. No obstante, fue la novela más vendida de 1939 y ganó el premio Pulitzer en 1940. Viendo la trágica situación económica que vive España coincido con Rosa Belmonte en que, a este paso, llegará el momento de la pobreza absoluta y “me veré como Jane Darwell en Las uvas de la ira (espero que no tan gorda) teniendo la obligación de abandonar Oklahoma camino de California (o del campo de Cartagena o de Huelva) a recoger lo que sea en el campo”.
-A veces desearía que leyendo pudiéramos acercarnos al corazón de las cosas. Necesitamos ver más allá de lo que nos muestran. Parece que los gobernantes que rigen nuestro futuro lo ven todo, pero no son capaces de actuar. Hay discursos en política que me chirrían. La crisis política estaría bien si rectificaran malas prácticas y levantaran debates, pero que los árboles no nos impidan ver el bosque. Los arboles te enseñarán a ver el bosque, de Joaquín Araujo es toda una invitación a la reflexión: “Nadie es dueño de un paisaje entero, y sin embargo nada te da más posesión de ti que la contemplación de lo infinitamente más grande que tú”.
El bosque que algunos no ven estaría formado por los millones de parados, la mala gestión ante la pandemia y los miles de fallecidos, todo con medidas presentadas a modo de pócima milagrosa. Las incertidumbres, las dudas, el peso de las ausencias… la realidad se acaba imponiendo y no podemos huir de la historia. Afortunadamente, está la literatura que nos pone orden y nos aporta las respuestas que el día a día no nos proporciona. Joaquín Araujo ha concentrado 50 años de poesía, divulgación científica y activismo en defensa de la Naturaleza. Los árboles te enseñarán a ver el bosque es la réplica a un conocido refrán “que es extraordinariamente erróneo”. Nada como los árboles para ayudarnos a ver los bosques, “conectar con la Naturaleza y reencontrarnos con nosotros mismos. Seguir en contacto con lo que nos mantiene vivos, con lo que respiramos, lo que comemos”. Porque no somos independientes de los procesos de la vida.
-Si hay algo que me molesta, últimamente, de estos meses de pandemia, entre otras muchas cosas, es esa frase que repiten continuamente: “Estas navidades no serán normales”. Como si estuviéramos viviendo algo normal desde hace ocho meses. Por suerte parece que, por fin, la expresión ‘nueva normalidad’ ha desaparecido. Me fascina pensar por qué elegimos unas palabras y no otras para expresarnos, sus matices, cómo creen estos políticos que pueden impactarnos con ellas. Esta vida inesperada está creando un montón de escenarios distintos. Nos quedan los puntos débiles, las grandezas y las mezquindades. Desubicados como estamos, frágiles, humanos… Un reciente estudio señalaba que el 23% de los españoles cree que su vida nunca volverá a ser como antes. Además, la realidad que se abre tras la pandemia trae también más preocupaciones. Algunas de ellas son la posibilidad de que se produzcan otras epidemias y su precaria situación financiera tras la crisis sanitaria. En concreto, el 53% de los encuestados nacionales decía afrontar el fin de la desescalada con miedo a futuras pandemias, y el 52% reconoce que sus finanzas personales no serán las mismas. Todos ellos porcentajes superiores a la opinión expresada por los encuestados por ejemplo en China, Reino Unido o Estados Unidos. El título De un mundo que ya no está, Israel Yehoshua Singer, es el reflejo de hoy. Israel fue uno de los más grandes y potentes narradores del siglo XX. Proyectaba relatar su vida, proyecto que se truncó tras su muerte a los 51 años por un ataque al corazón. Es una emotiva narración. Sus primeros años de vida recreados desde el punto de vista de un niño. Todo lo que se cuenta posee una veracidad cargada de inocencia como un magnífico contrapunto literario para entender lo que suponía el miedo que se vivía en los hogares, la resignación a las humillaciones públicas, las acusaciones por cualquier delito, sólo justificadas por el hecho de que se fuera judío así como la gran esperanza de que cada año fuera “el gran año”, el año en que naciera el Mesías. De un mundo que ya no está representa un valioso testimonio de naturaleza histórica evocando la infancia en la población judía de Lentshin, cerca de Varsovia. La nostalgia de otra vida narrada tan real como que hay flores que se abren en marzo y flores que se caen cuando finaliza el verano.