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LO LEÍDO
y lo liado
un blog de enrique garcía-maiquez

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Me piden de un sitio que proponga tres temas necesarios en el debate cultural e intelectual de España y que brillen por su ausencia. El primero que propondré es la falta de una crítica honesta y desenmascaradora.

Es muy difícil que se dé. Por seis razones. Primera, porque la crítica no está bien pagada, ni tan siquiera regular; y, sin embargo, hacerla bien exige muchísimo, como estar —segunda razón— al tanto de las ingentes e incesantes novedades, como leer —tercera— hasta el final incluso lo que no te gusta, como tomarte —cuarta— el trabajo de razonar por qué no te gusta y, de paso, la posibilidad —quinta— de enemistarte de por vida (hablo por experiencia) con el autor al que arreas tu crítica. Si los críticos —última razón— son a su vez autores, no les conviene nada sembrar el campo de minas.

¿Y no es mejor, sencillamente, no hablar mal de los libros malos? Si nadie dice que el libro malo es una maravilla, desde luego. El problema es si se pregona (amigos, intereses, inercias…) que el libro es bueno. Entonces alguien tiene que decir que el emperador va desnudo. Lo explica perfectamente en esta reseña Juan Marqués. Y ya puestos, podemos ver en ella, vencidas, todas las dificultades antes citadas: el estar atentos, el leerlo hasta el final, el arrostrar el peligro, etc.

Por supuesto, es muchísimo más agradable poner por las nubes un libro que lo merece, como hizo aquí el mismo Juan, forzándome a comprarme el volumen ipso facto. Pero quien no pone mal a nadie, desautoriza sus elogios también.

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Yo, salvo mediar el pago excelente que dejaba caer al principio, por si algún mecenas se anima, no seré un buen crítico jamás. Primero, porque no tengo paciencia con los libros malos, y no los leo, de modo que nunca sé si de verdad eran tan malos o a lo mejor se arreglaban a partir de la página 33. Encima, subrayo lo bueno, y es lo único que me quedo, como un pajarillo que se lleva sus migajas. El «método barbero», que tiene su gracia y al que soy adicto, me incapacita como crítico comme il faut. Incluso de la reseña de Juan Marqués ya sólo me acuerdo de los dos aciertos de Neuman que destaca:

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Hay dos o tres apuntes muy bonitos (es precioso, por ejemplo, eso que dice la madre de que «más que su creadora, me siento su anfitriona», o la afirmación final, tan sabia, de que «el futuro nos cuida».

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Esta imagen de llevarse las miguitas de pan bueno me sirven para traer hoy aquí las tres fotos que ha hecho mi hermano Nicolás esta mañana a una gorriona que se ha llevado un poco de su desayuno. La imagen del gorrión gorrón ya había iluminado muy atinadamente la cubierta de mi selección de Rosales, pero aquí es brutal, porque se ve como la pequeña gorriona se lanza en picado, como si fuese un águila, con una gran violencia, como hago yo sobre los libros:

Luego, ocupa su pico en lo que trinca, y ahí sí hay un recuerdo a la cubierta rosaliana, aunque se le ve más el ansia en la foto, y eso me representa:

Por último, el salto hacia arriba del que se va con su miguita («El futuro nos cuida») a su vida en las nubes. Pero aunque yo me vaya a lo mío, no quiero dejar de reconocer el mérito que tienen los críticos, los pocos que hay y la mucha falta que nos hacen. Si queremos que haya lectores jóvenes, y buenos, les tenemos que dar criterio. Y yo ya, con eso, me vuelvo a mi cielo… ¡alehop!:

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