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Qué agobio. Jaleo, llamadas, plazos, pedazos, textos pendientes…
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Por descansar
de escribir tanto, escribo
un haiku.
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No vale como haiku, pero me ha puesto en predisposición. He mirado por la ventana de mi despacho y he visto al limonero cuajado de limones por sorpresa. Ahora sí:
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Silencio y luz
trabaja el limonero
y qué de frutos.
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