Con mi lectura adolescente, o sea, de hace un siglo, que encima hice con mi mal inglés, ya daba por amortizada la lectura de El retrato de Dorian Gray. Menos mal que mis alumnos del libro-fórum, pudorosamente cansados de mi querencia a la comedia y a las horas luminosas, me pidieron que el curso de este año versase sobre «El hombre ante el abismo». Y aquí estamos, asomados.
Impresionante lectura, que gana si comparada con su inmediato precedente de Stevenson, la novela Dr. Jeckill y Mr. Hyde, con la que comparte tantas cosas, salvo una visión católica del alma humana y del pecado. El retrato de Dorian Gray es el correlato objetivo brumoso de la añoranza de Wilde por el confesionario, cuyo magnetismo se deja sentir en toda la obra. Una vez, en el centro de la novela, explícitamente, y luego en la necesidad constante que tiene Dorian Gray de contarle su secreto a quien sea.
Literariamente es una joya, como de Wilde; pero tiene además un encanto añadido: saber a qué esfera o dimensión se refiere cada frase en este libro que versa sobre la doble vida, la que lleva el protagonista, por supuesto, pero reflejo o retrato de la que llevaba por entonces Wilde, y símbolo de la que llevamos todos. «La más alta forma de crítica, igual que la más baja, es un modo de autobiografía», dice Wilde, para aclararnos las cosas. El libro nos propone este reto: ver qué frases brillantes –son continuas– pertenecen a cada esfera. Muchas son fuegos de artificio para encandilar al lector con la genialidad del Wilde rutilante. Ejemplos: «Sólo hay una cosa en el mundo peor que lograr que la gente hable de uno, y es que la gente no hable de uno». O ésta: «Es mejor no distinguimos de nuestros prójimos. En este mundo, el feo y el estúpido se llevan la mejor parte». En cambio, muchas son calas en la profundidad real del alma humana. Wilde espera que el lector, instintivamente, las distinga y sonría con unas y con las otras se estremezca y examine su propia conciencia. El barbero, para ustedes, escoge sólo estas últimas.
Pero antes haré un resumen del final, que es un último golpe de genio sobre la mesa. Si pretenden leer la novela, pueden saltarse este último párrafo e ir directamente a la selección de frases. Porque aquí quiero ponderar el acierto de Wilde de hacernos creer que el remate del protagonista será la venganza de James Vane, de la que inesperadamente Dorian Gray se libra por la fuerza de su propio maleficio, al aparentar ser mucho más joven que los hechos que quieren ser vengados. Y todavía hay más: finalmente un inesperado golpe de fortuna, tan inesperado que se diría sobrenatural, aunque lógico, vuelve a salvarle. El auténtico final sólo podía venir de la propia voluntad del protagonista, del mismo modo que sólo uno se condena espiritualmente a sí mismo o, arrepintiéndose, se salva. ¿La obra del exquisito británico concluye con un muy hispánico «un punto de contrición/ da a al alma la salvación»? Eso queda abierto a la discusión del libro-fórum, pero no la tersura de estas frases:
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El intelecto es en sí mismo un modo de exageración
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Todo retrato que se pinta con sentimiento es un retrato del artista, no del modelo.
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Ahora bien, el valor de una idea no tiene absolutamente nada que ver con la sinceridad del hombre que la expresa.
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Como suele ocurrir con las personas que intentan agotar un tema, acabó agotando a sus oyentes.
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—¡Qué horror! —exclamó lord Henry—. Puedo soportar la fuerza bruta, pero la razón bruta es realmente insoportable.
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El camino de las paradojas es el de la verdad
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Hoy en día, la gente sabe el precio de todo, y no conocen el valor de nada.
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Hay muchas cosas que tiraríamos a la basura si no temiéramos que alguien pudiera cogerlas.
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Ya sabes lo conmovedora que puede resultar una voz. La tuya y la de Sybil Vane son dos cosas que no olvidaré mientras viva.
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Una gran distinción. Lo corriente es ir a la quiebra por haber invertido demasiado en la prosa de la vida. Arruinarse por la poesía es un honor.
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Los buenos artistas existen sólo en lo que hacen, y por ello carecen absolutamente de interés como personas. Un gran poeta, un gran poeta de verdad, es la menos poética de las criaturas.
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La experiencia no tiene ningún valor ético. Es simplemente el nombre que damos a nuestros errores.
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Estar enamorado es sobrepasarse a uno mismo.
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Cuando estamos contentos siempre somos buenos, pero cuando somos buenos no siempre estamos contentos.
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A mi modo de ver, que un hombre culto acepte los cánones de su época es un ejemplo de la inmoralidad más flagrante.
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Puedo imitar una pasión que no siento, pero no puedo imitar una pasión que me abrasa como el fuego
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Siempre hay algo ridículo en los sentimientos de aquellos a quienes hemos dejado de amar
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[Dorian Gray] Un temperamento sobre el que parecía, en ocasiones, haber perdido el control.
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Los espejos pálidos recuperan su vida mímica [con la luz del alba]
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Se puede juzgar a un hombre por el efecto que tiene sobre sus amigos. Los tuyos parecen perder el sentido del honor, de la bondad y de la integridad. [Basil a Dorian]
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Eres un escéptico. —¡Jamás! El escepticismo es el principio de la Fe.
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Temiendo la muerte con un pánico ciego, pero sintiendo indiferencia ante la vida. [Final al que parecen abocados todos los Doriangrays del mundo y nuestro tiempo.]
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