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Cuenta Andrés Trapiello en el último tomo de su diario, Éramos otros, que una vez vio a Rafael Alberti glosar en la tele esta copla. Es preciosa.
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Vi bajar una paloma
a un arroyuelo a beber.
Por no mojarse la cola,
levantó el vuelo y se fue.
¡Qué paloma tan señora!
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Quizá me gusta más que su poema (de Alberti) sobre la paloma equivocada, que también me gusta. En la copla, en vez de desesperación, se ve señorío. Me encantaría saber qué dijo Rafael de esa copla, si destacó la elegancia de la paloma, capaz de vencer su sed por no mancharse ni un poco. Con cierta chulería, además. A veces, como hay tantas, les cojo manía, pero ciertamente las palomas son muy señoras y las tórtolas turcas muy señoritas, más finas. Y como somos del mismo pueblo, y le tengo mucho cariño a muchísimos Merellos, pienso yo siempre, a pesar de las cosas tremendas que también cuenta Andrés en el diario del Alberti de la guerra, que cierto señorío de cuando era un escolar en los jesuitas del Puerto, le quedó a Rafael. Al menos supo ver y glosar a esta paloma nada desesperada.
