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LO LEÍDO
y lo liado
un blog de enrique garcía-maiquez

Croquetudas

El fin de semana pasado visitamos una maravillosa y afrancesada bodega al pie de la Sierra de Cádiz. No digo el nombre —con lo que me gustaría hacerle publicidad y lo mucho que me lo agradeceríais— para no buscarles un lío legal. Porque nos dieron una cata y quedaron muy sorprendidos al ver que mis hijos (10 y 9 años) no perdonaron ni un caldo, e hicieron muy atinadas observaciones. Estaban encatados y encantados con los niños.

 

Ahora que, por fin, en España hay un debate político serio y de trascendencia, vino sí o vino no; me permitiréis presumir de que en mi casa hemos sido pioneros, aunque no tanto como Chesterton que profetizó todo esto desde 1914Y desde el XII, los gozosos goliardos. Oh, felices escolásticos.

 

Lo de mi casa tampoco es manco. Las integrantes del grupo de trabajo de mi hija en el cole se han puesto de nombre «Las croquetudas». Vale, bueno, bien; pero lo mejor es esto. Cada niña ha escogido un croqueta: una amiguita, la fiestera, con un gorrito de cumpleaños; otra, la croqueta mariposa, con unas hermosas alas de colores; otra, la ecologista, una croqueta sin aditivos, siempre y pura; y mi hija…: la croqueta del vino.

 

Véase cómo va firmando sus trabajos:

 

Tengo que escribir mucho más de este debate intelectual por fin importante. Quizá en mi artículo del sábado del Diario de Cádiz y tal vez debería dedicarle el barbero del próximo lunes al libro de Chesterton. Entre otras cosas, por si las profesoras de mi hija lo leen antes [o leen esto] y así se ahorran llamarme a preguntar por la croqueta de mi casa, tan exquisita.

 

 

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