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El inglés siempre, pero otra asignatura pendiente que tenemos es la del humor entre hispanoamericanos y españoles. Uno de los encantos (muchos) del libro Charing Cross 84 es la guasa que se traen entre ingleses y americanos con bromas de ida y vuelta. Es una fuente continua de humor en el mundo anglosajón. ¿Por qué nosotros no hemos conseguido eso? ¿Es que, hidalgos unos y otros en ambos hemisferios, nos tomamos todo demasiado en serio? ¿Hay miedo a herir qué susceptibilidades? Una vez que Pío Baroja devolvió una broma a Rubén Darío todo el mundo se rasgó las vestiduras. Quizá tuvimos una oportunidad con César Fernández Moreno y su hilarante Argentino hasta la muerte, pero no ha habido continuidad, creo. Quizá yo esté equivocado, y haya ejemplos, que me gustaría mucho saber. Fernando Iwasaki seguro que lo ha intentado. Y, por supuesto, siempre estamos a tiempo. Lejos de mí admirar bobaliconamente todo lo anglo, pero si tienen algo bueno (o/y gracioso) también lo quiero para mí, y mejorado. Porque, además de divertido, el humor acerca mucho.
