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Toda una vida (sobre cuarenta años, calculo) leyendo a Gustavo Adolfo Bécquer y todavía me sorprende y me coge con su alfanje de emoción por la espalda. La Rima LII, tan consabida, y de pronto caigo en un golpe de genio:
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Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín las tapias a escalar
y otra vez a la tarde aún más hermosas
sus flores se abrirán.
Pero aquellas cuajadas de rocío
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer como lágrimas del día….
ésas… ¡no volverán!
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Las madreselvas pueden ser más hermosas, sí, y casi seguro que lo serán, pero ni eso importa comparado con la tristeza del amor perdido. Es un leve giro de muñeca genial. Nos advierte el poeta, tan conservador por otra parte, que no está manteniendo que todo tiempo pasado fue mejor, ni mucho menos, sino que su amor era único. Eso sí. Y que se ha perdido.
