–
Aprovechando el puente del día de Andalucía, iré con mis hijos al Levante Feliz. No es un viaje cualquiera. Será la primera vez que visiten la tierra de mi madre. Espero con mucha ilusión que el 25% de su sangre se altere y emocione. Yo, generalmente, me tomo los viajes con muy poca ilusión. Espero merecerme siempre el elogio irónico que Platón dedicó a Sócrates, que no se había alejado de Atenas más de lo que haría un cojo. Pero Murcia es distinto y cruzar por Alicante, y Valencia. Para empezar les recito, como hacía mi madre, sonetos de Miguel Hernández, que no todo es Alberti.
.
Me tiraste un limón, y tan amargo,
con una mano tan cándida y tan pura,
que no menoscabó su arquitectura
y probé su amargura, sin embargo.
–
Faltan dos días para salir y ya estoy nervioso. Me temo que va a ser la tónica: el limón luminoso y algo amargo. Recito esos versos y oigo la voz de mi madre. No sé la sangre de mis hijos, pero la mía, que está al 50% no va parar.
