X
LO LEÍDO
y lo liado
un blog de enrique garcía-maiquez

Invisible Pablo

Advierte Nicolás Gómez Dávila contra quien cree que para hablar de un libro basta leer sólo ese libro. Dice el pensador colombiano que eso es un tic de periodista. Yo, por si acaso, para hablar de La hermosa pobreza, me propuse leer al menos también Invisible Pablo. Qué acertada medida.

.

Es una novela azoriniana, se dice, y es verdad en el mejor sentido de la palabra. Qué hermosa prosa delicada y prístina.

.

Todo el libro destila una hermosísima melancolía. El desengaño con la enseñanza. La soledad del interino que va de pueblo en pueblo. Los apasionados enamoramientos inútiles. El interés por los alumnos, o por los más inteligentes o por los más desamparados, que se pierde en su propia intensidad. La piedad con algún compañero que se jubila o enferma. Unos barruntos de fe. Un rescoldo de esperanzas. Un camino que no se emprende y una encina solitaria. Casi nada y sin embargo…

.

Cómo se acuerda de algunos alumnos, cómo celebra algunos instantes, cómo paladea fragmentos y citas de autores amados. La simple belleza, incluso en la melancolía, ya es una esperanza inexpugnable. Yo le daría a leer este libro a todos los profesores, para que recordásemos lo hermoso e imposible que es nuestro oficio. Ahora que se acaba otro curso es una lectura todavía más punzante.

.

Y tiene razón Gómez Dávila. La lectura de este libro me permitió entender aún mejor sus poemas de La hermosa pobreza. El amor al padre muerto, en ambos. También las estrellas. En la novela dice: «Dios va encendiendo las estrellas y Pablo se pregunta qué sentirá Él al hacerlo». Así todavía estremece más este maravilloso poema de La hermosa pobreza:

.

No necesito verlas:

ellas brillan

tras los muros

de mi casa.

Lo sé porque estoy solo

y no hay hombre que esté solo

del que no se apiaden

las estrellas.

También te puede interesar