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LO LEÍDO
y lo liado
un blog de enrique garcía-maiquez

Novillos

Como mis hijos me acompañaron a la prentación de Gracia de Cristo a Sevilla, y llegamos al Puerto a las dos de la madrugada, les perdoné el cole al día siguiente. No era sólo una cuestión de horas de sueño, sino también de pedagogía: mostrarles la deliciosa anarquía de la literatura. La aprendieron bien, con gusto.

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Carmen decidió que, siendo los jueves el día que va a misa en el colegio, de eso no quería privarse, y me acompañó. Enrique se sumó a la Fiesta.

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Cuando entramos en la iglesia, Quique me dijo: «¿Nos sentamos con tu amigo?» No entendí. Me puse a buscar con la mirada qué amigo pudiera ser ése con el que tenía tanta confianza como para el intrusismo de colarme en su banco. No vi a nadie, y me senté en el primero libre que vi. Allí Enrique me explicó que mi amigo es Diego de Barrios, el de la tumba. Y es verdad que es un buen amigo. Y lamenté haber estado tan lento y no haberme dado cuenta. Cuando acabó la misa, fuimos a saludarlo con una reverencia a su preciosa lápida.

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En las peticiones, se rogó: «Por los odiadores, resentidos y amargados». Le dije a los niños: «No deberían meterse en política en las peticiones», pero no me entendieron la broma.

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Hacía tanto calor a la salida, que compramos granizado de limón. Carmen dijo: «Así merece la pena el calor».

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Así merecen la pena los novillos.

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