El cineasta y dramaturgo Félix Sabroso subía un post en su Instagram, esta semana, refiriéndose al poema Nada sucede dos veces, de la poeta Wislawa Szymborska. La poeta polaca alcanzó renombre mundial cuando ganó el Premio Nobel de Literatura en 1996. Nada sucede dos veces proviene de la colección de poemas, de 1957, de Szymborska titulada Llamando al Yeti. La trama gira alrededor de esta afirmación tan contundente: la inevitabilidad del cambio. Nos recuerda y nos lleva a la palabras del filósofo Heráclito cuando decía aquello de “no es posible meterse dos veces en el mismo río”. ¿Qué opinarían si les pregunto: si supiera ahora lo que sabía en aquel entonces…? A veces nos surge ese dilema filosófico. Incluso cuando el amor está presente la poeta pasa de admirar a una maravillosa rosa al incansable y doloroso tic-tac del reloj. Es un cambio que incordia, pero muy eficaz a la hora de recordarnos que el tiempo es implacable y avanza con la misma precisión. El mensaje es que somos diferentes a cualquier otro ser humano que haya existido, que existe actualmente y que existirá alguna vez. “No es el mismo ningún día, no hay dos noches parecidas”, por lo que todos los sentimientos de miedo y dolor son, en cierto modo, innecesarios. Recuérdenlo. Tras estas lecturas te das cuenta de las oportunidades que tenemos ante nosotros en todos los momentos de nuestra vida. En definitiva, cada día es una oportunidad. Afrontemos con esa certeza y con esa esperanza cada día.
De literatura y cine
Félix Sabroso está en plenos ensayos de una nueva obra de teatro. Hace una década, junto a Dunia Ayuso, estrenaba La gran depresión, con Loles León y Bibiana Fernández. Estos días está feliz por mostrarnos el cartel de la nueva versión de la obra protagonizada, esta vez, por otras dos mujeres: Antonia San Juan y Nuria Roca. “Todo un homenaje respetuoso a la alta comedia de los cincuenta, festejando lo femenino y escarbando en las contradicciones humanas”, señala Sabroso. Arrancan gira en Canarias a finales de Febrero y después recorrerán España.
-Si algo tiene claro, entre otras muchas cosas, el dramaturgo Alberto Conejero, premio Nacional de Literatura Dramática por su obra La geometría del trigo, es que la poesía nos hace mejores. Si descubres un incendio, fue su primer poemario con el que se reveló como una de las voces líricas a tener en cuenta. Hace unos días escribía unas palabras de Alejandra Pizarnik en Instagram: “Entre otras cosas escribo para que no suceda lo que temo; para que lo que me hiere no sea”; y Conejero apuntaba, “lecturas para alejar lo malo”.
Descubriendo a una poetisa
Alejandra Pizarnik era a la vez tan moderna como trágica, y tan clásica como moderna, con una inmensa sensibilidad y a la que le afectaba la vida de forma particular. Pizarnik encontró en la escritura un hogar, utilizándola como un puente para expresar tormentos y desencuentros. Cuentan que la escritura operaba en ella a modo de conjuro. “El oficio de la escritura existía para ella para exorcizar o para alejar los fantasmas que proyectaba del pasado”. “Se ha dicho que el poeta es el gran terapeuta. En este sentido, el quehacer poético implicaría exorcizar, conjurar y, además, reparar. Escribir un poema es reparar la herida fundamental, la desgarradura. Porque todos estamos heridos”, decía en una entrevista. Ella concebía la poesía como “un lugar donde lo imposible se vuelva posible”. Pizarnik escribió sin descanso desde los quince años, “por fervor, fidelidad, devoción, seguridad de que allí está la vía de salvación”. ¿De qué había que salvarse?, no lo sabía, y acaso por eso escribía. “Escribir poesía, ella lo supo muy bien, es una actividad peligrosa”, explicaba la poeta Becciú.
–Milena Busquets, autora del reconocido y superventas También esto pasará, recomienda desde su Instagram La última flor. Una parábola en imágenes, de James Thurber. Señala la escritora: “Libro maravilloso”. Y destaca que “los libros más bonitos, cuidados y elegantes de este país los hace Elba Editorial”. James Thurber fue un humorista, dibujante, dramaturgo y periodista, autor de casi cuarenta libros, incluidas colecciones de ensayos, cuentos, fábulas, obras de teatro y cuentos infantiles. Trabajó como periodista antes de unirse al personal de The New Yorker. Él