Esta mañana han decapitado la placa conmemorativa en la casa natal de Pemán. La imagen de los martillazos es deprimente:
La máscara tiene resonancias de capuchita de verdugo, como el martillito que no trae nada bueno al subconsciente. Por supuesto, quien pierde es Cádiz porque a Pemán lo vamos a seguir leyendo, quién sabe si no más.
Y lo más triste es que destruyen un chiste anónimo del pueblo de Cádiz. Cuando pusieron esa placa,en la que aparece un Pemán de perfil de moneda y una musa clásica, la gente comentaba: «A don José María le han sacado más o menos bien, pero a doña Carmen [su mujer] es que ni un poco parecida».
A estas horas ya habrán terminado de retirar la placa y no estamos para sonrisas. Empezará el resentimiento interminable de ver que Pemán sigue siendo el mismo escritor que era, que no han mellado nada de su estilo, y que le han dado la razón a quien tanto se reía del columpio político de los cambios de los nombres de las calles y de la miopía de la falta de generosidad.