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ENTREVISTA

Javier Menéndez Flores: «Creo que el hecho de haber entrevistado a tanta gente me ha ayudado a conocer mejor la condición humana»

Fotografía: Margarita Bañón

Todo en Robe Iniesta, líder de Extremoduro, es singularidad con una gota de veneno. Y la gracia fruto de haber conquistado mucho mundo. Pasea sus músicas por escenarios llenos. Y no necesita de constantes montajes publicitarios para permitirse su mayor lujo: hacer profesionalmente lo que quiere.

Extremoduro ha alcanzado la categoría de mito, de leyenda: «Robe sigue en activo y ha creado unos discos en solitario bellísimos, pero no es Extremoduro. Extremoduro es otra cosa, aunque esas canciones las haya creado Robe con la ayuda de Iñaki “Uoho” Antón, cuya labor musical no puede soslayarse. Extremoduro es, posiblemente, el grupo más grande del rock español de todos los tiempos», me cuenta Javier Menéndez Flores, autor de De profundis. La biografía autorizada de Extremoduro, una versión revisada y actualizada con nuevo material que incluye 150 páginas inéditas y que ya va por la tercera edición. Una verdadera joya de 600 páginas para los amantes del grupo y del rock, con fotografías del archivo personal de Iñaki Uoho Antón, que ha participado activamente en esta obra. Texto y dos cuadernillos con fotos. Casi nada.

Una década después de aquella primera edición, está claro que Menéndez Flores no podía obviar aquel suceso que supuso la separación del grupo. Para más inri, coincidió con la pandemia y el grupo dejó a muchos con la miel en los labios. ¿Quién no se acuerda del día en que anunciaron esa gira de despedida? Batieron el récord de venta de entradas ¡En un día más de 200.000 vendidas! ¿Retomarán esa despedida oficial de Extremoduro? Igual les pica el gusanillo y los vemos sobre el escenario de nuevo.  

A Javier Menéndez Flores lo conocen por su faceta de biógrafo de artistas como Miguel Bosé, Dani Martín, la que hoy nos ocupa de Extremoduro o las de Joaquín Sabina. Tras leer Perdonen la tristeza dijo el de Úbeda: «A mí se me había olvidado mi vida y Javier Menéndez Flores me la ha recordado. He leído el libro con placer». Pero importante está siendo ya su faceta como escritor de novelas. Desde El adiós de los nuestros, El hombre que no fui; Madrid sí fue una fiesta. La Movida, y mucho más, de la A a la Z, el diccionario enciclopédico de aquella época para algunos, mítica o no; y, de nuevo, otra novela, Todos nosotros, que se alzó con el V Premio de Novela Cartagena Negra.

Por esa mezcla de poesía y nitroglicerina que es Extremoduro, de nostalgias, de novela negra, de Madrid… paseamos a través de esta conversación porque, tal y como Robe arrancó el pasado sábado en el WiZink Center, en la despedida de su gira Ahora es cuando, «estad atentos y no os perdáis nada, disfrutad del momento porque si no sois vosotros, ¿quiénes?; y si no es aquí, ¿dónde?; y si no es ahora, ¿cuándo?».

En las biografías tiene peso la documentación, pero yo ya defiendo también el interés humano. Pienso que, del conocimiento de una vida, de sus experiencias vitales, se desprende una enseñanza…

Creo que debe darse un equilibrio entre ambas cosas, los datos ineludibles, recogidos con rigor, y la temperatura humana del biografiado. Hay fechas, momentos, trabajos que no puedes omitir cuando acometes la labor, siempre titánica, de contener una vida entre las paredes de un libro, pero de igual forma es necesaria la voz del protagonista, sus impresiones, sus anhelos, sus miedos, los motivos que le llevaron a tomar determinados caminos. Esa es la sangre del texto y lo que lo dota de emoción y de vida.

Ahora que en tanto programa de televisión se destripa al personaje sacándole los higadillos, ¿en qué consiste una buena biografía? ¿Hay que contarlo todo?

Nunca he creído que haya que contarlo todo, no se puede contar todo. Hay aspectos de una vida que pertenecen a la esfera íntima, estrictamente privada, de la persona objeto de estudio. Aunque hay  también aspectos de una vida que están íntimamente ligados a la obra (en el caso de un artista), y que sí deben tocarse de algún modo. En cualquier caso, estamos hablando de un material altamente sensible y hay que tener presente en todo momento que cualquier error o desliz puede herir la sensibilidad del biografiado.      

¿Por qué Extremoduro? ¿Podemos decir que estamos ante una leyenda o es que nos gusta demasiado etiquetar?

Extremoduro ha alcanzado la categoría de mito, y, sí, es una leyenda. Robe sigue en activo y ha creado unos discos en solitario bellísimos, pero no es Extremoduro. Extremoduro es otra cosa, aunque esas canciones las haya creado Robe con la ayuda de Iñaki «Uoho» Antón, cuya labor musical no puede soslayarse. Extremoduro es, posiblemente, el grupo más grande del rock español de todos los tiempos.

Tal vez Robe se ha convertido en un mito porque, entre otras cosas, llena auditorios y campos de fútbol sin grandes campañas de publicidad ni casi entrevistas, todo a base de escenario «dar a conocer el arte y ocultar al artista, es la meta del arte», decía Oscar Wilde, cita que usted incluye.

Eso es sólo un detalle. Extremoduro fue un grupo inmenso e inmortal (porque no sigue en activo, pero nunca morirá) por la calidad de sus canciones. Por esa mezcla de poesía y nitroglicerina, sin parangón en el panorama musical español.

Esa tendencia a aislarse de Robe, esa especie de músico thomaspynchoniano, ¿es por estar algo quemado por aquellos años de los inicios?: «Ahora quieren saber de qué color meo o con qué mano me la meneo, ya antes pasaban de mí, pero soy el mismo. ¿Qué es lo que me ha pasado a mí con el éxito? Más bien que es lo que les ha pasado a ellos, que son los que han cambiado», afirmaba.

Eso fue antes, pero ahora ya no se aísla. Ahora, de hecho, concede entrevistas cada semana, a los medios locales de todas las ciudades en las que toca. Cuando publicó su novela, se abrió, y con sus discos en solitario también. El aislamiento fue con Extremoduro, y sólo durante una época.

¿Son tiempos para volver a la emoción, a la poesía? Vivir es emocionarse…

¿Se puede vivir de otra forma, sin emoción, sin poesía? La cultura es lo que nos separa de las bestias. Arte o barbarie. Ya lo dijo Sartre: «La emoción es una transformación del mundo». Y es así.

¿Acumula usted muchas nostalgias?

Yo soy un escritor nostálgico. A veces, profundamente nostálgico. Y cuando digo escritor, hablo también de lo que escribo en prensa. La nostalgia, el recuerdo ligeramente amargo de otros días, forma parte de mi ADN de escritor, no puedo evitarlo. Pero en la vida diaria trato de no serlo, lo esquivo, porque no te hace bien.

¿Cualquier tiempo pasado con el rock fue mejor? Es decir, ¿podría surgir una banda como Extremoduro ahora y alcanzar su éxito?

Hoy por hoy no parece que eso pueda pasar a corto plazo, pero quiero pensar que surgirán nuevos grupos de rock capaces de emocionar como lo hacía Extremoduro. Pensábamos que Rafa Nadal era único, que lo es, pero ahí tenemos a Alcaraz, que es una llamada a la esperanza. Creo que es un símil válido.

Por cierto, a muchos les llamará la atención que una de las influencias de Robe sea Hilario Camacho… Y, me gusta que así sea, qué olvidado injustamente.

Hilario Camacho fue un grande al que no le interesó en absoluto la fama ni las servidumbres propias de la industria discográfica. Dejó canciones muy bellas, y no ha de extrañar, aunque transitaran distintos géneros, que un poeta se fije en otro.

¿Por qué el éxito de Extremoduro?¿qué tenía ese grupo que irrumpió en los ochenta en aquella Movida?

Bueno, ellos son posteriores a la Movida. La Movida acabó hacia el ecuador de los ochenta, y el primer disco de Extremoduro es de 1989. Hacían un rock diferente a todo lo que se hacía en España, bautizado por Robe como “transgresivo”. Llevaron una poesía muy particular, muy visceral y fiera, al rock duro, y musicalmente se desmarcaron de las fórmulas al uso: lo suyo eran largos desarrollos, canciones llenas de meandros, de giros, de sorpresas. Distintos, en fin, y emocionantes. Mucho.

Podríamos decir también que se diferenciaban por su personalidad, no se vendían por cualquier cosa… Hasta no estar convencidos de tener un buen trabajo, no publican nada… Muy al estilo de Fito Cabrales.

Siempre fueron insobornables, y desde el momento en que comenzaron a vender muchos discos, impusieron su método de trabajo a la discográfica y se guiaron por un criterio de calidad.

Uoho, que participa activamente en esta ampliación, lo define rápidamente «cuando la canción está contenta la damos por terminada», y Robe habla de que las canciones tienen que llegarle antes, tiene que haberlas vivido… ¿De ahí la fidelidad de sus fans, porque son muy de verdad?

Fueron (Extremoduro) y siguen siendo (Robe e Iñaki) absolutamente verdad.

En su novela El viaje íntimo de la locura, Robedecía que para él era más divertido y gratificante escribir un libro que componer canciones…

Es normal. El trabajo de Robe es la composición de canciones, y es un proceso que le desgasta muchísimo. La escritura de la novela fue para él un modo de romper con eso, y aunque echó toda la carne en el asador y dio lo mejor de sí, las canciones tienen una dosis extra de sufrimiento.

Los suyos no son los típicos libros de banda sobre sexo, drogas y rock & roll. ¿De sus protagonistas, quién se mostró más receptivo?

Ahí puedo decir que todos los artistas con los que he trabajado se implicaron mucho, aunque con unos he seguido manteniendo lazos de amistad y con otros no, algo que también es normal.

Todos elogian su trabajo y hay que explicar que éste no sale de la nada. Además de echar horas escribiendo trabajó de camarero y en la Guía del Ocio, así que conoce bien el ambiente de la noche, vamos, que se cruzaba con toda la noche madrileña.

Escribí durante un lustro la página de Noche de la Guía del Ocio, y además trabajé como camarero y relaciones públicas en terrazas y discotecas de moda de Madrid. Eso me llevó a conocer a una fauna muy diversa, pero a la mayor parte de los músicos los conocí después, cuando empecé a ejercer el periodismo cultural, a partir de la segunda mitad de los noventa.

Se ha especializado en artistas y música. ¿La vida sin arte no es vida? Le pasa algo parecido como a Robe «hoy tal vez el viento sople a mi favor […] Voy caminando y, de cuando en cuando, encuentro una canción que me empuja, me eleva y me lleva y me lleva».

Yo no concibo la vida sin arte: música, literatura, cine, pintura… Ese es mi refugio, mi balón de oxígeno.

¿Qué es lo más importante que ha aprendido tras mantener estas conversaciones?

Creo que el hecho de haber entrevistado a tanta gente durante tantos años me ha ayudado a conocer mejor la condición humana. Escuchar tanto, y a gente tan diversa, es enriquecedor por fuerza.  

Se le da muy bien también lo de escribir novelas. Ganó el premio Cartagena Negra de Novela y el Pop Eye con Todos nosotros. Le escuché decir en Cartagena que aspira a publicar más novela…

Esa es mi aspiración, sí, y en eso ando. Eso no quiere decir que reniegue de las biografías, es sólo que creo que estas ocuparon una parte de mi vida como escritor y ahora pretendo desarrollar más, todo lo que pueda, el género de la ficción.

En España, muchos siguen tratando como un género menor la novela negra y policíaca cuando la literatura clásica, por ejemplo, como La Celestina o la novela picaresca pueden considerarse antecedentes de la novela negra: intrigas palaciegas, luchas de poder, los bajos fondos, la corrupción, la codicia…

Afortunadamente, creo que eso ya está superado. En la actualidad, la novela negra y la policíaca se ha convertido en un género mayoritario, y hay escritores de primera fila, excelentes, que lo cultivan y que no tienen nada que envidiar a los escritores de la llamada alta cultura.  

Ha escrito Madrid sí fue una fiesta: la Movida, y mucho más, de la A a la Z. Creemos saber mucho de aquella época. Se nos ha contado como algo muy bonito, artístico, pero hay mucho mito…

Ese libro es un diccionario enciclopédico, principalmente cultural, aunque también social e histórico, del Madrid que va desde la Constitución de 1978 hasta el del 87. Están los grupos y solistas, los cineastas, los fotógrafos, los poetas, los diseñadores, las canciones, las películas, los programas de televisión, las revistas y los diarios, las costumbres, las drogas… Es un libro muy completo que ayuda a entender cómo fueron esos años de estallido de libertad de nuestra historia reciente, una época de gran interés por todo lo que aportó y que en muchos casos llega hasta hoy.

Fotografía: Margarita Bañón

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