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ENTREVISTA

Leticia García: «Pese a que la industria de la moda vive de las mujeres, no las ha tenido en cuenta para vestirlas o tomar decisiones»

Se han lanzado muchas veces sin red, sin pretender ni el morbo ni el estruendo. Espíritus libres. Mujeres que hoy ya logran convertir en arte cada una de sus comparecencias sobre la pasarela. Son la consecuencia del empeño de otras que a lo largo del siglo XX definieron, en mayor o menor medida, la moda de su tiempo. Quisieron vivir libremente, sin imposiciones, actuando como se piensa y pensando como se actúa. Así de sencillo y así de complejo. Aportaciones de las que aún somos deudores. La gente demuestra su categoría cuando las cosas le son adversas. Y nosotros nos miramos hoy en su espejo. Al final, la obra de un artista se basa un poco en la conciencia de no entender nada de lo que está pasando. Así, rescatar estas historias es un ejercicio de memoria histórica y justicia poética. La realidad la creamos nosotros y en ese sentido la mirada es optimista. Si uno es el que crea su realidad tiene la oportunidad de no caer en el pesimismo.

Si el artista es alguien que abre cauces para iluminar al ser humano, con este ramillete de artistas nos abre al otoño la editorial CarpeNoctem. Las estadounidenses Dorothy Shaver, Elizabeth Hawes y Ann Lowe; la británica Janey Ironside, la italiana Rosa Genoni o la española Asunción Bastida son algunas de las protagonistas del ensayo Batallón de modistillas, de la periodista y escritora Leticia García. Todo un paseo por el pasado con la vista puesta en el presente. Profundizando entre moda y género para rescatar las historias olvidadas de las mujeres que han trasformado la industria del estilo desde hace más de un siglo.

«Leticia García reivindica a mujeres poco conocidas (a veces directamente ignoradas) de la historia de la moda, que no sólo trabajaron durísimo sino que en algunos casos cambiaron las reglas del juego e inventaron nuevos modos de formar equipo y conseguir resultados brillantes. Talento anónimo que merece todo el reconocimiento que podamos darles, aunque sea póstumo», apunta sobre Batallón de modistillas Marta D. Riezu.

¿Quién fue la modista negra que confeccionó el vestido de novia de Jackie Kennedy? ¿Qué relación hay entre los orígenes de la industria textil italiana y el sindicalismo? ¿Por qué, desde mediados del siglo XX, la historia de la moda ha relegado a las mujeres al papel de musas, clientas o artesanas para ensalzar a los hombres como creadores absolutos? Todo está en Batallón de modistillas, pero como aperitivo bien vale esta charla con su autora.

Supongo que las modistas de toda la vida no han muerto, se han reconvertido. Imagino que será porque hoy en día no hay tiempo para elegir telas, que una vaya a un taller a que te tomen medidas…  Sí conozco muchas que continúan en ateliers, confeccionando para grandes ocasiones, fiestas… ¿Sólo nos vestimos ya para ocasiones importantes? 

Bueno, vestirse hace mucho que no es hacerse algo a medida, ni siquiera en ocasiones especiales. Se trabaja en talleres haciendo prêt à porter, algunos de forma casi artesana (muchas fábricas están especializadas en técnicas que son casi manuales). Cada vez hay menos modistas, pero también hay cada vez menos bordadoras, encajeras, etc, porque este tipo de oficios tienen ya poco sentido y sólo se utilizan en la Alta Costura. 

Vivimos el boom del diseño, ahora todos quieren ser diseñadores, pero nadie quiere echar horas y horas cosiendo, hilvanando, embeber, ¿no es esa la base?  

Ya no es necesariamente la base. La moda se crea en talleres y en fábricas, está industrializada y no es necesariamente malo (otra cosa es que las condiciones de esos trabajadores en ciertos países si lo sean). El problema es que ha sido muy difícil que las mujeres accedieran a ser las mentes pensantes, las diseñadoras. En las escuelas no tenían acceso a ello y muy pocas pudieron crear su propia empresa o ascender en una casa en la que empezaban como aprendices. Hay muchas mujeres en las escuelas de diseño pero hay pocas mujeres directoras creativas, ese es el problema.

¿Con qué criterio ha escogido cada protagonista?

Me interesaba que tuvieran una influencia posterior en la forma de concebir el diseño, el retail, la gestión etc, y también era muy importante para mí que no hubieran nacido en un entorno privilegiado o aristocrático, como solía suceder en la moda del siglo XX, sobre todo en las mujeres que llegaron a algo en aquella época (que también tienen un increíble mérito en un mundo diseñado por hombres, pero me interesaban las figuras que pudieron entrar o incluso oponerse a un entorno tan clasista como el de la moda)

Y las modistas son las manos de los diseñadores. Pero hay que dejar claro que este libro no es para despreciar la labor de los hombres en la moda…

No, para nada. Hay grandes diseñadores pero me llama la atención que una industria que vive de las mujeres no las haya tenido en cuenta para vestirlas o tomar decisiones. Luego hay una especie de regla que casi siempre se cumple: cuando la que diseña es una mujer, el resultado puede ser más o menos espectacular, pero siempre es realista, pensando que la ropa está para llevarla en cuerpos reales, no para admirarla en maniquíes.

Bueno, Coco Chanel llegó a hablar de los horrores de los años cincuenta, refiriéndose a los diseñadores masculinos. Fue la gran oponente de Dior después de ver las cinturas de avispa y las faldas a media pierna…

Si, a eso me refería. La revolución de Chanel fue más social que estética, porque se centraba en una utópica mujer activa y dueña de su vida y su cuerpo para crear sus diseños. Por eso odiaba a Dior, porque Dior tras la Segunda Guerra Mundial hizo a grandes rasgos lo contrario, hablar de glamour, romance, belleza y seducción a través de prendas que volvían a incomodar a las mujeres pero las hacían supuestamente bellas a ojos de los hombres.

Recuerdo que con el boom del libro de María Dueñas, El tiempo entre costuras, unido a la crisis, a las casas volvieron las máquinas de coser y a aprender a confeccionar la ropa cada uno. ¿Estamos volviendo al remendar, reteñir, volver a coser dobladillos?

Ojalá, porque es curioso cómo se habla de sostenibilidad pero casi nadie habla de la reparación como la práctica más sostenible del mundo. 

Porque el pasado ya hemos visto cómo era pero, ¿y el futuro, cómo lo ve?

Pues espero que mejor. Por lo menos ya se habla de ciertas cosas que antes ni siquiera teníamos en cuenta.

Se sigue tachando a la moda de oficio frívolo, cuando es capaz de leer entre líneas el momento social del presente mejor que muchos diarios. «El buen diseñador es aquel que sabe traducir que está pasando en la sociedad», decía Janey Ironside, una de las protagonistas de Batallón… 

Claro, la moda es un catalizador social en todos los sentidos, no sólo en las pasarelas, también en los armarios, incluso en los de aquellos que se consideran antimoda, porque eso ya es un posicionamiento. Lo interesante es precisamente que el relato social va asociado a la frivolidad, eso tiene sus cosas buenas, porque convierte al relato de la moda en potente al ir revestido de algo banal. 

No podemos obviar el uso del lenguaje: los hombres que cogían la aguja eran maestros de la costura; ellas modistas. El título de este libro precisamente proviene de un cuplé…

Raramente los hombres cogían la aguja. Durante mucho tiempo se ha hecho la distinción entre el diseñador que idea y la costurera que lo ejecuta, hasta en la formación. Y ahí seguimos.

Lilián de Celis cantaba aquel cuplé Batallón de modistillas: «Se dice que muy pronto, si Dios no media, tendremos las mujeres que ir a la guerra y yo como medida de precaución ya estoy organizando mi batallón». Las mujeres costureras han dado la batalla siempre por sus derechos, eso está claro…

Sí, ahí están por ejemplo los sindicatos de la aguja, mujeres que se asociaron en distintas regiones españolas para pelear por derechos laborales más justos. La industria textil era muy potente en España, y era una industria sostenida por mujeres

Y no olvidemos tampoco esa literatura que nos cansamos de leer en los dosieres,  la memez de la mujer urbana es como un mantra para los diseñadores, «la mujer tal (X) es urbana, dinámica y segura de sí misma», es una de las frases que leemos siempre en los dosieres de literatura costurera…

Si entrevistas a una mujer diseñadora, rara vez te dirá eso de que se inspira en un tipo de mujer ideal, te dirá que su trabajo es para cualquier mujer porque hay tantos tipos de mujeres como mujeres. Eso ya lo dice todo

Coco Chanel lo llamaba así, «literatura costurera», refiriéndose  a las tonterías que se escribían para presentar las colecciones de los desfiles A esa literatura que tampoco deja atrás a los refranes «a hilar y a coser, gane su vida la mujer», «costurera sin dedal, cose poco y mal», «costurerita que le coses al sastre, cose y no hables»

El lenguaje también tiene mucha importancia cuando para valorar un vestido, una prenda, se dice «hecho por costureras de toda la vida», «en mi taller tengo costureras de las de antes». Ese valor al pasado le da categoría al trabajo, pero minusvalora el actual…

Mmm… no creo en idealizar el pasado, me parece peligroso. 

En Batallón de modistillas se habla de cómo aquellas modistas/costureras ya reivindicaron y sentaron precedente sobre el feminismo; la conquista de los derechos civiles con la primera costurera negra; la primera modista que sentó las bases de las escuelas de diseño; lo que llaman hoy apropiación cultural y el lujo de dirigir una empresa millonaria por parte de una mujer en aquellos tiempos con Doroty Shaver, ¿hay muchas más Batallón de modistillas de las que pensamos? 

Hay muchas, muchísimas, pero la historia, hasta la de la moda, la suelen escribir los hombres. No literalmente hablando, pero la idea de posteridad, al menos hasta ahora, ha jugado en favor de ellos. Es cierto que en número ha habido más hombres en la moda, porque a ellos les estaba culturalmente asociado el privilegio de pensar y socialmente siempre ha sido más fácil para un hombre encontrar los medios para prosperar en un negocio, por eso las que lograron sacar adelante los suyos tienen tanto mérito 

Cada vez se valora más a las petit mains. Aquellas maestras costureras de Chanel, por ejemplo, cuando Lagerfeld las expuso para que el público observara cómo trabajaban o el pasado mes de julio desfilando de la mano del director creativo de Valentino, Piccioli, que cerró desfile con su equipo de costura… 

Virginie Viard, la actual directora creativa de Chanel, sale del taller. El tema es que las petit mains van asociadas a la alta costura, una pequeñísima parte de esta industria y muy poco representativa. Hay que hablar de las mujeres en fábricas textiles y las mujeres en equipos de diseño para realmente dar visibilidad a la cuestión. 

¿Cuál le ha impresionado más a la hora de recopilar este ramillete de Batallón de modistillas?

Elizabeth Hawes y Rosa Genoni, porque siendo mujeres hace cien años no sólo pudieron sacar adelante sus marcas sin haber nacido en un entorno privilegiado, supieron unir moda política y feminismo hace cien años, y tener ideas visionarias que luego se llevaron a cabo, décadas después. 

¿En qué lugar está España? ¿Se va deshaciendo más de estereotipos? Destaca a Asunción Bastida y Carmen Mir como la innovación, mujeres pioneras… 

Ellas sí son más conocidas, aunque no tanto como merecen. Imagina ser mujer, crear y gestionar tu empresa e internacionalizarla en tiempos de Franco….

Bien por este Batallón de modistillas. Un libro que parece de reducidas dimensiones, pero también es grande en documentación. Las notas a pie de página te abren más mundos a explorar, queda mucho aún…

¡Muchísimas gracias! Si, queda muchísimo, y es un tema, el de la moda y el género, que se puede abordar desde muchos frentes…

Fotografía: Javier Jiménez Bas

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