Ha sido mi cumpleaños. La invitación decía claramente que, como regalo, quería tabaco de liar y, si acaso, leña para la chimenea. Quizá porque sugería que la leña me fuera entregada a domicilio, casi todo el mundo optó por lo del tabaco: sus razones de peso tendrían.
Pero también me ha caído algún libro. Albergo la ingenua esperanza de que fuese porque algunos mis amigos leyeron este artículo donde decía que el regalo de un libro es un delicado elogio (he buscado en internet al autor de la cita, pero sale “anónimo”).
La cuestión es que unas amigas me han regalado “El gran farol”, de María Konnikova. Dice en la faja que es “una apasionante historia que nos descubre lo que el póquer puede enseñarnos sobre el comportamiento humano y la gestión de la incertidumbre en nuestras vidas”.
Y esta va a ser mi próxima lectura, por muchos motivos:
- Porque soy tan aficionada a las cartas como al buceo y el pulpo.
- Porque no sé jugar al póker (yo prefiero escribirlo con K, y prefiero el mus) pero James Woods sí, y eso siempre hay que tenerlo en cuenta. Además, he visto partidas en muchas películas e, igual que cuando veo jugar al cricket en las películas, me gusta mucho sin entender de qué va, con todos esos palabros: “Quinta calle”, “tildarse”, “slow roll”. Ya entendiéndolo debe de ser aún mejor.
- Porque el comportamiento humano me interesa mucho, y en estos últimos meses me está dejando cada vez más estupefacta.
- Porque como cualquier autónoma, vivo en la incertidumbre.
- Porque, mientras la autora se documentaba para escribirlo, se convirtió en campeona internacional de póker y ganó trescientos mil dólares jugando torneos. Y eso es un modelo a seguir cuando, por mi trabajo, estos días por ejemplo tengo que documentarme sobre criptomonedas por un lado y sobre especulación inmobiliaria en Baleares por otro. Con sacarme treinta mil eurillos en modestas inversiones ya me daría por satisfecha.
- Porque el origen del proyecto de Konnikova fue cuestionarse el papel de la suerte en nuestras vidas y hasta qué punto se puede controlar todo lo que nos ocurre. Filosóficamente siempre ha sido un temazo, pero más aún hoy en que factores tan ajenos a nuestra voluntad como nuestro sexo, raza, o pasado imperial o colonial del país en que nacemos parecen ser tan determinantes para todo. ¿Podemos realmente controlar nuestro destino? Intuyo que la tesis es que sí, porque una reseña lo describe como “una inspiradora historia de autosuperación”.
- Por último, pero quizá por lo más importante, porque si las amigas que me lo regalaron me han dicho que me va a encantar, apuesto todo a que me va a encantar. Porque me fío de su criterio y además, las quiero mucho.
Ah, y como casi todos los Libros del Asteroide, es una edición muy bonita.