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LO LEÍDO
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un blog de enrique garcía-maiquez

El tiburón, Guillermo Brown y la Providencia

Ha querido la siempre divertidísima Providencia que yo publique hoy en Ideas de La Gaceta un barbero sobre Guillermo el Suertudo, hoy, que hace exactamente 35 años de un episodio completamente guillermista que se vivió en casa. Lo cuento:

Mi padre, en la hora del almuerzo, quizá porque hacía Levante, como parece indicar la dirección de las banderas, se sentó muy enfadado y con el periódico del día en la mano, lo que era extraño. Habían dado la alarma en la playa porque rondaba un tiburón por ahí. Vale. Pero mi padre había detectado en la primera plana la figura solitaria de un joven en una tabla que hacía caso omiso, él solo, a la prohibición, y ahí seguía bañándose, tan curioso. Decía: «¡¿Quién será el idiota, el idiota, el i-di-o-ta?! Si dicen que afuera, uno se sale del agua de inmediato. ¡De in-me-di-a-to!». Mi madre asentía y yo lo veía un poco exagerado hasta que busqué un guiño cómplice con mi hermano Nicolás y vi que estaba blanco como el gran tiburón ídem, pero con cara de póker. Me hice la composición de lugar, y me hizo entonces muchísima más gracia todo, aunque callé como un buen hermano, mordiéndome por dentro los cachetes. Lo mismo habría hecho Roberto Brown de ser su hermano Guillermo el surfista. Apostaría a que Nicolás no tenía que forzar su seriedad: que le salía sola. Le tenía más respeto a mi padre que al tiburón de aquí a Lima. Mi padre dio dos o tres palmadas fuertes más en la portada del Diario de Cádiz, y ya la comida retomó su curso habitual. Nico estuvo muy callado todo el tiempo y yo extrañamente esfervescente y risueño. De aquella escena inolvidable hoy hace 35 años exactos, me he enterado por Juan Carlos Neva en Facebook, donde cuelga la portada.

-Po

Como a la Providencia le encanta, por estrictas razones personales, que no haya dos sin tres, ayer mismo mi hermano Nicolás pescó un tiburón. Una tintorera, como homenaje quizá a la categoría literaturizable que tiene la historia. Aunque ecológicamente lo soltó enseguida, para que la diversión no se termine nunca.

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