El pasado jueves asistimos en España a otro episodio de esos que te hacen exclamar: “¡Me pinchan y no sangro!”. Aprobada la enmienda transaccional pactada por PSOE, Podemos y ERC a la ‘ley Celaá’ que elimina la referencia al castellano como lengua vehicular y oficial. Para empezar, este acto es anticonstitucional. Por otro lado, la lengua es símbolo de unidad. El castellano, lengua vertebradora del Estado y símbolo de unión. Todo lo demás es llevarnos a la división. Llegamos al quid de la cuestión: esa es la intención de este Gobierno. Romper la unidad de España con el vínculo que nos ha unido desde el inicio de nuestra historia. Concesión total a separatistas. Y lo que más ha sorprendido es la actitud pasiva de Ciudadanos abandonando la defensa del castellano, sobre todo en Cataluña.
-Elvira Roca Barea argumentaba sobre su amor al español: “Porque es una de las grandes lenguas de cultura, lo que no se consigue tan fácilmente, y ha dado una literatura espléndida, con obras como Don Quijote o Cien años de soledad. Y, aunque se habla en muchos territorios, se mantiene unida, sin fisuras”. Irene Vallejo acaba de ser galardonada con el premio Nacional de Ensayo por su maravilloso libro El infinito en un junco. El libro es un superventas y a raíz de su publicación y sus miles de lectores ha crecido el amor por la literatura, las palabras y nuestros autores clásicos. España es un país con una gran riqueza creativa, con un patrimonio histórico y cultural deslumbrante. Ténganlo en cuenta: el futuro necesita de su pasado. “El libro ha superado la prueba del tiempo, ha demostrado ser un corredor de fondo. Cada vez que hemos despertado del sueño de nuestras revoluciones o de la pesadilla de nuestras catástrofes humanas, el libro siempre seguía ahí”.
-¿Están ya preparados mentalmente para otro confinamiento? El Gobierno ya se está encargando de hacerlo lanzando fechas al aire. Así que, ¿han reunido nuevo recetario para experimentar en la cocina? ¿Han comprado ya la levadura? ¿Elaborarán pan esta vez? ¿Tal vez, mejor magdalenas? ¿A qué huelen las flores? Para sobrellevar esta incertidumbre hasta que encuentren una solución médica, existen numerosas lecturas, para confinados, sobre la condición humana en semejantes crisis. Diario del año de la peste, de Daniel Defoe. Es el relato ficticio, -publicado por primera vez en marzo de 1722-, que reconstruye las experiencias de un londinense durante la gran plaga de 1665. Tras su lectura comprobamos que la historia es cíclica. Sólo les faltaba Internet y los teléfonos móviles para ser un relato actual. Defoe es uno de los autores que mejor ha descrito las diferentes reacciones que el ser humano puede tener frente a una epidemia. Ciertos fragmentos, desgraciadamente, les sonarán demasiado: “Publicaban una lista semanal y decían que eran siete mil u ocho mil, o lo que querían, y lo cierto es que morían a montones y a montones eran sepultados, es decir, sin que pudieran contarse”. Y otro fragmento más. En plena arbitrariedad a la hora de gestionar datos y decidir si nos confinan y en qué condiciones: “Es verdad que parecía muy duro y cruel el cerrar con llave las puertas de las casas de la gente, dejando día y noche un vigilante para evitar que se escurrieran fuera o que alguien se notase hasta ellos (…) Todos los hombres son honestos; pero en general son especialmente honestos con su propio bando”.
-Sobre las falsas intenciones que cada día observamos en nuestros responsables políticos existen lecturas variadas. El mundo en que vivimos, del escritor inglés Anthony Trollope. Una divertida sátira contra la codicia caricaturizando el declive de los valores éticos. Una fantástica descripción del comportamiento de esas personas que siguen creyendo que un timador no les ha timado incluso cuando es obvio que sí lo ha hecho. Demasiadas semejanzas con nuestra sociedad. Sin moralidad ni valores me lleva a la bochornosa fijación del Gobierno contra la gestión de Madrid. Hoy, por fin, aceptan la realidad. El Gobierno entiende que la opción de Ayuso de cerrar Madrid sólo los puentes de noviembre era adecuada ¡pero felicitándose como si la idea hubiera sido suya! La situación en Madrid está mejorando. Hay menos contagios, menos hospitalizaciones y menos muertes, afortunadamente. Atrás quedó ese enfrentamiento tras la visita de Pedro Sánchez a la sede de la Comunidad madrileña como un presidente protector de todos los españoles. Cuatro días después de esa cita, Illa rompió la tregua política demostrando que aquella visita fue artificial situando las relaciones con Madrid justo en el sitio que querían, en el conflicto. Y, todo para desviar la mirada y tapar su desastre de gestión. Para los interesados, las obras de Anthony Trollope han sido llevadas a la TV, en forma de telenovelas, así como en radio, la BBC adaptó en el 2001 el libro El Mundo En Que Vivimos, en una miniserie de 4 capítulos, The way we live now , que ganó 3 Premios BAFTA TV, de 7 nominaciones
-Es inevitable continuar con Madrid. Como decía, los últimos 7 días ingresaron en los hospitales madrileños 1.565 pacientes de COVID. Es la cantidad más baja en 7 días consecutivos desde el periodo 22-28 de agosto, y representa un 41,5% menos que en el periodo máximo, que ocurrió entre el 19 y el 25 de septiembre, según análisis de Daoiz Velarde. Pero parece que esta información ya no interesa. No sale en los gráficos de los informativos. Andrés Trapiello ha escrito Madrid (Editorial Destino), un emocionante relato personal y literario contado de forma apasionada por alguien que llegó a la capital hace cincuenta años. Sobre todo es la proclamación de una gran virtud reiterada en las páginas de este libro único: la hospitalidad de quienes viven en Madrid. Este fragmento define a la perfección el alma de la capital de España: “Federico Sopeña, el cura musicólogo, afinó mucho al decir que lo característico de esta ciudad es su provisionalidad. El secreto de esta ciudad es que vive y deja vivir, y el nuestro debería ser ver pasar sin esperar ser vistos. Es decir, aceptar con el mejor humor que somos provisionales; y aunque sea un hecho irrelevante para otros, constatar por último que en ninguna ciudad ha sido uno tan feliz como en esta destartalada villa, verdadero salón de pasos perdidos del mundo, hecho a partes iguales de sueño y verdad. Lo digo para que nadie se llame a engaño”. Por cierto, no se pierdan las imágenes y los pies de foto, toda una historia viva de Madrid y de los madrileños, porque lo mejor de Madrid son sus historias, son sus gentes.
–La relación maternofilial entre Isabel Pantoja y Kiko Rivera atraviesa por uno de sus peores momentos. Cada declaración que el primogénito de la tonadillera da un día sí y otro también deja a las claras que las diferencias entre madre e hijo parecen, por el momento, insalvables.
Kiko Rivera sorprendió a todos con un brutal enfrentamiento televisivo con Isabel Pantoja. Un duro cruce de declaraciones y de reproches desde Sálvame donde Kiko Rivera lanzó sentencias tales como que echaba de menos el calor y el cariño de su madre y que Isabel Pantoja no era capaz de diferenciar su faceta de artista de la de madre. Días después Paquirrín insiste en que los problemas con su madre no tienen móvil económico, pero ha salido a relucir la herencia de Paquirri: “He pedido el testamento de mi padre y tengo miedo por lo que me pueda encontrar”
Inevitablemente, este enfrentamiento familiar nos recuerda a Queridísima mamá, el libro que escribió Christine Crawford sobre la tormentosa relación con su madre, Joan Crawford. La actriz fue una de las primeras estrellas del celuloide, superó una infancia empobrecida para convertirse en una de las mujeres mejor pagadas de la industria del cine. Durante cinco décadas, protagonizó entre otras filmes Possessed, junto a Clark Gable y con Bette Davis What Ever Happened to Baby Jane? Vivía en una gran mansión en Brentwood, Los Ángeles, y usó su riqueza para adoptar y criar a cuatro hijos, incluida Christina. Precisamente, Christina, en 1978, publicó Queridísima mamá, una apasionante autobiografía que retrataba a Joan Crawford como una sádica perfeccionista, una alcohólica propensa a impredecibles borrascas de furia materna que castigaba las faltas más leves con una fuerza desproporcionada. No fue el único, el libro abrió camino entre otras celebridades que decidieron hablar tan abiertamente y con tanta claridad sobre una infancia supuestamente marcada por abuso psicológico y físico. La hija de Bette Davis, Barbara Davis, publicó My Mother’s Keeper (El guarda de mi madre). Como sería el impacto del libro contra Crawford que hasta Bette Davis, que no era precisamente la mayor fan de la actriz, lamentó el libro de Christine. “Lo siento mucho aunque sé que ella no habría agradecido mis condolencias, es lo último que querría”, le dijo a la escritora Charlotte Chandler cuando escribió Not the girl next door en el que ofreció otra versión de la historia mejorando la imagen de Crawford.
-Los domingos de un burgués en París, Guy de Maupassant, es una muestra del mejor humor francés. Una novela psicológica. No puedo evitar relacionarlo con Pedro Sánchez y su personalidad. Decía Rosa Belmonte, de ABC, “no sé si en el futuro a Pedro Sánchez lo estudiarán los historiadores o los psiquiatras”. Y se refería al nivel de desfachatez del presidente a la hora de desmentirse a sí mismo. Recuperemos algunas afirmaciones luego contrariadas: cuando preguntó al periodista, “¿De quién depende la Fiscalía?”. Después, tras un toque, rectificó, pero hoy está Dolores Delgado pidiendo que se rechacen todas las querellas contra el Gobierno por la pandemia. Otra: “Yo no he pactado con separatistas”. Otra más: “No dormiría tranquilo con Podemos en el Gobierno”. Por no mencionar las pruebas, gracias al periodista Javier Chicote, del plagio de su tesis doctoral y el libro Manual de resistencia, que aseguraba haber escrito él en su presentación, y terminó saliendo a la luz que fue Irene Lozano. El protagonista de Los domingos de un burgués en París es un chaquetero que, según le convenga, apoya a una u otra corriente política con el afán de ascender: “El Sr. Patissot es una veleta, inconsistente, mediocre”. Seguro que le suena a alguien esta breve fragmento del libro: “A fuerza de contemplar al soberano, hizo como hacían muchos: empezó a imitarlo en el corte de la barba, el peinado, la forma de la levita, la manera de andar, sus gestos, -¡cuántos hombres en todos los países se parecen al retrato de su príncipe!-. Tal vez tenía un vago parecido con Napoleón III, y como tenía el pelo negro, se lo tiñó. Entonces, el parecido fue completo; y cuando se encontraba por la calle con algún otro caballero que imitaba también a la figura imperial, se ponía celoso y lo miraba con desdén”.
–Las fascinantes rubias de Alfred Hitchcock, Serge Koster. Ahora que con el Gobierno de Sánchez y el ministerio de Irene Montero el feminismo parece estar reñido con la feminidad y que cada día se empeñan en explicarnos al resto de mujeres qué nos debe gustar, cómo y por qué insultando a nuestra inteligencia, no puedo más que traer este libro de Koster. Esta semana, Alberto Olmos, flamante ganador, por cierto, de la primera edición del premio David Gistau, nos explicaba la personalidad de Irene Montero. “Ha conseguido algo muy meritorio desde su cartera de Igualdad: que hagas lo que hagas nunca seas tan dañino para las mujeres como ella. Su bagaje en esta dirección no conoce límites. Recordemos que Montero señaló con nombre y apellidos a la dueña de un piso que había subido el alquiler y esta mujer fue linchada y amenazada por la jauría en las redes sociales; que humilló a una escolta durante meses y luego evito ir a juicio comprando su silencio. La semana pasada, justificó que a una rival política pueda torpedeársela aprovechando su baja por maternidad”. Me preocupa mucho la educación de las generaciones femeninas de mi casa. He procurado mostrarles la historia de mujeres fuertes, independientes, que no han llegado a puestos de responsabilidad por maniobras ajenas al esfuerzo profesional. El libro explora a las criaturas forjadas, manipuladas, desde la mano de Hitchcock. “Estrellas de la pantalla, sólo existen para ser vistas una y otra vez, estrellas que brillan para deleitarnos, para deslumbrar nuestros sueños, estrellas cuyo fundamento es la carne que no se ve”
Vamos con una mujer hecha a sí misma. De verdad. La editorial Superflua, dedicada a biografías o memorias y relatos periodísticos sobre la industria de la moda y sus protagonistas, acaba de publicar las memorias de Diana Vreeland, D. V. Diana Vreeland fue editora de moda de Harper’s Bazaar entre 1936 y 1962 y directora de Vogue, de 1962 a 1971. Mujer sin complejos fue la personificación de lo fabuloso. Imposible no enamorarse de sus palabras: ¿Por qué ser aburrido? Diana Vreeland simplemente no lo habría permitido. Su pasión, ingenio y estilo hablan por sí mismos. “La moda debe ser la liberación más embriagadora de la banalidad del mundo”, declaró. Avedon dijo de Vreeland, “Diana vivió para la imaginación gobernada por la disciplina y creó una profesión totalmente nueva. Ella inventó al editor de moda”. A través de su ojo entrenado abrió nuestras mentes y nos animó a ser libres, a ver e imaginar. “Nos enseñó a mirar las cosas de una manera diferente y permitió que la fantasía desempeñara un papel dominante”.
-Si esto les ha parecido poco deberían echar un vistazo a Rituales cotidianos. Las artistas en acción, de Mason Currey (Editorial Turner). El tema de las mujeres intentando conciliar es más viejo que el hilo negro, les aseguro que no lo ha inventado el Gobierno de Pedro Sánchez ni su ministra de Igualdad. Más de cien perfiles de mujeres, mentes brillantes de la cultura de los últimos cien años, que trabajaron sin armar ningún jaleo ni importarles si el mundo se enteraba de su labor. Era puro amor a su creatividad y a su esfuerzo. Currey explora los obstáculos y rituales diarios que las llevaron a tomar enérgicas decisiones: rechazar convencionalismos, robar tiempo a su vida porque sus maridos las esperaban, hijos, obligaciones… Todo para poder llevar a cabo sus creaciones frente al sexismo, miedos, hábitos imposibles hasta para comer, que las ayudaron a reunir fuerza de voluntad y autodisciplina, manteniéndose a flote con el optimismo necesario. Y hablamos de mujeres artistas, pintoras, compositoras, escultoras, científicas, cineastas intérpretes, maestras en su oficio como Eudora Welty, Lynn Fontanne, Penelope Fitzgerald, Marie Curie Lorraine Hansberry, Zadie Smith, Clara Schumann y Shirley Jackson, Isadora Duncan y Agnes Martin a Virginia Woolf, Charlotte Brontë, Nina Simone o Jane Campion. Janet Frame usó una especie de ‘orejeras’ mientras trabajaba para bloquear el ruido. Kate Chopin escribía con sus seis hijos ‘pululando a su alrededor’. Y dos ejemplos del nunca te rindas: la escultora Louise Nevelson exhibió su trabajo durante 25 años sin hacer una venta, y alcanzó su gran oportunidad poco antes de cumplir los 60. Y la pintora Alma Thomas no fue artista a tiempo completo hasta que se retiró de la enseñanza en la escuela pública a los 68 años.
“Estas mujeres se sustentaron en la fe en sí mismas y en sus dones. Pero quizás lo más importante fue el hecho de que encontraron verdadera alegría y satisfacción en el trabajo en sí, sin importar si el mundo exterior se dio cuenta”.