Sara Carbonero está leyendo ‘Una temporada en el purgatorio’, de Dominick Dunne, otrora columnista de Vanity Fair USA. Novela que contiene muchos ecos de la familia Kennedy. Seguro que muchos, en esta época pandémica, están comentando con sus allegados que les cuesta más conciliar el sueño. Tengan en cuenta que el dormir es tan importante para la salud que siempre se ha argumentado que antes se produciría la muerte por falta de sueño que por hambre. Así que pongan remedio, parece que la temporada de insomnio se va a alargar.
Algunos logran atenuar la ausencia de Morfeo con la reiterada presencia del televisor frente a la cama pero las noches en blanco son también el paraíso de las lecturas, un duermevela entre aventuras, amores y desamores de otros. Algo parecido le ocurrió a Sara Carbonero hace unos días. Noche de insomnio en plena tormenta, entre rayos y truenos, y un thriller entre manos. No podía haber elegido una lectura mejor para un ambiente tan apocalíptico. Muy recomendable. Muy fácil de leer con una historia que te mantiene enganchado hasta el final. Sé de alguien que lo ha devorado en dos tardes: “A la mañana siguiente, en la pista de tenis, Constant y yo tuvimos que esperar a que Kitt y Mary Pat acabaran la clase con su profesor antes de empezar nuestro partido. “Hola, chico”, dijo Kitt al salir de la pista. Kitt llamaba “chico” a todo el mundo. Todos ellos lo hacían, pero Kitt especialmente. Cuando te llamaba así, sabías que habías sido aceptado. No eras exactamente uno de ellos, pero sí una de las personas que orbitaban alrededor de su magnificencia”.
Cuenta Lorenzo Caprile que leer y leer es su sueño dorado. Ha logrado formar una biblioteca maravillosa con una estancia aparte, como no podía ser de otro modo, muy completa especializada en moda. El espacio en el que vive es biblioteca y, por otra parte, muchos de los trajes que salen de su taller conviven en un almacén donde también guarda más libros. En las entrevistas siempre ha confesado que no tenía televisión. Hasta hace poco. Pero sólo la enciende para ver el Canal 24 horas. Y, supongo que para ver Maestros de la costura. En realidad, lo que al modista le apetece es leer. De Lorenzo Caprile conocemos su formación como modista en el Fashion Institute of Technology de Nueva York y en el Politécnico Internacional de la Moda de Florencia pero, además, es licenciado en Lengua y Literatura por la Universidad de Florencia lo que le ha ayudado a trabajar también en la creación de vestuario para teatro y ópera como figurinista. Sabemos que Lorenzo no da puntada sin hilo y esta semana destacaba en su Instagram unos versos del nuevo poemario de Javier Ruibal ‘Coraza de barro’ (Aguilar), que ya estaba escrito y su publicación quedó en suspenso por el confinamiento.
Las letras del gaditano Ruibal siempre son un respiro entre tanta ansiedad. Y este poema puede sonar incluso como un aforismo.
“Entre la necedad
Y la necesidad
Hay un sí de diferencia.
Tú decides”
Gabriela Ybarra, autora de El Comensal, nos invita a sus tardes por el parque leyendo a Idea Vilariño. A otras personas ya no son únicamente las tormentas o las preocupaciones lo que les arrebata el sueño, tener un hijo acarrea despertares en la madrugada y biberones a horas intempestivas. Desde que Gabriela es madre lee mucho en audiolibro y en el teléfono móvil. Es tanta su dedicación a la lectura que recuerda aquel día, justo cuando su hijo se despertaba de la siesta, cómo le anunciaban que El comensal (ed. Caballo de Troya) ya aparecía en la longlist del Man Booker International. En estos días le acompaña la poetisa uruguaya Idea Vilariño, “que vivió y amó intensamente hasta los 89 años. Dejó 300 páginas de poemas y la pulcra certeza de que fue una de las grandes –grandes– poetas del siglo XX en lengua española”, escribía Leila Guerriero. Además, creo que Idea estaría plenamente adaptada a esta época y entre otras cosas sería una gran amante de los selfies, presencia imponente tenía: “Le encantaban las plantas y las fotos –dice Ana Inés Larre Borges, editora del libro Idea Vilariño.
La vida escrita (Cal y Canto, 2008). Fotos de ella misma tenía muchísimas, las atesoraba. Creo que tuvo siempre una gran conciencia de sí. Como que cada gesto, cada decisión en su vida”. El poema que Gabriela Ybarra nos regala es “Ya no será”, que escribió Vilariño cuando puso fin a su relación con Juan Carlos Onetti.
Ya no será
ya no
no viviré contigo
no criaré a tu hijo
no coseré tu ropa
no te tendré de noche
no te besaré al irme
nunca sabrás quién fui
por qué me amaron otros.
No llegaré a saber por qué ni cómo nunca
ni si era de verdad
lo que dijiste que era
ni quién fuiste
ni qué fui para ti
ni cómo hubiera sido
vivir juntos
querernos
esperarnos
estar.
Ya no soy más que yo
para siempre y tú
ya
no serás para mí
más que tú. Ya no estás
en un día futuro
no sabré dónde vives
con quién
ni si te acuerdas.
No me abrazarás nunca
como esa noche
nunca.
No volveré a tocarte.
No te veré morir.
(1958)
La cantante Luz Casal es una gran lectora. Hace poco reconocía que “afortunadamente, el confinamiento me pilló con tres libros en mi maleta, entre ellos Las ciudades del mar, de Josep Pla”. Una maravillosa forma de viajar por el Mediterráneo y otras zonas de interior sin salir de casa. Confiesa que empezó a leer gracias a una profesora que le abrió “los ojos, aunque con poca disciplina”, es decir, devoraba todo lo que caía en sus manos, de un género a otro y de unos libros para adultos saltaba a otros para jóvenes lo que, por otro lado, le sirvió como aprendizaje y educar su criterio. En estos momentos está leyendo ‘Suave es la noche’, de Francis Scott Fitzgerald, novela que tardó ocho años en escribir. Según Vila Matas Suave es la noche está casi a la altura de El gran Gatsby, su obra maestra, “relata una historia de amor con psiquiatra y paciente y cambio de papeles en un momento determinado: una pareja con todo para ser feliz”. Fitzgerald utilizó el verso de John Keats “Already with thee! Tender is the night”, de Oda a un ruiseñor, para titular esta novela. Luz se muestra apasionada con esta lectura y nos los argumenta: “No es suficiente la juventud, ni la belleza; tampoco es suficiente el dinero o el éxito profesional y social para asegurar la perdurabilidad del amor”. Con frases que se te clavan en el alma al hilo del sufrimiento de sus protagonistas: “No voy a pedir que me quieras siempre como ahora, pero si te pido que lo recuerdes” porque, ténganlo claro, el verdadero amor trasciende, se despoja de toda expectativa.
La modelo Eugenia Silva recurre a los libros siempre que necesita escapar de la rutina y disfrutar de unos ratos de descanso para ella sola. Es en los aviones, apagando el móvil, donde se da un respiro. Confiesa que le gusta leer libros de todo tipo: novelas de misterio, históricas, biografías, de cine, de pintores… Cuentan que llamaba mucho la atención entre las personas del gremio del modelaje mientras la maquillaban, la peinaban o esperaba entre cambios, antes de desfilar o durante los castings, verla llegar siempre acompañada de un libro. Y recuerda con cariño como el desaparecido diseñador Lagerfeld le recomendaba leer a la marquesa Luisa Casati. Uno de los libros que más relee es 24 horas en la vida de una mujer de Stefan Zweig. Esta semana, en Instagram, nos invita a leer a John Cheever, el gran escritor estadounidense de novelas, pero que ha pasado a la historia mayúscula de la literatura como escritor de relatos. “He loved the world, and the world love him” nos dice Eugenia con The stories of John Cheever entre sus manos. La colección clásica más vendida del autor contiene 61 historias que él mismo seleccionó. Cheever fue Ganador del Premio Pulitzer de ficción de 1979 y del Premio Nacional del Libro de 1981. Nueva York: Alfred A. Knopf, 1978. Muchas de las historias recopiladas en este volumen fueron publicadas inicialmente por The New Yorker. Muy recomendable y pueden estar tranquilos, encontrarán incluido su archireconocido relato ‘El nadador’. Sin embargo, una de las delicias de una colección tan rica será el descubrimiento de otras historias no tan conocidas que, ya les digo, les causarán un gran agrado. Cheever dijo al respecto de su oficio: “El cuento debe ser algo tan fluido como tu vida”. No digo más, se verán identificados como muchos capítulos salidos de su pluma.