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LO LEÍDO
y lo liado
un blog de enrique garcía-maiquez

Contraste

Esta mañana, con el cuerpo todavía cortado por los efectos del cambio de hora, le dado un injustísimo bufido a mi hijo Enrique. Cada vez que yo, en mi despacho, pongo algún vídeo (generalmente de Twitter) aparece a mirar por encima de mi hombro que veo. Me fastidia esa adicción a la musiquilla, cual efecto Pavlov, mi falta de intimidad y, sobre todo, siendo honestos, mi mala conciencia, porque con el vídeo me estoy distrayendo de mi trabajo. El caso que al asomarse está mañana le he gritado que me deje cierto aire. Mal.

Él se ha volatilizado en el aire. Ha desaparecido. Y me ha dejado a solas con mis cargos de conciencia.

Luego ha venido Carmen. Tenía que firmarle algunos exámenes. Notas entre entre el 7 y el 8. Yo, dulcificado por mis remordimientos, apenas he dicho nada, salvo cuando en un examen la profesora ha puesto: «Carmen, tú puedes y debes dar mucho más…». Solamente le he dicho, señalándolo: «¿Ves?»

A los cinco minutos, salían para el colegio. He ido a despedirlos a la puerta. Mi hijo, tan contento, como si no hubiese pasado nada, un beso, un abrazo, un guiño, una sonrisa. Carmen, devastada, medio llorosa, por mi monosílabo «¿ves?» Qué maravillosas diferencias. Yo los he despedido muy orgulloso del pasotismo de uno y del pundonor de la otra. Al final, la mañana no pintaba tan mal.

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