X
LO LEÍDO
y lo liado
un blog de enrique garcía-maiquez

El filo de la navaja

El filo de la navaja

 

Hablar del corte a navaja en la reseña de La edad ligera me ha recordado un suceso del primer trimestre de mi primer año de universidad. Estábamos intoxicados de Retorno a Bridesheadasí que mi amigo Santiago Aguado, de Sevilla, y yo decidimos que no nos pelaríamos en ninguna peluquería unisex de la zona universitaria. Ni hablar. Buscaríamos una barbería clásica y nos pelaríamos a navaja. Fuimos andando hasta el centro de Pamplona, que desconocíamos aún, y nos adentramos por el casco viejo, buscando las calles más sombrías y añejas. Al fin encontramos una barbería lo suficiente decrépita y destartalada como para satisfacer nuestro esnobismo.

 

Pasó antes Santiago, por favor, tú, primero. Yo esperaba leyendo. Al rato, bien apurado su cogote, me dejó el sitio y me guiñó, tan cómplice, cuando nos cruzamos. Al sentarme, vino a mí un intenso olor a pacharán, que supuse que era el viril y foral aftershave que gastaban allí, como tenía que ser. Le pedí al barbero que apurase al máximo. «Sí, caballero» me dijo con una voz también apurada.

 

Cuando empezó, le noté un intenso temblor en las manos. Vaya. Y más olor a pacharán. «Un momento», se excusó con sobriedad navarra y se volvió y sacó una petaca que le vi por encima de la cabeza, cuando apuraba hasta la última gota. Vaya, vaya. Fue una intensa emoción sentir esa navaja helada recorriendo mi jovencísimo cuello, también tembloroso. Miraba por el espejo y veía que Santi Aguado no leía, sino que no se perdía detalle, salvo cuando tenía que retorcerse para aguantar la risa.

 

Yo sólo reiría al salir, con la risa nerviosa del que ha salvado la vida por los pelos [sic].

 

No me reconduje a lo unisex, pero ya durante toda la carrera aproveché las vacaciones para pelarme en El Puerto.

 

 

También te puede interesar