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un blog de enrique garcía-maiquez

Laredo no es Lardero

Laredo y Lardero distan casi 200 kilómetros y un par de horas de coche. Una en la costa cántabra y otra lindando con Logroño en La Rioja. Ambas de unos 11.000 habitantes. Las confundió Pedro Sánchez por lo mismo que su ministro del Interior confunde reinserción con excarcelación, o pretende confundirnos mezclando Instituciones del Estado con cargos de su estrecha confianza situados al frente de esas Instituciones.

El primer error, de impostado duelo sobre Laredo, corresponde a Pedro Sánchez. Los otros dos, mucho más graves, tienen como protagonista a su ministro del Interior, Fernando Grande Marlaska. Sánchez las confundió porque su único propósito era aparentar dolor sin haber indagado lo más mínimo sobre los motivos del duelo. Y Marlaska quiso confundirnos para eludir su responsabilidad ante tantas excarcelaciones injustificadas.

Porque mucho más grave que confundir Laredo con Lardero es equiparar la decisión política de impulsar la excarcelación de presos con el presunto logro de reinserciones que se han demostrado fallidas. Y el error llega a la ignominia cuando se pretende equiparar una decisión adoptada por un cargo de tu confianza, situado al frente de Instituciones Penitenciarias precisamente por eso, con el buen funcionamiento de las instituciones democráticas en un Estado de derecho.

Quizá al ministro y a su jefe les convendría leer algo escrito por un autor canónicamente progresista para entender el drama al que han castigado de por vida a los padres del pequeño Álex, asesinado por su injustamente excarcelado delincuente.

A finales de los 90, Antonio Muñoz Molina publicó “Plenilunio”, en mi opinión su más certera novela. Quizá recuerden la historia: un policía machacado por la lucha contra el terrorismo etarra estrena destino lejos del País Vasco, en una pequeña ciudad de la España interior (eso que ahora llamarían la España vacía). Allí tiene que buscar a un criminal, a un sádico violador y asesino de niñas mientras nos cuenta la historia de la última víctima, y de cómo logró sobrevivir. Se lo podríamos enviar de regalo al presidente y a su ministro, junto a un mapa de carreteras que marque la distancia entre Laredo y Lardero.

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