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A medida que se acerca el coloquio de la Fundación Areces sobre el relato y la novela, menos certezas tengo. Es inquietante. Cuánto me gustaría compartir mesa redonda con el gran Pedro Herrero, para que hablase él. Sería maravilloso. También por verlo. No tengo queja sino todo lo contrario de mis contertulios, pero me temo que esperan que diga algo.
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Ahora bien, qué bien me lo estoy pasando ahora, repasando mis teorías sobre la narración. Mis teorías prácticamente inexistentes. Y todo se me hace teoría del relato, cual rey Midas metaficcional. Leyendo Contra el júbilo, el último libro de Francisco Bejarano, este poema ¿no es, en realidad, un hermosísimo relato, tan melancólico como feliz? Sí. Lo es.