El barbero del rey de Suecia ha leído y releído con mucha curiosidad –mitad política, mitad poética– el Romance de Ferraz, que el día 21 de noviembre fue solemnemente recitado desde una escalera de mano a la sombra de la sede del PSOE. Celebra y motiva a la movilización, pero cogiendo carrerilla en el pasado y saltando esperanzadamente hasta el futuro. Yo diría que está bien hecho, pero juzguen ustedes.

Tras la sorpresa, me puse a recordar la poesía política. Empezó en Grecia y en Roma y siguió con los trovadores. Cuidado, que la tradición es nobilísima. Tuvo en nuestra guerra civil un momento de esplendor. Octavio Paz argumentaba, no obstante, que Rafael Alberti fue un comunista muy superficial y que, por eso, su poesía de combate es tan mala (nada comparable a su poesía nostálgica de Retornos de lo vivo lejano o a su pasión artística en A la pintura). Sí fue un gran poeta político Miguel Hernández con su Viento del pueblo. Se nota su grandeza en que desde la orilla ideológicamente contraria es imposible no leer la mayoría de esos poemas suyos con auténtica emoción. El poema Vientos del pueblo me llevanes un canto a la patria común y al valor que todavía ahora (o más aún ahora) estremece. Difícil no ser arrastrados por su vendaval de poesía auténtica.

Como del Romance de Ferraz no se sabe el autor, salvo que son varios, me acordé especialmente del libro Los versos del combatiente, encontrable en Iberlibro, aunque a precio prohibitivo. Se publicó por Ediciones Arriba y estaba firmado por José R. Camacho, nombre del hermano de Luis Rosales, que fue el autor mayoritario de ese conjunto de poemas. Colaboraron con él, Luis Felipe Vivanco, Manuel Machado, José María Pemán, Leopoldo Panero y, muy posiblemente, Dionisio Ridruejo y Agustín de Foxá. Explica Abel Feu: «La duda de la participación se produce porque ninguno de los versos venían firmados (en el primer poema se lee “de estas canciones/ nunca el autor se sabrá,/ son de nadie y son de todos”) y, al tratar de identificarlos muchos años después, Rosales no pudo reconocer ninguno, pero estaba seguro de su colaboración. Después de tanto tiempo el poeta solamente señaló como suyos nueve poemas y cinco probables».

En la poesía completa de Luis Rosales se recogen ésos. Llevado por la curiosidad, he ido a releerlos. Me ha sorprendido su calidad poética. Y todavía más: su serenidad y hondura. No olvidemos que fueron escritos en primera línea del frente. Incluso, en el poema «Las dificultades», que reproduzco completo, encontramos un humor casi no negro. El barbero ha escogido sus versos preferidos: