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Está circulando bastante, por lo visto, un whatsapp que dice que yo he dicho que para el Senado hay que votar al PP. Como me niego a pensar que nadie sea malo o mienta, deduzco que mi buena educación ha debido de confundir a alguien.
Que será de los que me han dicho que no me iba a votar y yo —como siempre cuando eso me pasa— no le he discutido su voto. Le he animado a actuar conforme a su conciencia o a su cálculo, si es por lo que lo hace.
Es verdad que los de otros partidos ponen cara de asco cuando les dices que no eres del suyo o directamente te abroncan. Eso me daría vergüeza. Hoy en el mercadillo un señor me ha dicho que iba a votar al PSOE y le he dicho que si pensaba que es lo mejor para España, le entendía.
Por supuesto, yo jamás me habría presentado por Vox al Senado si pensase que había otro voto mejor para el bien de España y de la sociedad. De hecho, cualquier otro voto es hacerlo de obra o de deseo por la izquierda. Pero no me sale reñir a nadie; prefiero brindar con todos.
Por el brindis, en general, y, en concreto, por el brindis de Newman. Si soy capaz de anteponer la conciencia (recta) al Papa, ¿qué no con el voto de cada cual? Pero a partir de ahora tendré que ser más claro —sin perder la sonrisa ni el brindis—, y levantar mi copa por Vox.