Jesús Terrés es valenciano, escritor, director creativo y fundador de LOBO (Agencia digital) y buen tipo. Su palabra favorita es “lucidez” y maneja adjetivos como si fueran de la familia. No le pega nada que sea hortera por eso no diremos lo de “muy amigo de sus amigos” pero, sin duda, es amigo de sus lectores. Sus colaboraciones en Conde Nast Traveler, GQ y Vanity Fair han cobrado vida propia; es director de la Guía Hedonista  y autor de Nada importa, su primer libro de relatos publicado por Círculo de Tiza en junio de 2020. Lo de Jesús parece un continuo apostar por caballos ganadores: gastronomía y Levante y el hedonismo como forma de vida. Pero oigan, qué difícil es convencernos a veces de que lo bueno está “al ladito” y que lo cotidiano es lo excepcional. Terrés ha encontrado la manera; una pluma sobresaliente, imágenes evocadoras y una legión de suscriptores que trafican con su newsletter y le leen como si fuera un profeta o hiciera arder zarzas ante sus ojos. Mientras, él, sangra por la herida. O sea, escribe.

 

Culturilla general de Jesús Terrés

Ensayo, novela y poesía. ¿Sí a todo? Recomiéndenos tres.

Sí a todo, que en la cultura hay que ser (bueno, yo lo soy) promiscuo, infiel, vicioso, exuberante. Gratitud de Oliver Sacks, Revancha de Kiko Amat y Ya no será de Idea Vilariño; mañana te diría otros, claro.

 

 

¿Qué tipo de lector es? ¿De pijama y mesita de noche? ¿De biblioteca y chimenea? ¿De metro o parque público (cuando podía)?

En lo relativo a la lectura no participio de ese maravilloso club de Vázquez Montalbán: como fuera de casa en ningún sitio. Vengo a decir con esto que leer uno lee en cualquier parte pero ninguna lectura como en el sofá de siempre, bajo una manta de mohair y un güisquito cerca, clin clin. En esto pienso como Gómez Dávila: “Que rutinario sea hoy insulto comprueba nuestra ignorancia en el arte de vivir”.

 

¿Tiene “manías” a la hora de leer (ediciones, doblar páginas, subrayar o hacer anotaciones)?

Subrayo, doblo, empapo, maltrato (en realidad quién maltrata es el sol) y casi siempre dejo restos de arena entre las páginas. ¿Ediciones? ¿Para qué? Los vinos están para bebérselos y los libros para leer.

 

Si tiene, ¿cómo es su ex libris?

Es el monograma de mi marca, que viene a ser como un hierro para cosas bonitas —o yo lo quiero imaginar así. Como un corcel, como un gorrino, como un foulard de una señora del barrio Salamanca. Con lo cara que está la libertad y he acabado marcando mis libros, cómo es la vida.

 

¿Cómo elige usted sus lecturas?

El más absoluto caos gobierna mi criba. Amigos que quiero, fajas rotundas, cubiertas bonitas (sí, y qué), el run run de la columna, olfato, intuición, corazonada: yo qué sé.

 

Relato, artículo, entrada de blog… pieza no contenida en un libro que retenga en la memoria.

Tomás de Raúl del Pozo; creo que podría recitarlo, como un Padrenuestro o un bolero.

 

Pierre Bayard nos explicaba cómo hablar de los libros que no se han leído. ¿Con cuál lo ha hecho alguna vez?

Supongo que ‘En busca del tiempo perdido’, por aquello de dármelas de vete tú a saber qué. Quién no ha sido joven, ¿verdad? Quién no ha sido imbécil.

 

 

¿Sigue alguna norma concreta a la hora de ordenar su biblioteca?

El desorden reina en mi biblioteca, pero es que tampoco guardo tantos libros: he regalado, donado, metido en cajas que siguen en el trastero… y es que además: cada vez más pereza ese afán del intelectual machirulo que presume de sus “miles de libros” como medallita de toda su gallardía, valiente, monstruo. Tienes un cojón de libros, sí… ¿y qué? En el fondo es el mismo impulso que presumir de las válvulas de un coche o los Borgoñas en la cava. Cositas veredes. Qué manía con medírsela, de verdad.

 

Maquiavelo se acercaba a los libros con ropas curiales, ¿qué obra/autor le merece tal reverencia?

Ninguno, que son libros. La vida es otra cosa.

 

¿Librerías “de viejo”, de barrio, grandes superficies, webs especializadas para adquirir libros?

Dejadme ponerme intenso: las librerías de siempre nos han convertido en las personas que somos y si podemos decir que hemos tenido un Camelot, su cancerbero probablemente ha sido el librero (librera, en mi caso) en torno al que creciste, ese que te descubrió Macondo, Yoknapatawpha o Wakanda. Y por eso hay que defenderlas hasta la extenuación, cuchillo en los dientes, farrucos ante lo inevitable. Me gusta mucho el relato de la Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros (CEGAL): “Mientras existan librerías existirá esperanza”. Pienso lo mismo.

 

He venido a hablar de mi libro: Nada importa

Nada importa se publicó durante el confinamiento. ¿Algunos de sus textos se escribieron, también, durante una  suerte de debacle personal? 

Los textos recorren casi una década, diez años a través de aquel mundo nuestro previo a la pandemia. (Nada importa, Jesús Terrés, Círculo de Tiza, 2020) Y sí, la verdad es que un buen puñado de los relatos están escritos desde la más absoluta mierda, desde un pozo oscurísimo al que espero de verdad no volver. Recuerdo un par, El río o Quedarse o irse: “No tirar la toalla, hasta el fin, hasta el agotamiento. Seguir, cuando no hay motivos. Que duela —y a pesar de todo, quedarse”. Estaba hecho polvo, tres días de psicoterapia a la semana, ni un asidero al que agarrarme. Bueno, uno: escribir.

 

 

Círculo de Tiza está haciendo una gran labor recopilatoria, ¿fue una sorpresa que le propusieran un libro con sus artículos o es algo que se había planteado alguna vez?

Fue una sorpresa que lo propusieran, fueron (son) sorpresas cada una de las ediciones que han ido llegando, fue una sorpresa que Laura (mi mujer) estuviese esperándome a la vuelta de aquel verano, fue una sorpresa esta entrevista. Soy Julia Roberts en Pretty Woman, me sorprendo con muchísima facilidad.

 

En sus textos aboga por lo hedónico, lo bello de lo cotidiano y las certezas escasas, ¿la pandemia ha matizado esa mirada o la ha reforzado?

La ha reforzado, sin ningún lugar a dudas. Las pequeñas cosas (el café, el libro, regar una planta, el ronroneo del gato) han mutado en gigantes. Ya no hay prisa, ya no hay malditas ganas de impresionar a nadie porque no queda nadie a quien impresionar, solo ratitos para ser feliz.

 

He leído que no quiso retocar nada de los artículos más antiguos para no traicionar su esencia ni hacer “trampa”. ¿Qué relación tiene Jesús Terrés con lo que escribió hace años?

Somos como el Rey y la Reina de alguna monarquía centroeuropea tirando a rancia: rancia, como debe ser. Vamos de la mano al Baile de la Rosa y sonreímos de aquella manera en el photocall, pero dormimos en camas separadas. De vez en cuando nos cruzamos en el pasillo, yo con mis pantuflas y mis galletas de mantequilla: “¿Todo bien, darling?”.“Todo bien”.

 

Su universo como escritor lo conforman sus viajes, la gastronomía, sus “fetichismos” (permítame llamar así a su apuesta por objetos icónicos) y sus lecturas. En esto último, como lector voraz de la sección de opinión, ¿quién inspira a Jesús Terrés?

Venga una confesión: ese momento de la mañana es quizá el mejor momento del día. Jabois, Guerriero, Lucas, Sostres, Trueba, Lindo, Arcadi…

 

Obviamente, su faceta como director creativo y la de escritor están interrelacionadas, pero, ¿qué fue antes? ¿Cuándo y cómo nace el Terrés escritor?

Esto que voy a decir me ha costado veinte años decirlo. Solo hay un Terrés: el escritor.

 

¿Qué viaje hará primero cuando se pueda?

A celebrar el cumpleaños que no fue como Dios manda, en casa de Bittor. Y fuera, Highlands, que tiene exactamente el color —los miles de colores— de la vida que yo quiero vivir.

 

Usted escribe semanalmente una carta a sus lectores, imagino que muchos le sienten como a un amigo, ¿qué recibe de lo que da?

Escribir es doloroso pero compensa, en parte, por todo el cariño que recibo. Sin rastro de cinismo en este punto: el afecto de vuelta merece cada tajo.

 

¿El siguiente paso es una novela o no le tienta la ficción?

Yo solo quiero hablar de amor. Los géneros, formatos y etiquetas cada vez me importan menos; escribir, desangrarse, alumbrar. Qué más dará cómo.

 

¿Qué pide Jesús Terrés en Vuelve Carolina?

Un pisco y lo que Quique diga. Pero si tengo elegir yo: ceviche costero, los patacones y el pez raya.

 

Quiz show

Libro que más veces ha leído.

Born Again.

 

Primera lectura que recuerda en la infancia.

Pues puede que Stevenson, La isla del tesoro.

 

 

Autor del que haya leído toda su obra.

Houellebecq, Loriga, Benítez Reyes, Busquets. Cuando alguien me interesa, me interesa.

 

Recomendación que nunca falle.

Dios me libre de asomarme a dar una recomendación que nunca falle.

 

Libro/s que tiene ahora entre manos.

Llevo demasiados entre manos, què hi farem. Por ejemplo Vivir abajo de Gustavo Faverón.

 

Libro que le hubiera gustado protagonizar.

Soy de poco desear lo ajeno, pero vamos a decir ‘A good year’ (que no he leído).

 

Película que haga justicia al libro en el que se basa.

El Padrino.

 

Libro que supuso un antes y un después.

Las Sonatas de Valle Inclán. El otoño, para ser exactos.

 

Libro que haya regalado para ligar.

Píldoras Azules, pero era tan solo para que se lo leyese: le encantó. Se liga escuchando, no regalando libros.

 

Necesita papel para hacer una barbacoa. Elija un libro de su biblioteca.

Pompa y circunstancia de mi queridísimo Ignacio Peyró (puedes leer aquí la entrevista a Ignacio Peyró). Es bien gordo, buen papel, buena lumbre. Luego beberíamos mejor que mucho y me lo perdonaría todo.

 

 

Adenda

 

¿Qué libro le gustaría encontrar en la mesilla de noche de la persona amada?

Uno que no: el mío.

 

Si se cumpliera la pesadilla de Gógol de ser enterrado vivo, ¿qué tres libros desearía que le introdujesen en el ataúd?

Digo yo que Justine o Trópico de Cáncer. Jodido, pero contento.

 

 

Primer libro que compró con su propio dinero.

Si casi no recuerdo el último que compré como para recordar el primero; pero puestos a decir, diría que quizá El Club Dumas. Me gustó muchísimo.