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Qué de cosas pasan en el término de un día de verano y no pasan.
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Me cruzo con la mujer del hijo de una amiga de mi madre. Así suena muy lioso, pero como era muy amiga de mi madre y su hijo era un poco mayor que yo y se casó con una chica especialmente guapa, para mí es muy entrañable. La mujer ha envejecido un poco, y va con sus hijas adolescentes que se parecen muchísimo a su padre, y un poco a su abuela. No han sacado la genética de su madre, pero yo siento un estremecimiento de emoción.
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Un amigo de mi padre me cuenta que escribió, durante la pandemia, escribió un artículo que se llamaba «El cabezazo». Pero enseguida se corrige con esta belleza de expresión: «Se «llamaba», no, se llama, porque todavía no está publicado». ¿Es o no es precioso? El artículo cumple si se publica y, a partir de entonces, se puede hablar de él en pasado. Yo veo ahí toda una poética fugaz del columnismo.
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Leo el libro colectivo Cine pensando 2021 donde tengo el honor de participar con una crítica de la maravillosa película Minari (Lee Isaac Chung, 2020). En esa película se descubre como si nada el mejor cosmético del mundo. Le dice el marido a su mujer: «Cuando estás contenta, estás más guapa». Si esto se pudiese meter en un bote, L’Oreal se hacía de oro. Os lo digo yo.
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Y hablando de oro, Ory. ¡Cómo son los aforismos de Carlos Edmundo! Véase:
La mosca es el diablo.
La risa es el sexo del alma.
¡Dios, te lo ruego, cree en mí!
[Que no sé en qué sentido lo escribio C.E.d.O., pero yo lo he estado rezando de jaculatoria todo el resto de este día de verano!
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Y todavía me queda una cena con los amigos.
