X
ENTREVISTA

Luis Valenciano: «Tengo una relación muy viva con los personajes de El cuarteto de Alejandría, toda una oda a la calidez, al compromiso, al amor»

Foto: Pepa González

“Es una obligación moral intentar estar a la altura de los mejores del mundo en tu especialidad. Para eso debes estar en contacto con ellos, allá donde estén, formarte, invertir dinero y esfuerzo en depurar tu técnica, todos los meses, toda la vida, siempre. Los pacientes no merecen menos que eso y uno mismo tampoco”. Me lo dice Luis Valenciano, médico psiquiatra en la Unidad de Trastornos de la Personalidad de la Región de Murcia. Hospital R. Alberca. Tan lúcido, educado, haciendo un alto en el abundante trabajo que atiende cada día.

 

Valenciano es un psiquiatra atípico, si se quiere, porque vive dedicado al estudio de la personalidad y a la psicoterapia, más que a las enfermedades mentales más clásicas y a los fármacos. Su abuelo y su padre se dedicaron a esta Psiquiatría clásica -Luis Valenciano Gayá. Alumno de Ramón y Cajal. Psiquiatra, campo en el que está considerado como una de las figuras más relevantes en España. Entre sus aportaciones al estudio de la mente humana destacan los análisis de los delirios desde el punto de vista de la teoría antropológica de Ortega y Gasset, que tuvieron gran repercusión en Europa-. “Gracias a ellos y huyendo de su sombra, pesada por brillante, me incliné hacia este otro mundo. Lo supe pronto y me fui a Nueva York a aprender del mayor experto mundial en este campo de la personalidad, el Dr. Otto Kernberg, que me acogió como un hijo”. Básicamente, se encuentra con dos perfiles: pacientes cuyos problemas en la personalidad dan lugar a síntomas muy ‘visibles’: se autolesionan, hacen intentos de suicidio, tienen problemas con la alimentación, algún consumo de drogas, estallidos de ira, dificultades para mantenerse estables en un trabajo o en los estudios, para mantenerse en una pareja… Por otra parte, pacientes cuyos problemas en la personalidad son poco ‘visibles’, salvo para ellos mismos. Por fuera no se ve nada, pero por dentro se sienten aburridos, sin sentido, sin propósito en la vida, sin dirección, hastiados y eso hace que, con frecuencia, se les diagnostique de depresión y se les trate con medicación, pero no acaban de responder porque, si bien tienen síntomas depresivos, no tienen verdaderas depresiones. Muchas personas padecen estos problemas y, sin embargo, son difíciles de detectar.

 

Esta conversación es toda una oda a la actividad, a dar lo mejor de sí mismo. “Mi propósito ha sido y es el mismo desde siempre. Aprender, estudiar, prepararme y mejorar para tratar a mis pacientes con la mayor precisión que me sea posible. Para mí es una pasión personal más que un trabajo”. Le gusta la gente que habla bien de otra gente. Las personas a las que les gusta lo que hacen, “son imparables”. Los que construyen, aportan, suman, crean…

 

En esta entrevista reflexiona sobre sí mismo, de sus pasiones que giran alrededor de las lecturas, su visión del mundo y su idea de España.

 

 

Parece que comenzamos a ver la luz al final del túnel de esta terrible pandemia. Lo que aún nos llevará más tiempo es saber qué profundidad alcanzará el dolor que ha marcado el Covid-19. ¿Cuál cree que fue el principal error de la nefasta gestión de los que estaban, y aún están, al frente de la pandemia?

1) No contar con un comité de expertos. El Gobierno con el mayor número de asesores de la historia en España no los reclutó para la mayor catástrofe que hemos vivido todos.

2) Mentir.

3) No informar bien a la población.

4) No insistir en los aerosoles como principal vía de contagio. Callar es muy efectivo. Cantar y hablar alto, muy peligroso. Y, los interiores, muy arriesgados.

5) El ser humano teme al extraño y aquí el que te va a contagiar es de tu familia, de tu círculo. Desde el principio recomendé usar mascarillas en casa (y más con hijos jóvenes o adolescentes).

 

Visto cómo ha transcurrido todo debería servirnos como lección porque, como ya nos avisan, llegarán más virus, ¿podemos prepararnos para afrontar estas situaciones?

Sí, si nos profesionalizamos. Si somos serios. Cuando este Gobierno llega al poder, el Ministerio de Sanidad es un edificio sin apenas personal porque las competencias en Sanidad se transfirieron a las autonomías. Es ya un Ministerio aparentemente banal, marginal, para el que crees que puedes elegir a un político como ministro y además no tienes equipo, estructura o aparato. Vendrá una pandemia aviar y ese edificio seguirá raquítico.

 

Vivimos en una época en la que los políticos ya no dan argumentos ni soluciones, sólo intentan seducir a base de imágenes, la foto de rigor. Es evidente que no dan la talla. Alguna vez ha destacado la figura de Felipe González, ¿se ha encontrado huérfano de líderes políticos?

Mucho. Viví muy de cerca la época en la que los políticos eran profesionales destacados en lo suyo, que perdían dinero por ser políticos. Aquellos socialistas. Mi padre era uno de ellos. Admiro a Felipe González profundamente, pero también valoro mucho a Aznar. Estadistas sólidos, con conocimientos, con experiencia internacional, inteligentísimos. Yo creo que el problema más grave ahora es que la formación de los políticos no está dirigida ni enfocada en la realidad, en resolver. Su formación incluye luchas intestinas dentro de su propio partido, luchas dialécticas de baja calidad con los contrincantes, seducir para ser elegido, pero no se forman para la realidad, sino para una realidad paralela que está desenganchada de la realidad verdadera.

 

En su familia la política está muy presente, el apellido Valenciano es muy reconocido. ¿Cómo vive el descrédito de la política, el desánimo del ciudadano, ante unos responsables políticos que hacen tambalear la estabilidad de un país?

Imagínate… Creo que esta es la peor generación de políticos que hemos tenido nunca. Están haciendo temblar las instituciones democráticas. Estamos gobernados por una gente que ataca la Corona, la Constitución, la propiedad privada, todo aquello que nos hace civilizados.

 

Qué necesario sería que se generaran focos de pensamiento, gente que reflexionara. España tiene muy buenas cabezas y ojalá pusieran esa capacidad al servicio de todos, pero han decidido no entrar al barro de mezquinos intereses políticos, alejarse de los insultos.

En efecto, comprobamos a diario que los profesionales competentes en lo suyo no quieren ir en las listas políticas. Los profesionales competentes de este país hubieran asesorado muy bien a este Gobierno en esta pandemia. Me refiero a gente externa, no funcionarios mediocres como los que estamos soportando desde que comenzó el Covid-19 sin contacto con la realidad ni profundidad científica propia.

 

Está claro que una persona no va a poder resolver la crisis económica ella sola, sólo tal vez si siente que tiene, al menos, el control de su vida en algunos aspectos eso le ayudaría, pero es difícil cuando el miedo, la inseguridad y precariedad están tan a la orden del día, ¿cuál es nuestra tarea pendiente como ciudadanos?

Por eso insisto en que es necesario generar una estabilidad brutal, sólida, confiable y, sobre todo, no mentir. Hablar a la gente como adultos. Un líder hace eso. Merkel, por ejemplo, hace eso, transmite seguridad, al menos. Mira, una cosa es que tú seas de un signo político contrario al que gobierna en ese momento y discutas su política, siempre con argumentos, pero lo grave es que hemos llegado a la conclusión de que nos están engañando. Es muy grave cuando la certeza de que la mentira es habitual en este Gobierno es real y esa desconfianza ya se ha instalado en la sociedad. Para empezar, necesitamos que nos hablen de adulto a adulto. Y, salir de la puerilidad de pensar que nuestra única aportación es votar cada cuatro años. ¿Nuestra tarea? Hablar, pensar, decir, discrepar, salir del miedo, desarrollar un pensamiento crítico. Dejar de vivir con miedo a manifestarnos por las represalias del “sólo impera el pensamiento único”. Hace muchos años leí a Clint Eastwood decir que la corrección política nos estaba matando. Sabía que tenía razón pero no me di cuenta de hasta qué grado. Vivimos hoy con un pensamiento único ¿Cómo nos enriquecemos mutuamente pues?

 

Todos tenemos conocidos, por no hablar de nosotros mismos, a los que los problemas están privando del sueño y del buen humor. Para colmo las subidas de impuestos o el tema de la luz no nos lo está poniendo fácil para conciliar vida y descanso poniendo electrodomésticos a las dos de la madrugada…

Es un hecho que el ciudadano no se siente querido ni acompañado. Se siente expoliado. Porque lo es. Para colmo, el ciudadano vive con el miedo a que sus dirigentes se la jueguen en el momento más inesperado. Por ejemplo, una subida de impuestos peor que la anterior o una ley sin fundamento ni rigor… Gran parte de la inseguridad hoy no se deriva de la situación pandémica sino que nos llega desde los gobernantes. Con esa inseguridad y descrédito vivimos.

 

De todo cuanto observa a su alrededor, ¿qué es lo que más le preocupa, le desasosiega?

La superficialidad. Lo vacío. La normalización de la mentira. La indefensión del ciudadano ante el gobernante que le miente. ¿Qué quieren de ti tus impuestos y tu voto? Lo sabemos, eso ha sido siempre. Pero a lo largo de la historia también ha habido políticos que han protegido al ciudadano. Por favor, el político debe tener una relación con la ley extremadamente escrupulosa  y aquí estamos viendo cómo se está atentando contra los pilares básicos de un país.

 

Me hacía hincapié en otra entrevista en que nadie se recupera sin una posición activa. Es decir, la persona tiene que estar activamente comprometida, pensando cómo mejorar su vida en las áreas importantes y dispuesta a hacer un sacrificio, ¿es así?

Yo he dejado de usar la palabra “motivación” o “motivado” hace años. Está gastada. Todo al que le preguntes va a decir que está motivado pero yo lo que quiero saber es cuánto sacrificio estás dispuesto a hacer tú. A qué hora te vas a levantar, qué cosas que te gustan no vas a comer/beber. Abandonar posiciones pasivas, dependientes, infantiles. Y que las instituciones dejen de incentivar esas posiciones. Un rico pasivo y un pobre pasivo son más o menos igual de infelices. El sentido de la vida viene de “hacer” y de “relacionarse en profundo”

Este estrés traumático postCovid se verá y se evaluará en un tiempo. Muchos tienen verdadero pavor a decir a los demás qué les pasa por temor a ser denigrados…Y eso que, paradójicamente, los españoles somos los que gastamos más imagen de gente extrovertida, mucho selfie en Instagram en cenas y reuniones de amigos, mucho tomar un café y charlar pero, realmente, ¿expresamos qué nos pasa? Recuerdo aquella canción de Jarabe de Palo  -“No sé qué guardas ahí dentro. Seguro que nada bueno. Y si no te escucho, ¡grita!”- que Sanitas pidió a Pau Donés para remover al espectador…

Porque vivimos en una época en la que domina la superficialidad. Tenemos que huir de lo superfluo, de lo sobrante, de lo redundante… Qué poca importancia se le da a la palabra. Debemos hablar con “peso”, que la palabra pese, que no suene a algo vacío. El problema de la medicina de hoy también es que los pacientes en crisis exigen remedios rápidos incitados por la inmediatez de esta vida tecnologizada, cuando es más profundo que todo eso.  No hay remedios rápidos ni curas mágicas. Lo que hay es trabajo, persistencia.

 

El problema actual, además, en la Sanidad pública y en concreto dedicada a lo mental, es la falta de tiempo en las consultas

Un paciente con un sufrimiento mental es visto tres o cuatro veces al año por su psiquiatra público en citas de 15 minutos, un total de una hora al año. Esto pagando impuestos infernales. ¿Dónde está el dinero? ¿Qué relación profunda de ayuda humana van a desarrollar dos que se ven una hora al año? ¿Habría amistad o noviazgo con una hora al año? ¿Cómo va a haber impacto psicológico en otra persona así? Es una broma pesada y una hipocresía. Si un profesional únicamente tiene 15 minutos para “revisar” a alguien sólo le va a dar tiempo a preguntarle por los síntomas más importantes y para ajustarle el tratamiento farmacológico. Tratar mentalmente a alguien tiene la precondición de conocerlo a fondo. Un psiquiatra tiene que saber todo de su paciente. Todo es todo.

 

Pero, por otro lado, sabemos, y eso es esperanzador, que el ser humano tiene gran capacidad de resistencia y superación

Lo estamos demostrando en esta pandemia, es una absoluta certeza. El ciudadano ha sido capaz de resistir, de superarse, la gente ha soportado numerosas frustraciones y te puedo decir, además, que las tasas de suicidio no han aumentado durante el confinamiento. Ha dado una gran lección. Por otra parte, hay que recordar algo a lo que nadie da importancia y es que el ser humano necesita reconocimiento. Y no estoy hablando de una frivolidad tipo alumno-profesor, no. Un reconocimiento para la gente que tiene el placer de hacer bien su trabajo, de dar lo mejor de sí. Con actitud. Nos falta cultura del reconocimiento, en general. Que sea tu deber no significa que no sea el del otro reconocértelo.

 

Entramos en el terreno de la medicación, las pastillas. Muchísima gente ha mejorado su calidad de vida y ha salido de situaciones muy, muy difíciles, gracias a la medicación, pero sabemos que en otros no es la solución y muchos psiquiatras tienden a recetar pastillas. ¿Hay un exceso de confianza en las pastillas?

Si ven a su paciente cuatro veces al año, cada tres meses, durante quince minutos, ¿no le estarán pidiendo a la medicación que haga lo que ellos no pueden hacer? La medicación, como dices, en algunas enfermedades es muy importante pero en otras lo es muy poco y se receta igualmente mucho. Hay una fe excesiva en la medicación. La hay porque hay pasividad. Incentivamos la pasividad y castigamos la actividad en España, siento decirlo.

 

Hace unos días levantó una expectación enorme el cantante Dani Martin, exCanto del Loco. ¿Por un disco nuevo? No. Porque dijo en sus redes sociales que va al psiquiatra. Es muy importante este tuit, la acción de los famosos y su paso al frente ante cosas que jamás se habían hablado antes

Desde luego. Dani Martín ha hecho mucho bien sólo con decir eso. Un tuit de Selena Gómez o Dani Martín vale más que varias campañas institucionales. Por otra parte, reitero, si van al psiquiatra, no se “depositen” pasivamente en él. Hagan cosas con su vida, piensen CON él. Remen juntos. Mi recomendación es siempre la misma: “No sean personas pasivas. Al psiquiatra hay que ir activamente, no pasivamente. No se dejen llevar como seres pasivos, ni como pacientes ni como ciudadanos. Como todo en la vida, hagan cosas. Que no sea sólo un arrégleme y ya está.

 

No nos gusta pensar y sentir que somos vulnerables y muchos lo han experimentado, desgraciadamente, estos meses, ¿debemos educar en salud? ¿Cómo?

Es evidente que tratar de mantener una imagen grandiosa, impoluta y fuerte de uno es esclavizante. Cierto. No sólo consiste en aceptar, sino que debemos verbalizar las vulnerabilidades, nuestras flaquezas, nuestros errores, aspectos de los que no estás orgulloso… es en sí muy relajante. Es uno quien se exige, uno quien se persigue, no los demás.

 

¿Qué nos aconseja? ¿Cuál es la mejor estrategia para sobrevivir y hacer frente a estas contrariedades y desgracias para no perder el control?

Mirarlas de frente. Responsabilizarse. Apoyarse en otros. Es decir, dejarse ayudar, pero no “depositarse”. Y muy importante, recuperar los valores tradicionales de esfuerzo, sacrificio, de ser enteros. Dejar de vivir en esa fantasía, infantil y superficial que pueden suponer las redes sociales como Instagram.

 

Cuando notemos que pisamos por arenas movedizas, ¿qué es lo primero que debemos hacer?

Pensar. Si solos no vamos muy lejos, pensemos con amigos y familia. Si así tampoco, acudir al profesional. Ser muy claros a la hora de pedir ayuda, decirle abiertamente a la gente que tienes un problema.

Y cuando nos sintamos mal, ¿qué es lo que no debemos hacer?

Acomodarnos en el malestar. Regodearnos. No nos debemos aislar. Tenemos que tener una conexión fuerte con los que nos rodean. Freud, que no era una persona especialmente sociable, decía, “me relaciono para no enfermar”. Freud no esperaba mucho de los demás, pero sabía que si no hablaba se enfermaría de sí mismo.

 

¿Qué es lo más importante que uno puede hacer en la vida?

Comprometerse y bañar de valor y afecto a las personas y a todo lo que uno pueda. La vida es una tostada que viene sin nada, vacía, en la que uno se come lo que le unta encima. Somos nosotros, con nuestra mirada, los que podemos hacer interesante y rico lo exterior. Como escribía Paul Valery, “la mirada a veces volvía, perdiendo un ángel”

 

¿Qué razones ve para el optimismo?

El puro pragmatismo. Creo que da igual si el optimismo se corresponde con una expectativa razonable. Es más importante vivir deseando que tener razón. He tenido un don que ha sido una fatalidad a la vez (como todo el mundo, por cierto). Soy bueno “viendo” y puedo “ver” la vida de principio a fin en el tiempo sin tabiques, como un loft. Escucho a la gente decir que es buen psicólogo porque sabe escuchar, pero yo creo que los buenos psicólogos o psiquiatras no (sólo) escuchan sino que, sobre todo, “ven”. Todos nacemos con un don y luego hay que desarrollarlo. Llevémoslo a cabo, practicando horas y rodeándose de los mejores. No hay secretos.

 

Usted siente verdadero amor por la cultura, literatura, cine, música… el arte como terapia es muy saludable y muy importante para la mente. ¿Aconseja llevar una vida de rigor para el trabajo y una vida unida a la cultura en el tiempo de descanso?

Pero es que yo realmente no pienso que vivo mi vida únicamente cuando salgo del trabajo. Yo vivo siempre. En el trabajo también. ¿En serio tu vida empieza el viernes por la tarde cuando sales del trabajo? Para mí, ese tiempo que ocupa mi trabajo también es vida y muy significativa. Mira, te aseguro que, por ejemplo, los diálogos psicoterapéuticos que tengo en Psicoterapia con mis pacientes son, con frecuencia, mucho más profundos que cualquiera que puedas tener a nivel de amistad social. Luego, en casa, también, por supuesto. Yo creo que una actitud curiosa, atenta, concentrada, sea en mi trabajo o en el arte o en la ciencia, no cansa. Cansa más la desidia. Qué paradoja: la vida, cuanto más vacía, más pesa.

 

¿Qué tipo de literatura prefiere?

De día leo ciencia, leo sobre psicoterapia. De noche, novela.

 

¿Qué busca usted en los libros que lee?

Placer, sobre todo. Pero confieso que leo para vivir otras vidas, para penetrar en los misterios de las vidas de otras personas, por la propia literatura como arte y como placer…

 

¿Qué libros hay en su mesilla de noche?

En estos momentos, Yoga, de Emmanuel Carrère.

¿Tiene algún fragmento de una obra ya sea libro, obra de teatro, guion cinematográfico, etc… grabado a fuego en su memoria?

“Otra vez hay mar gruesa y el viento sopla en ráfagas excitantes: en pleno invierno se sienten ya los anticipos de la primavera. Un cielo nacarado, caliente y límpido hasta mediodía, grillos en los rincones umbrosos, y ahora el viento penetrando en los grandes plátanos, escudriñándolos… Me he refugiado en esta isla con algunos libros y la niña, la hija de Melissa. No sé por qué empleo la palabra “refugiado”. Los isleños dicen, bromeando, que solamente un enfermo puede elegir este lugar perdido para restablecerse. Bueno, digamos, si se prefiere, que he venido aquí para curarme…” Justine. El Cuarteto de Alejandría, I

En la música también existen estupendos literatos

Sí, mira Bob Dylan, qué te voy a decir de él que ya que no se sepa… Por otra parte, Christina Rosenvinge me interesa mucho como músico, compositora, pensadora… Políticamente reconozco que es muy distinta a mí, pero su faceta artística me interesa muchísimo. Es una autora a tener en cuenta, la mujer que ha venido a callar la boca a aquellos antiguos que piensan aún que una mujer bonita no puede ser una mujer valiosísima en el plano profesional. Christina nunca se ha amparado en su belleza para mostrar que es una escritora, creativa, una persona luchadora, polifacética, entusiasta… Recomiendo Debut. Cuadernos y canciones, un volumen en el que ha reunido todas sus letras y explica, en sus relatos y reflexiones, las circunstancias vitales en que se gestó cada disco. Todo un lúcido ejercicio de memoria.  El libro está dedicado al editor Claudio López-Lamadrid, fallecido inesperadamente en 2019. No podríamos llamarlas unas memorias porque Christina no tiene edad aún para escribir su biografía, pero es una especie de autobiografía muy fresca, profunda y enriquecedora. Debut es un libro delicioso.

¿Cuándo suele leer?

Literatura por la noche. Unos tres cuartos de hora cada noche.

 

¿Qué libros sorprendería a la gente encontrar en su estantería?

Supongo que, tal vez, mi colección de literatura española. He heredado varias bibliotecas importantes de mis mayores.

 

Tiene la oportunidad de organizar una cena con literatos, artistas… ¿Qué tres escritores, artistas, creadores etc, vivos o muertos, invitaría a su cena?

A José María Álvarez le invito con mucha frecuencia y él a mí. Le quiero y le admiro. Casi todos los artistas, escritores etc que admiro, no hablan. Confieso que a aquellos a los que admiro prefiero no conocerlos porque pienso que me van a decepcionar. La distancia corta es peligrosa y complicada (risas).

 

Respecto a esa gran biblioteca heredada de su familia, ¿suele recurrir a los clásicos para encontrar respuestas?

Bueno, yo soy mucho menos culto que el resto de personas que viven en mi casa. Una biblioteca así te recuerda todos los días que no la leerás entera nunca y que has de elegir. Pero me acuesto sabiendo que si me desvelo en mitad de la noche abriré un tomo de El Cuarteto de Alejandría al azar, leeré un fragmento subrayado y me confortará. Me acompaña.

 

¿Cuáles son sus autores literarios preferidos, esos a los que siempre se acerca en busca de estímulos? 

He leído 36 veces El Cuarteto de Alejandría, de Lawrence Durrell. Un gran tratado sobre el amor contemporáneo donde los personajes adquieren una gran importancia. El Cuarteto es de una profundidad, de una riqueza colosal. Sus personajes me han acompañado toda mi vida. Tengo una relación muy viva con ellos, aunque sean de ficción. Es toda una oda a la calidez, al compromiso, al amor. Además, cada libro no alude al anterior, sino que lo reformula, evoluciona así como vamos evolucionando nosotros.

A Don DeLillo siempre lo busco, hay un misterio en su escritura hechizante. Houellebecq me gusta mucho por su incorrección política. Le da igual la persecución a la que está sometido. Lo admiro por su valentía ciudadana. También, Emmanuel Carrère y Jean Echenoz, los franceses contemporáneos. Verás que tienen en común que son personas que dicen lo que piensan, no se callan.

Asimismo, me interesa mucho Easton Ellis. Habré leído American Psycho también más de treinta veces. Y me he enganchado a la obra de Javier Marías. He leído siete de sus novelas de modo consecutivo, su obra vive en mí. Además, soy muy fan de Enrique Vila-Matas y ya lo era del poeta José María Álvarez antes de ser íntimos amigos, hace más de veinticinco años.

También te puede interesar