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LO LEÍDO
y lo liado
un blog de enrique garcía-maiquez

Christian Bobin

«No estoy hecho para este mundo. Espero estar hecho para el otro». Lo escribió Christian Bobin y cuando lo leímos entonces sentimos la belleza de su deseo. Hoy deseamos su cumplimiento. Descanse en paz.

Como de él escribí mucho en vida, hoy sólo le leo. Voy a reunir aquí frases suyas que yo, barbero, fui seleccionando, empecemos, cómo no, por su libro Resucitar y siguiendo por otros, mezclándolo todo como en mi pena:

Su ambición nace de su falta de atención.

*

La muerte se ha llevado a mi padre pero se ha olvidado su sonrisa, igual que un ladrón sorprendido huye abandonando parte del botín. 

A Dios le gusta hablar a través de bocas desdentadas, es su encanto. 

No hay ninguna diferencia entre creer y vivir.  

No hay infinito sin clausura. 

Busco un pensamiento tan feliz como el color amarillo del limón en el plato. 

¿Por qué viajar? Salgo diez metros y ya estoy invadido de visiones, inundado: no ando bajo el cielo sino en el fondo mismo, con tonos de azul sobre mi cráneo. Me asfixio de tanto respirar. saciado de aire y luz. En diez segundo he hecho un paseo de diez siglos. La vida tiene una densidad expolisiva. Un guijarro minúsculo contiene todos los reinos.  

No hay más que una sola vida y ésta no tiene fin. 

*

Para Bonnard, lo más bello que hay en un museo son las ventanas.  

Según Saint-Cyran nadie será feliz en el cielo si no lo ha sido en la tierra.  

La vida a cada segundo se aleja de nosotros como la lechuza despliega sus alas nevadas en el instante en que la descubrimos.  

*  

Saint-Cyran [a una sobrina nieta]: «Estoy muy contento de que estéis tan alegre, es signo de que amáis mucho a Dios». 

Todo lo que hacemos suspirando está manchado de nada. 

Cada día tiene su veneno y, para el que sabe ver, su antídoto. 

No es complicado escribir: basta con entregarle cada segundo de vida.  

Era de esa raza divina a la que pertenecen todas las mujeres y todos los hombres sin excepción. 

La escritura es una mendiga que regala una moneda de oro a todo el que pasa. 

Dos tipos de paraísos: venir en ayuda de alguien y leer un libro. 

Esta extraña alegría sin la que nada verdadero puede hacerse.  

El drama es la última mano que nos echa Dios después de que hayamos rechazado todas las demás.  

La frase más cariñosa debe ser escrita con hacha. 

La santidad consiste exactamente en no alimentar el mal que se tiene en sí. 

Sin pensar en nada me he encontrado en el paraíso. He debido empujar una puerta sin verla.  

Deberíamos sentirnos honrados por haber conocido a las personas que han muerto.  

Cada uno tiene su herida y su tesoro en el mismo lugar. 

Escribir: obedecer lo que vemos. 

 * 

Tengo mi fracaso ante mis ojos: un ramillete de mimosas en un jarro de agua. Ha iluminado mi desayuno, embalsamado mi jornada y soy incapaz de hacerles un retrato a la altura de su generosidad.  

Abrimos Pensamientos de Pascal, se mete la mano en el saco, se extrae un papel, en todas las tiradas se gana.  

El carbonero sobre la barrera arroja las chispas de oro de su canto. Es su trabajo y es también el mío. 

Cada una de nuestras alegrías es una figura en una vidriera. Nuestra muerte es el plomo que sujeta el conjunto.  

*  

Se diría que los ricos lo son hasta el último céntimo. 

De no importa qué lugar se tiene una vista inexpugnable del paraíso.  

Las personas son obras maestras que cogen el tren. 

El que ha sufrido el martirio habla de la vida con una gracia irrefutable. 

La armadura sin defecto de la alegría. 

Se trata de escribir una pizca más rápido que la muerte. 

Sea cual sea la persona a la que mires, que sepas que ya ha atravesado el infierno varias veces.  

La moda es un verdugo que sus víctimas aclaman. 

En esta vida no hay nada más bello para la vista que la gente y la corona que llevan en la cabeza, sin saberlo. 

Yo le pido a un libro que me dé valor y que no me engañe sobre nada.  

«No saben lo que hacen» es la frase más inteligente jamás dicha.  

Su dolor era un palacio que sus maldiciones arruinaban. 

Son tan numerosas las luces que se nos han concedido que, aun queriéndolo, no podríamos echarlas a perder todas

*

La silla de paja se pone, de repente, a existir más que yo: exaltada por la luz, su paja se ilumina.  

Intento pintar con palabras esa luz que acaba de entrar por la ventana y se ha plantado ante la piel rosada de la pera. No lo consigo y ese fracaso no está exento de alegría –como perder a un juego contra un amigo.  

Jamás me acostumbraré a nada. 

A los únicos que no se puede decapitar es a los reyes del espíritu.  

La verdad es un ambiente: se abre un libro, se entra en un lugar y se sabe.  

El desfallecimiento es el único pecado mortal. 

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