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LO LEÍDO
y lo liado
un blog de enrique garcía-maiquez

La primera piedra a la última

 

A todo aquel que haya pasado por algún colegio (menor o mayor) del Opus Dei le sonará la historia. A san Josemaría Escrivá de Balaguer le daba mucha rabia el rito de la primera piedra. Prefería que se celebrasen «las últimas piedras», cuando se culmina el trabajo. La idea, en sí, es bonita, y todavía más si fantaseamos con que tuviese en el subconsciente literario la frase de que «quien esté libre de pecado que tire la primera piedra». Escrivá de Balaguer, entonces, ni tocarlas, ni para tirarlas ni para celebrarlas.

 

Lo recordaba ayer, cuando Antonio Pulido nos contaba lo difícil (permisos de obras, de patrimonio, del colegio de arquitectos, financiación, acuerdos colaborativos, etc.) que había sido echar a andar el proyecto de reforma de las Atarazanas Reales en Sevilla, Por desgracia, los tiempos han venido a quitarle la razón a san Josemaría. La reata de las burocracias, los permisos, las gestiones, los informes preceptivos y las autorizaciones variadas han hecho que la primera piedra tenga que celebrarse como la culminación de la fase más peliaguda de cualquier empresa. Tal y como estamos, la primera piedra la han puesto a la última moda, qué remedio.

 

Después, trabajar y construir, con tamaño entrenamiento, será coser y cantar.

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