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ENTREVISTA

Fernando Savater: «Lo mío es leer, escribir es algo que tengo que hacer para poder comprar libros».

No exagero si digo que con Fernando Savater estábamos, desde un principio, ante una especie de visionario. Ya por el lejano 1976 dejaba escrito en La filosofía como anhelo de la revolución: “Yo soñé con una obra pequeña, secreta, delicadamente cincelada a través del tiempo, como la de Cavafis o Saint-John Perse. La triste realidad es que me veo propietario de un fluido caudal de exabruptos, de una numerosa y variopinta colección de blasfemias, de una ruidosa zarabanda de lamentaciones e insultos”.

Nada más que decir ante esta precoz conciencia. Ahora de alguna otra forma, sin impartir doctrina como desde aquellos ensayos, sigue poniendo el énfasis en cuestiones actuales, ante la deriva de los acontecimientos sociales y políticos, desde su tribuna en prensa porque sin más rodeos, “la cultura es un bien necesario”.

Afortunadamente, sigue sin cortarse a la hora de expresar su opinión -por algo es admirable su actuación y su lucha en contra de los nacionalismos y a favor de los derechos y la libertad del hombre-, y lo demostró hace poco en un artículo en el que reprochaba al periódico donde escribe que no diera debida cuenta de su último libro, Solo integral, en el que recoge las columnas más destacadas publicadas en los últimos tiempos acompañadas de sus propios comentarios. No en vano, y como dice José Antonio Montano, “para mí El País siempre ha sido el periódico de Savater (…) es Savater el que le otorga distinción”. A estas alturas de su vida, y cuando me asegura que “aún encuentro inopinadas alegrías”, en realidad lo que a él le gusta es leer; escribe por obligación y, sobre todo, “para poder comprar libros”. ¡Aún más!, me confiesa en esta entrevista, “soy muy parco en mis respuestas, lo siento”, pero, eso sí, ha dejado unas pildoritas de su habitual calidad.

Que no tema el lector porque, antes de partir de viaje, “ya no volveré a estar disponible hasta avanzado mayo”, con el autor de Ética para Amador también hemos charlado sobre novelas de misterio, la representación del mal, la errónea definición de novela negra y el placer de leer, que se adquiere por contagio, definición que no pudo expresar de una forma más bella: “Nadie me podría explicar de una manera más clara lo que significa el placer de leer que ver la ilusión con la que mi madre esperaba todos los años la novela de Agatha Christie. Esa alegría esperando lo nuevo de la escritora decía más de la pasión por la lectura que cualquier otra cosa que nadie me hubiera podido decir”.

“Hay días Kafka y hay días Agatha… Y ahora que lo pienso yo he tenido más días Agatha”, dijo usted en una charla. ¿En qué momento le encuentro actualmente? 

En general, con los años, he vuelto a las lecturas más ligeras, menos trascendentes. De joven me atraía a veces lo difícil, lo espeso. Cuando me aburría creía que estaba pensando. Ahora veo más seriedad en el entretenimiento que en el buceo metafísico. Quizá es porque ahora la vida misma me resulta más intrascendente.

Observando el panorama es un poco terrorífico este nivel que nos rodea y que denota una falta de lecturas en nuestros responsables políticos. Pareciera como dice Lichtenberg, “hay quienes leen sólo para no pensar”. Soy de las que sigue a Lebowitz con su “piensa antes de hablar. Lee antes de pensar”, pero, claro, conviene que lean bien…

No creo que la lectura convierta a un imbécil en sabio; probablemente le atascará aún más las meninges. La lectura es un pienso lleno de vitaminas y nutrientes, pero no para toda clase de ganado.

Suerte que, como usted bien dice, “una biblioteca es como una farmacia en la que se encuentra remedio a todos los males. Hay un libro para todos”, ¿sigue considerándose más un lector que un escritor?

Desde luego, más que nunca. Lo mío es leer, escribir es algo que tengo que hacer para poder comprar libros.

¿Cuál es, según su opinión, la mejor literatura?

Casi siempre he leído por gusto y lo que me gusta o creo que va a gustarme. Leer por deber, por necesidad, no es verdaderamente leer sino estudiar. Yo he estudiado muy poco, los que me reprochan mi ignorancia tienen casi siempre razón, aunque me reviente.

¿Tal vez le encuentro en esa época que decía Pío Baroja, “cuando uno se va haciendo viejo, gusta más releer que leer”?

En efecto, las relecturas son el verdadero placer de la tercera edad… para quienes han sido lectores en las dos anteriores, claro. Los viejos que quieren remediar al final de su vida todo lo que no han leído antes suelen ser grotescos.

La gente más sabia es la que aúna comprensión, compasión… Le agradezco esta fuerza que usted transmite…  

No sé cómo será la gente más sabia, sólo sé que no pertenezco al gremio. Quizá por suerte, quién sabe… Yo quisiera haber sido de la gente más feliz y eso, al menos hasta hace unos diez años, creo que podría ser cierto. Ahora ya no, pese a que aún encuentro inopinadas alegrías.

¿Cómo va de emociones y de sentido del humor? Recuerdo que en otra charla aconsejaba “que optasen por Groucho Marx y lo demás (Proust, Orson Welles, etc…) se lo dejaran a los especialistas”

A veces me avergüenzo de ser tan emotivo y de que las emociones hayan tenido tanto lugar en mi vida (desde luego mucho más que la razón). En cambio, de sentido del humor ando muy bien: en uno de mis muy tempranos libros puse una cita de Bernard Shaw (probablemente medio inventada) que decía «todo trabajo intelectual es humorístico». He sido fiel a ese principio. Demasiado fiel, creen algunos…

Le confieso, comprar un libro va mucho más allá. Para mí todo empieza desde que en la librería lo hojeo, toco, dudo, me voy a otro pasillo, vuelvo para mirarlo y lo abro, cierro, lo compro, salgo a la calle y, antes de llegar a la esquina me paro a mirarlo a la luz del sol… Y vuelvo a abrirlo y a comenzar a leer…. Seguimos toda una liturgia los que amamos la literatura…

Me reconozco en esa descripción. Nada ha despertado tanto mi concupiscencia -y soy muy concupiscente- como los libros.

Por otra parte, la escritura es una vía de conocimiento, ¿qué enseñanzas sigue transmitiendo?

He sido profesor más de treinta años. Tengo dentro el virus pedagógico, aunque ahora me parece un poco ridículo…

Hoy son muchas las voces que coinciden en que lo que se publica nos lleva a los mismos lugares comunes y, lo que es peor, a la mediocridad¿Hay una tendencia en la literatura de hoy a extenderse más de lo necesario, a explicar y repetir lo mismo y demasiado las cosas, cuando no hace falta?

No se puede hablar de la literatura de hoy, ni de la de ayer, como si fueran todos. Hay autores y autores, eso es todo. Aunque sospecho que a los mediocres puede llevarles a la mediocridad hasta Thomas Mann…

Usted dice que la pasión por la lectura también se contagia, ¿es así?

Naturalmente. El amor a la lectura es algo que se contagia, aunque siempre entre privilegiados…

En un artículo usted defendía la novela policíaca de Doyle y Agatha Christie pues ve en ella «la simbolización dramática de la libertad moral del hombre y de la imparcial objetividad de la justicia”

Así es. Buscar el culpable, el verdadero culpable de un delito y encuadrarlo en sus circunstancias (que es lo que hacen las novelas policiales), es un esquema de la tarea de la justicia

Se cita a Agatha Christie como autora de novela negra, ¿no cree que sería más ajustado hablar de novela de misterio o policíaca?

Hoy, para la mayoría de los críticos y reseñistas, todo es novela negra y la mejor novela negra debe ser una especie de novela social aligerada por misterios y localismos. En general, un rollazo. Afortunadamente, doña Agatha y un puñado de maestros más escapan a esa norma.

Realmente, observando el mundo, la sociedad… el peligro no siempre está necesariamente unido al crimen y a la maldad. ¿No cree que también pueda provenir de la insidia, de la desidia, de la incompetencia de otros?

Por supuesto, hay cosas peores y más peligrosas que el instinto criminal porque sus más atroces fechorías suelen quedar impunes y, a veces, son hasta celebradas. La imbecilidad, principalmente.

Realmente, observando y estudiando, comprobamos que la Historia está llena de guerras, asesinatos, una crueldad ilimitada, ¿considera que seríamos capaces de cualquier cosa si se dieran las circunstancias? Da miedo pensarlo…

Una oración que es recomendable rezar todos los días pide «no nos dejes caer en la tentación», o sea, no me entregues a lo que soy…

Por otra parte, hablando del mal, ¿no cree que también habría que ir con pies de plomo incluso con nosotros mismos? ¿Contra nuestros miedos y obsesiones evitando que nos dominen? 

Por supuesto, si uno no está en guardia contra sí mismo el resto de sus vigilancias son inútiles y además es uno hipócrita.

¿Por qué el lado oscuro es tan atractivo desde el punto de vista literario?

Porque las familias felices no tienen historia…

¿Cree que, como decía G.K. Chesterton, “una buena novela nos cuenta la verdad sobre su héroe, una mala novela nos cuenta la verdad sobre su autor”?

Perfecto aforismo, como tantos del viejo G.K. Chesterton.

Por último, ¿es de los que va acumulando en su mesita de noche lecturas como si en lugar de ir a dormir fuera a seguir descubriendo mundos e historias insondables?

En mi mesilla de noche, uno de los puntos importantes de mi casa, tengo siempre el libro que estoy leyendo por las noches. Pero pienso frecuentemente  en los que le seguirán, que están desperdigados por los alrededores…

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