Un verdor terrible, Benjamín Labatut
– Salva, ¿te estás leyendo algo bueno?
El escritor granadino Salvador Perpiñá tiene un excelente criterio para los libros y las amistades. Prueba de ambas cosas es que es mi amigo y que me regaló Alpiste para codornices, de Saki .
El problema es que, como le interesa todo, puede estar hincándose un ensayo sobre los gnósticos o sobre las purgas de Stalin en el 37, que ni con el mayor de los optimismos puedo plantearme como próxima lectura. Le pido ayuda para escribir esta reseña: “Recomiéndame algo como para mí”.
Recordaba haber visto en Facebook un post suyo sobre un libro con el que se lo estaba pasando en grande: “irresistible, hipnótico”.
-Ah, sí -me contesta- Era “Un verdor terrible”.
– ¿Debería leerlo?
– Digo.
– ¿Pero lo has terminado y te sigue pareciendo irresistible e hipnótico?
– Que sí.
– A ver, Salva, que nos conocemos. Eso va a ser ensayo sesudísimo, ¿no?
– No, no, es divulgación científica.
– Ya. Vale. ¿Y de quién es?
– Benjamin Labatut
– ¿Lababut?
– Labat-
– Va -le interrumpo- hacemos una cosa. ¿Me mandas una nota de voz con tu opinión, y la transcribo tal cual? O me escribes un whatsapp, o lo que sea.
Y aquí está su whatsapp: “Como un Stephan Zweig 3.0, Labatut hace ficción con la historia, en este caso con la historia de la ciencia moderna. Racionalista fascinado por lo anómalo y seducido por los límites entre el genio y el delirio, por los arrobamientos y el éxtasis, nos cuenta en “Un verdor terrible” cómo la ciencia abre las puertas del mal y acaba dinamitando los cimientos de la realidad, que ya nunca jamás será la sólida, reconocible realidad del XVIII sino una sofisticada, inestable, enigmática variedad de la nada. Probablemente el libro más religioso que haya leído en los últimos años.”
A mí me ha convencido.